26

20 4 6
                                    


JangMi:

Voy corriendo a abrir la puerta y, efectivamente, es Jin. Tiene los ojos rojos y parece algo ebrio. ¡Oh!

—Jin...

—Vengo por mi abrigo —dice seriamente—. Lo dejé aquí ayer.

—Sí, tu abrigo. Pasa, aquí está. —Jin entra e inspecciona todo alrededor.

—¿Estuviste con alguien anoche?

—¡Eh! No, no. Solo bebí algo y vi televisión.

Jin me mira fijamente y siento que me derrito.

—¿Ya te vas? —le pregunto.

—¿Quieres que me vaya?

¡Oh, mierda! No, no y no. Pero YoonGi está en mi habitación.

—Sí, necesito que te vayas. No estoy como para sentarme a conversar por la mañana.

—De acuerdo, es lo que quieres. ¿Hablamos más tarde?

—Estaría bien, Jin. Más tarde estaría bien.

—Adiós.

—Adiós, Jin.

Se dirige a la puerta, y lo acompaño. Se le ve muy triste. Y es por mi culpa. Se gira, me da un casto beso en los labios, me deja atontada y me dice:

—Dile a YoonGi que aprenda a esconderse. —Señala el piso al lado del sofá y veo el reloj de YoonGi. Mierda.

—Jin... no es lo que crees...

—Es tu vida, puedes hacer lo que quieras —dice encogiéndose de hombros.

—Sí, pero no es lo que estás pensando. —Soy una mentirosa, y me iré al infierno.

Intento detenerlo, pero se aleja rápidamente y desaparece por las escaleras del departamento. Creí que venía a hablar de nuestra pequeña SooJin. Que estaba contento de saber que tenía una hija de ya ocho años y que estaba dispuesto a enfrentar cualquier cosa con tal de que ella supere su enfermedad.

Jin:

Salgo del departamento sintiendo un peso en el pecho. Cada paso en las escaleras se siente como si fuera el último. La imagen de SooJin, mi pequeña niña que ni siquiera sabía que existía hasta hace poco, me viene a la mente. Ella es inocente en todo esto, una chispa de luz en el caos de mis emociones.

La revelación de su existencia me había dado un propósito renovado, una razón para luchar y ser mejor. Pero ahora, con el corazón en pedazos y la mente nublada por el alcohol, dudo de mi capacidad para ser el padre que ella necesita.

—¿Qué clase de ejemplo soy? —me pregunto mientras el frío aire matutino golpea mi rostro. —¿Cómo puedo cuidar de ella si ni siquiera puedo manejar mi propia vida?

La voz de JangMi aún resuena en mi cabeza: esa mezcla de sorpresa y nerviosismo cuando abrió la puerta y me encontró allí parado. No esperaba verme tan temprano... o quizás no esperaba verme después de lo que sucedió anoche.

—Vengo por mi abrigo —dije con más seriedad de la que sentía realmente. Necesitaba una excusa para verla, para confirmar mis sospechas.

El abrigo era lo último en mi mente cuando entré y escudriñé cada rincón del lugar buscando alguna señal que confirmara mis temores.

—¿Estuviste con alguien anoche?

La pregunta salió antes de poder contenerla; una parte de mí no quería saber la respuesta pero otra necesitaba escucharla.

SHAPE OF YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora