Parte Tres: Exorcismo

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"¡Vamos a la ciudad!"

La exclamación de Nil sobresaltó a sus dos compañeros, pero de inmediato le siguieron el juego.

"Y... ¿dónde queda?" Preguntó Amaru.

"Buen punto. Veamos... yo vine por este lado. Siguiendo estas coordenadas..." colocó un dedo en su barbilla y señaló al aire. "Si caminamos para allá, en unos minutos llegaremos a la majestuosa Exspiravit."

Ninguno de los otros dos pareció saber a qué se refería, pero lo siguieron sin cuestionar ni una sola palabra.

Avanzaron por el bosque, evitando golpearse con algunas plantas de apariencia peligrosa. Cruzaron el río por el que venían, y encontraron gran variedad de vegetación más allá de este. Amaru estaba extremadamente curioso por esta razón; vivió tantos años en el mismo bioma, sin embargo, nunca la había visto. Nil, por otra parte, observaba con sorpresa, pero luego de un rato se distraía y volvía a enfocarse en el camino. Zafir simplemente la ignoraba.

Luego de caminar veinte minutos, se cruzaron con un puente colgante. De él, pendía un cartel con letras en un idioma desconocido. El joven explorador comenzó a leer en voz alta.

"Bienvenido a Exspiravit. Tenga cuidado al cruzar, y suerte en la ciudad"

Esta pequeña rima al final de la frase provocó una pequeña risa por parte del muchacho, quien, sin pensarlo dos veces, se adentró en el puente. Los otros dos lo siguieron, pero con mucho cuidado; se veía como si no lo hubieran limpiado en décadas, todo lleno de hongos. Un paso a la vez, avanzaron ágilmente y pronto llegaron a la mitad del camino. Nil se detuvo y sacó su cámara.

"Qué lindas vistas, tomaré una foto para recordarlo."

Debajo del puente parecía no haber más que vacío. Sin embargo, si mirabas con atención, había una tonelada de cristales con diversos colores: los azules, que colgaban debajo del camino, brillaban sólo un poco mientras estaban cubiertos de terciopelo; los violetas adornaban las paredes del abismo y brindaban una luz impresionante que permitía apreciar los dibujos tallados en las paredes, algunos animales mitológicos allí pintados; ahora, los rosas, estaban amenazando el suelo, tapándolo por completo y dejando ver nada más que picos relucientes que hacían que ningún ser viviente en este planeta deseara caer por ahí.

Amaru se preocupó por esto último.

Observó detalladamente a su amigo mientras tomaba la fotografía. Como era de esperarse, no sucedió nada malo. Al menos hasta que se oyó el clic del interruptor.

La tabla en la que Nil estaba parado se quebró, haciendo que esta caiga y que el chico quede atascado entre las maderas. No podía mover su pie. El joven de blanco intentó levantarlo; lo tomó por los brazos y quiso tirar hacia arriba. Un quejido de dolor fue lo único que consiguió como respuesta. No lo podían sacar de ahí. Intentaron con todo lo que pudieron, pero estaba inmóvil; no lo iban a poder retirar con todas las extremidades pegadas al cuerpo.

"Chicos, me parece que este puente no es lo más resistente que digamos... tal vez esa no es la única tabla que va a caer." Zafir habló con un tono serio pero preocupado, su penetrante voz haciendo eco en la profundidad del precipicio.

Dicho y hecho, el puente comenzó a temblar. Poco a poco, las maderas comenzaron a caer hasta que las sogas a sus costados se cortaron. Los tres hombres cayeron al vacío.

•••

Nil entró en pánico. No tenía de dónde sujetarse, simplemente estaba hundiéndose en ese averno. Por suerte, Amaru supo qué hacer. Lo tomó de la cintura y rápidamente se vieron envueltos en una niebla blanca que los sostuvo. Se miraron fijamente a los ojos, ambos cuerpos rozándose, sus rostros a solo centímetros de distancia. Comenzaron a elevarse mientras el explorador aún estaba aterrorizado. En poco tiempo, ambos aterrizaron suavemente al otro lado del camino, aún abrazados.

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