𝘕𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢𝘳𝘵𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦, 𝘢𝘴𝘪 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘮𝘦𝘮𝘰𝘯𝘰𝘴.

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𝑳𝒐 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒔 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐 𝒎𝒂́𝒔 𝒂𝒑𝒆𝒕𝒆𝒄𝒊𝒅𝒐.

Kintoki no entendía o más bien no llega a comprender como es que las cosas con su hijastro habían acabado así.

Su esposa es una alfa preciosa la cual conoció en el trabajo.

Al verla quedo deslumbrado por su belleza y cuando ella lo invitó a salir no se pudo negar, supo que ella se había casado muy joven siendo obligada por sus padres al haber dejado embarazado a un omega, al final ese matrimonio fracaso, su ex-esposo se llevó a su hijo a los Estados Unidosnidos donde vivió ahí toda su niñez.

El joven alfa regreso ya siendo un adolescente de 17 años, el cual solo había conocido en fotos.

Al llegar a su casa se llevó la gran sorpresa de ver al joven en su sala viendo la televisión.

Internamente esta emocionado de por fin conocer al hijo de su pareja, no es una extrañeza, desde que tiene uso de razón adora a los niños y se lleva increíble con ellos, no es poco decir con los adolescentes, realmente esos rebeldes sin causa lo adoran.

─ ¿Tú debes ser Anubis?─preguntó, aunque no era necesario por el gran parecido con su madre. Ojos dorados, piel morena, cabello castaño y ese peculiar delineado natural en sus ojos, una copia masculina de su mujer.

Se sentía extraño, el aroma del joven lo hacía sentir reconfortado y cálido, pero ignoro eso.

Grave error.

- ¿Y tú debes ser mi nuevo papá? -Kintoki no estaba seguro, en ese momento, pero había sentido que el joven le hablaba con coquetería, lo cual descartó, no por lo incómodo sino porque le había resultado "agradable".

Conforme pasaba el tiempo, podía sentir la mirada del castaño sobre él. No importaba qué estuviera haciendo o si estaba su madre presente, él simplemente lo observaba en silencio. Cuando se daba la vuelta, el de ojos dorados le sonreía juguetón, lo cual lo hacía sonrojar y soltar un poco de sus feromonas.

Sin duda sentía que su, literalmente, culo corría peligro cada que ese muchacho se le quedaba viendo o solo tenía algun roce con su cuerpo.

Ese día fue viernes y fue cuando todo empezó, Neftis se había ido a un viaje de negocios el cual duraría una semana, por lo cual le tocaba pasar esos días solo con su hijastro.

- Hola papá ─saludo el menor.

Kintoki se sentía incómodo que lo llamara así, ya que sus instintos le advertían que algo ocultaba ese "papá", pero prefería no decirle nada al joven alfa.

- Tu madre se fue de viaje, y volverá hasta el lunes.

El alfa sonrió al escucharlo, pero no dijo nada, solo se dio media vuelta yéndose a su habitación.

Otra vez su instinto le pedía a gritos que llamara a uno de sus hermanos, al final, a ninguno le importaba dejar sus cosas con tal de apoyar a su hermano.

Pero nuevamente ignoro esa sensación de amenaza que recorría su cuerpo.

Al llegar la noche Kintoki se sentía muy cansado, los ojos le pesaban y ya ni siquiera podía mantenerse en pie.

Sentía su cuerpo caliente, tenía mucho calor. Abrió sus ojos, dándose cuenta de que estaba en su habitación. Intentó recordar cómo fue que llegó ahí, pero no pudo porque lo que salió de su boca fue un fuerte gemido.

Su cuerpo se empezó a mover en un suave vaivén, no entendía qué estaba pasando hasta que en la oscuridad de la noche pudo ver cómo un cuerpo se movía junto con él.

- Por fin despiertas, papá. -Abrió con sorpresa sus ojos al darse cuenta que se trataba de su hijastro.

- ¿¡Anubis!? ¡ah~! ¡¿qué estás haciendo?! - preguntó al menor.

- ¿Qué no es obvio? , te estoy follando -le respondió dándole una fuerte estocada, la cual lo hizo abrir sus ojos mientras una lágrima salía.

Sus manos se sujetaban de los hombros del menor, intentando sostenerse mientras este seguía moviendo su cuerpo, entrando y saliendo del rubio.

- No puedes, no debes... -Intento razonar con voz aguda sin dejar de gemir.

- Dices eso, pero mira lo húmedo, qué estás y cómo me aprietas -el joven alfa levantó las caderas del omega para que este viera lo clavado, qué estaba su polla dentro de él -. Se nota que te gusta por cómo gimes, incluso con tus ojos cerrados ya me estabas llamando.

- No... Eso no es...

- No lo niegues, papá, no puedes negarlo ahora que por fin somos uno, he deseado esto desde que te conocí, no sabes lo feliz que me hace que seas mi papá. Mi querido omega.

El omega dentro de él se sintió eufórico al escucharlo. Una parte de él sabía que no era correcto, ¡maldicion! son padre e hijo, aun si no son de sangre, no es correcto este desvergonzado acto de impureza, pero otra muy en el fondo lo deseaba, lo desea desde el momento que lo vio, desde que sintió sus feromonas a canela con miel.

Kintoki esta hecho un lío en sus pensamientos de moralidad y deseo.

Tomo las mejillas del menor para luego besar sus labios, sus ojos brillaron de un color rosa mientras los del alfa se volvían azules.

Sus feromonas se mezclaban y sus cuerpos se unían el uno al otro, Anubis seguía con sus embestidas queriendo llenar por completo a su omega y dejarlo en cinta.

No le importaba su madre, no le importaba esa mujer que lo abandono junto a su padre omega, el cual había fallecido por la tristeza, aunque al principio quiso vengarse tomando al omega para él, con el tiempo se fue enamorando del rubio el cual lo llenaba de atenciones y le daba ese cariño que le negaron.

Fue un lento amor que fue floreció en su corazón, hasta volverse un enorme jardín lleno es las más exquisitas flores, las cuales siempre estarían dispuestas a hacer feliz a ese hermoso omega.

Lo quería para él y si tenía que pelear a muerte con su madre, pues que así fuera, lo haría todo por él.

Las uñas de Kintoki se incrustaban en su espalda cada vez que entraba en él. La base de su pene fue creciendo para engancharse dentro de su omega.

- Anubis.. Anubis... Duele.

Anubis succiono sus lágrimas y besaba su frente.

- Ya acabará, pronto acabará -repite acariciando su espalda y acomodándose mejor para poder dormir junto al omega, el cual acariciaba su vientre al sentir cómo este iba creciendo.

La idea de dejar en cinta al mayor eran demasiado fuertes, el nudo no dejó de crecer hasta asegurar que el semen quedará allí.

Al llegar la mañana, Kintoki fue el primero en despertar, aún podía sentir el pene del menor dentro de él.

No pudo evitar el empezar a llorar despertando al alfa.

Anubis al verlo así siento ganas de llorar también -Lo siento.

Kintoki de tubo su llanto y volvió a besar al menor. -No estoy triste por lo que paso alfa, estas lágrimas son de felicidad. Mi querido alfa por fin te encontré.

Kintoki había aceptado que apartir de ahora su lugar era junto a ese juguetón alfa y desde ese día y los siguientes, Anubis reclama a su pareja sin importar que.

O con quien este, mantienen una relación a escondidas hasta que Anubis tenga la edad merecida para poder irse o bien luchar contra su propia madre por el omega.

✦୧⊱𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐀𝐧𝐮𝐛𝐢𝐬 𝐱 𝐊𝐢𝐧𝐭𝐨𝐤𝐢. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora