Epílogo

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— Me siento inseguro – gruñó Earth. – ¿Qué hacemos con esta situación?

– Ocuparnos de nuestros asuntos, por el momento – gruñó también Fluke. – Si el hermano que no conocemos tiene un padre malvado y deshonesto, nosotros no somos quiénes para decírselo. Plan no nos conoce ni confía todavía en nosotros. Ha encontrado a su padre y lo más probable es que, como mínimo, tenga un concepto muy elevado de él o, en el peor de los casos, lo quiera de verdad porque se ha portado bien con él ...

– Pero también podría estar utilizándolo para algo – le interrumpió Earth. – ¿No habría que decirle que fue a la cárcel por fraude?

– Primero tenemos que crear una relación con él como hermanos – opinó Fluke.

Entonces, tuvo que cruzar rápidamente la terraza de su casa italiana para impedir que su impetuosa hija le pegara al príncipe de Dharia, al alto y fornido Hassan de dos años, por haber pasado por encima de la cabeza de una de sus muñecas con su tractor de juguete. Karim, su hermano mayor y príncipe heredero de Dharia le gritó algo en árabe a su hermano pequeño desde la otra punta de la terraza.

– Está regañándole – le tradujo Earth a Fluke. – Se parece mucho a Kao, se porta muy bien.

– Ese no será nunca mi problema conTeresina – susurró Fluke. – Siempre está dispuesta a pelearse por lo que quiere. Es una batalla constante.

– Bueno, es lo que pasa si se mezclan dos personas tan firmes en sus opiniones como Ohm y tú – comentó Earth en tono jocoso. – Está maravillosa con ese pelo.

Fluke sonrió a su hija, que ya tenía dos años. Sus dos padres tenían el pelo quebrado, pero ella, milagrosamente, tenía un pelo moreno y liso hasta los hombros y unos ojos verdes un poco más claros que los de Fluke. Era baja y esbelta y había aprendido a andar a los nueve meses. Era animada e impetuosa, tenía un hermoso carácter, era la mayor alegría de su vida, nunca se había imaginado cuánto podría llegar a querer a su hija.

Toda su vida había cambiado durante los tres años que llevaba casado, y no se arrepentía de nada. Hablaba italiano de corrido y había conseguido el empleo de sus sueños en el hospital donde habían tratado a Beppe, allí seguía su formación como especialista en enfermedades infantiles.

Beppe se había recuperado muy bien y había empezado a andar para hacer algo de ejercicio, aunque protestaba bastante. Se había encariñado mucho de su padre y se alegraba muchísimo de haberlo encontrado cuando todavía tenía tiempo para llegar a conocerlo.
Por fin habían conseguido seguir el rastro de su hermano perdido hasta Grecia, donde vivía con su padre biológico, quien, al parecer, era un hombre completamente deshonesto.

Fluke, sin embargo, estaba convencido de que había que emplear mucha mano izquierda en lo referente a su hermano desconocido y los dos hermanos todavía tenían que decidir cuál era la mejor manera de aproximarse a Plan sin ahuyentarlo.

Fluke era partidario de mandarle el anillo con una carta de presentación de los dos e invitándolo a ponerse en contacto con ellos.

Cualquiera podía adivinar que eso no serviría de nada, pero, al menos, no podría considerarlo una amenaza o una intromisión.

No había aumentado su afición a salir de compras durante esos años porque cuando no estaba trabajando, estaba feliz con su familia y no quería perder el tiempo en algo tan banal como ir de compras y arreglarse. Siempre se había vestido para estar cómodo y seguía haciéndolo. Por eso, Earth seguía comprándole ropa, pero también se la compraba Ohm y el armario estaba a punto de reventar con la ropa más exclusiva que solo se ponía en los esporádicos acontecimientos de etiqueta a los que asistía con Ohm.

Dueños del anhelo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora