Parte 10: Yo te cuido y tu me cuidas

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-No importa que aparentes ser pequeño, sino lo grandes y capaces que son tus corazones. Y yo a años luz de distancia los puedo ver en ti, mi pequeño Sam. –

Estas fueron tiernas palabras dichas por Gran Mama unos meses atrás cuando jugaba con su nieto, Sam. Palabras que no dejaban se sonar en la mente del pequeño kraken, en un momento tan devastador y triste para Sam, toda la familia Gillman y el reino kraken.

Era el funeral de la reina en el reino kraken, todos lamentan la gran pérdida de los Gillman y quedan impactados al ver el cuerpo de la reina en el ataúd, rodeada de flores marinas y regalos caseros hechos por los mismos ciudadanos krakens. Muchos no dejaban de llorar, era una pesadilla hecha realidad, nadie se imaginaba que la vida de una kraken tan fuerte y tan alegre como Gran Mama terminara una forma cruel y cobarde, y a manos de las "sirenas".

Sam se había escapado de los brazos de su madre y corre para seguir el ataúd de su abuela. El pequeño kraken salta y trepa el ataúd encontrándose con el rostro sereno y palidecido de su abuela sin vida. Las lagrimas no tardaron en derramarse del rostro del pequeño kraken, el negaba con su cabeza de forma desesperada como si no creyera que esto fuera real. Sam quería decir unas palabras a su abuela, pero la tristeza que lo abrazaba entorpece su habla, y solo se limito a abrazar el rostro de su abuela y llorar.

Agatha llega a donde esta su hijo y se le parte el corazón al ver el escenario, su hijo Sam aferrándose al rostro frio de su abuela, negándose a aceptar su trágico descenso. Agatha también sentía mucho dolor por la pérdida de su madre, pero tenía que ser fuerte y no perder la cordura. Agatha toma a su hijo separándolo de su difunta abuela y lo abraza con todas sus fuerzas. Sabía que era muy poco para calmar a su hijo, pero no sabia que más hacer.

Mientras abrazaba a su hijo y veía como el cuerpo de su madre era llevada a su tumba donde descansaría por la eternidad, solo una cosa cruzaba en la mente de la kraken. Venganza.











En algún lugar del océano indico.





-Auuuuch... ¿Dónde estoy? –

Ruby se queja del dolor que sentía en todo su cuerpo, poco recordaba de lo que había pasado, su vista estaba nublada, pero haciendo el esfuerzo por aclararla y el ruido que escuchaba, eran de las olas del mar y las gaviotas. Su vista al fin se aclara y logra ver donde esta, dentro de la medusa mecánica en la que escapo junto con Chelsea.

De repente y como por arte de magia todos los recuerdos regresan a la mente de la joven kraken, en especial la de una sirena pelirroja. -Un momento... ¡Chelsea! – Sin importar lo tan adolorida que estaba, Ruby se pone de pie y sale de la medusa, dándose cuenta de que esta en una isla desierta. -Ah? – La medusa en la que iban estaba casi completamente destruida por la fuerza del tifón que cruzaron y el daño que les hizo esos dos misteriosos y aterradores niños quienes intentaron matarlas. Sin embargo, la prioridad número uno de la kraken era encontrar a su amiga, Chelsea.

Lo ultimo que recuerda antes de quedar inconsciente, fue que la sirena corrió hacia ella y la abrazo, como si quisiera protegerla del impacto.

-Chelsea! ¿Dónde puede estar? Ella no... no, de ninguna forma, ella esta bien, solo debo encontrarla ¡Chelseaaa! – Ruby buscaba desesperadamente en los alrededores, hasta que escucha unos quejidos. -¿Chelsea? – Ruby logra ver unas piernas que se movían desesperadamente, Chelsea estaba enterrada de cabeza en la arena tratando de salir y pedir ayuda.

Krakens y Sirenas 2: Maravillas del OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora