Parte Uno: Atheusis

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El joven explorador se adentró en un bosque poco conocido. Estaba lejos de casa, pero no le importaba; él sólo quería encontrar nuevas cosas. El bosque era amplio, si, pero eso no lo detuvo. Es más, lo motivó a conocerlo todo. Pronto, encontró un río, en el que no dudó en saltar. Nadó un par de metros con su cabeza en la superficie, hasta que una luz en lo profundo llamó su atención. Se sumergió y dirigió hacia estos destellos, para encontrar una pequeña roca algo suelta de la pared. La tocó y la empujó, hasta que esta se venció y derrumbó todas las piedras que se encontraban al rededor, creando una corriente que lo empujó dentro de lo que parecía ser una cueva.

Se levantó, algo golpeado pero nunca amargado, e investigó sus alrededores. No pareció encontrar nada interesante, hasta que se fijó más adentro. Allí, reposado sobre la pared, estaba un hombre, de apariencia gentil y elegante, aparentemente dormido. Por un momento, se preguntó si estaba muerto. Entonces, se acercó un poco más y tocó su hombro.

"Disculpa..."

Antes de que pudiera terminar la frase, el muchacho se levantó de golpe y pareció asustarse.

"¿Eh? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Quién eres?"

"Mi nombre es Nil. Sólo soy un humilde explorador, te encontré por mera casualidad. ¿Y tú eres...?"

"Yo soy Amaru. Perdón, hace siglos que no veo a otra persona."

Al terminar de decir esto, ambos se pararon y se acomodaron, prosiguiendo la conversación.

"Dime, ¿de dónde eres? No hay ningún pueblo cerca."

"Yo... no lo sé. La verdad, no recuerdo nada desde que llegué aquí. Mi memoria empieza cuando mi madre me deja en este lugar. No sé qué pasó antes de eso."

Mientras pronunciaba estas palabras, se acarició levemente la barbilla, como pensando. Llevaba prendas antiguas; una túnica blanca que le llegaba hasta los pies con mangas extremadamente largas tapándole las manos, usaba el pelo recogido y tenía una especie de ornamento en su cabeza. Esto llamó la atención de Nil. Sin embargo, no preguntó, porque seguro no iba a escuchar una respuesta.

"Si quieres, te puedo ayudar a encontrar de dónde vienes. Después de todo, me dedico a explorar lo inexplorado"

Amaru soltó una pequeña risa, pero asintió ante su propuesta. Entonces, el chico de ropas blancas tomó la mano de su nuevo amigo y lo llevó de vuelta al río, para luego nadar hasta la superficie. Al pisar la tierra, Nil se lanzó al suelo y realizó que estaba empapado. Sin embargo, el otro sólo se sacudió y, en tan solo unos segundos, su vestimenta y cabello estaban totalmente secos. El joven explorador se sorprendió ante este suceso, solo antes de enterarse que el también se encontraba libre de agua.

"¿Cómo hiciste?"

El muchacho sólo se limitó a poner un dedo sobre sus labios en un gesto de silencio y reír animadamente. Acto seguido, salió corriendo por el bosque, sin esperar que el otro lo siguiera.

Luego de trotar por un rato, ambos se detuvieron frente a un hermoso paisaje. Un majestuoso arco, pintado de un color morado, se encontraba rodeando una especie de altar que enmarcaba perfectamente la puesta del sol. Sin dudas, era una vista espléndida. Nil llegó jadeando detrás de Amaru, quien estaba simplemente observando con una sonrisa en la cara. El primer muchacho pidió una explicación, quería saber qué era este lugar.

"Sinceramente, no sé. Me gusta venir aquí a veces, cuando despierto de mis largas siestas. Es lo único que no ha cambiado por todos estos años... me satisface verlo. Es... agradable, familiar. Creí que, si me ibas a ayudar a encontrar mi origen, debíamos empezar por aquí. Si bien es mi lugar favorito, nunca he pisado más allá de esta línea. Creo que ahora es un muy buen momento para hacerlo, ¿no te parece?"

AtheusisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora