El Punto De Quiebre
Adeline abrió la puerta de su oficina, esperando encontrar a su asistente sentado en su escritorio, pero el no estaba cuando estaba a punto de ir a buscarlo. Él recién llegaba. Lian, sonrió ampliamente, sosteniendo dos tazas de café.
—Buenos días, Adeline —dijo Lian, entregándole una taza de café—. Pensé que podrías necesitar un poco de cafeína hoy.
Adeline devolvió el saludo y agradeció por la taza de café.
—Gracias, Lian. Eres muy amable.
Lian se acercó un poco más, su tono de voz cambiando a uno de preocupación.
—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó.
Adeline se puso un poco incómoda al recordar la escena de ayer. No quería revivir esos momentos.
—Estoy bien —respondió, intentando sonreír.
Lian sonrió y asintió.
—Me alegra escuchar eso. Y recuerda, mantener tu salud mental es importante para mantener a una empresa aflote —dijo, con una mirada seria.
Adeline se rió, sorprendida por la sabiduría de Lian.
—Suenas como mi padre —dijo, con una sonrisa—. Siempre me decía eso.
Lian se rió también, y se sentó en la silla frente a ella.
—Bueno, supongo que eso es un cumplido —dijo—. Pero en serio, si necesitas hablar o algo más, estoy aquí para ti.
Adeline se sintió agradecida por la sinceridad y la empatía de Lian. Se dio cuenta de que había encontrado un amigo y un aliado en él.
Adeline miró a Lian con seriedad.
—Lian, necesito pedirte algo —dijo—. Lo que sucedió ayer en la oficina... por favor, olvídalo. No lo menciones a nadie.
Lian asintió inmediatamente, comprendiendo la situación.
—Entiendo. No te preocupes, mi discreción es absoluta —dijo—. Confía en mí.
Adeline asintió, agradecida por la comprensión de Lian.
—Gracias. Significa mucho para mí
—dijo.Para cambiar de tema y evitar seguir hablando del incidente, Adeline cambió el tema.
—¿Puedes enviarme los archivos de las compras del mes pasado? Necesito revisarlos.
Lian sonrió y asintió.
—Claro, Adeline. Te los enviaré ahora mismo —dijo, y se dirigió a su computadora para enviar los archivos.
Adeline se sintió aliviada al haber confiado en Lian y haber cambiado el tema. Sabía que podía contar con él para mantener su secreto y ayudarla en su trabajo. La confianza entre ellos crecía con cada paso.
La última conversación con Lian aún resonaba en mi mente. Me había sentido incómoda, como siempre que intentaba evitar su mirada penetrante.
—No iré a la cafetería —le dije—. Tengo trabajo pendiente.
—No es sano saltarte las comidas, Adeline —respondió Lian, su voz llena de preocupación.
—Mi metabolismo es fuerte
—mentí, intentando sonreír.Lian me miró escéptico, pero no insistió.
—Está bien —dijo—. Si necesitas algo, estoy al lado.
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𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨.
Romans𝟏𝟎-𝟏𝟎-𝟐𝟑 Detrás de la fachada de oro y cristal, una joven diseñadora llamada Adeline luchaba por mantener su sonrisa. Su matrimonio con Russell, el hijo de un magnate millonario, parecía perfecto a ojos de los demás, pero la realidad era muy d...