Obsesiones pelirrojas [✓]

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Jason

Estar contigo hace que todo valga la pena.

Eres curiosa, te gusta saber y descubrir cosas, no quedarte fuera de nada. Lo noté varias veces antes. En el momento en que miraste mis nudillos lo supe, por un momento me aterroricé, aunque después lo entendí. Tú también creías que valía la pena.

Me encantaba cuando tus ojos verdes me miraban con intensidad, aun si tenía que disimular que no me daba cuenta. ¿Qué tan mal estaba al pensar en si los ojos de nuestros hijos tendrían el mismo tono que los nuestros? Porque tus ojos eran un reflejo de los míos, lo sabía.

Así como también sabía que lo eran nuestros interiores.

La forma en que me dabas espacio para indagar, me permitías conocer y sabías que miraba dentro. No te importaba. No te importaba que tuviera el permiso de entrar en ti, de morder, de chupar. De deleitarme con las cosas que conocía. De deleitarme con tu sabor.

Saber que me observas tanto como yo a ti solo hace que mi pulso se acelere. No debería estar permitido alguien como tú. No debería tenerme permitido enamorarme de ti.

Lo pensaba, pero no creía en ninguna otra posibilidad. Lo sabías ¿no? Lo que había en el aire a nuestro alrededor desde el principio. Uno reconoce a otro, ¿no es eso lo que dicen? Estaba casi predestinado a que un «nosotros» sucediera que me confié.

Y entonces desapareciste.

Tu lugar estaba vacío. Los pasillos estaban vacíos. El mundo estaba vacío. Todo estaba insípido sin ti, no había razón para mirar a otro lado, no había ninguna alteración de mis latidos. No había nada. Todo era lo mismo.

—¿Estás evitándonos? —pregunté. Aunque lo que en verdad quería decir era «evitándome».

No existía nada igual a ser visto por ti, asimilar que, en el reflejo de tus ojos me volví a encontrar a mí mismo, fue suficiente para reafirmar lo que ya sabía: no había lugar en el mundo en que te ocultaras y yo no fuera capaz de encontrarte.