Parte Cinco: Veneno

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Cuando salieron del estadio, ya era de noche. Los tres estaban contentos luego de ver el espectáculo, emocionados por las hazañas de la chica.

"Wow, era realmente increíble. Ya quisiera poder hacer todo eso", dijo Amaru.

Zafir respondió, "Yo puedo, se ve muy fácil."

Nil, por otra parte, le dedicó una mirada extraña y pronunció: "Desearía conocer a Bahari. Se veía tan majestuosa en la pista... ojalá supiera qué es lo que pasa por su cabeza cuando patina."

Con sus ojos llenos de esperanzas, el pequeño niño sonrió. Los otros lo acompañaron, y juntos compartieron una pacífica noche.

O no.

Cuando se encontraban a unos metros de la entrada, en una zona de completa oscuridad, una figura pasó delante de sus ojos. Pareció, de alguna forma, apuñalar al explorador, y aprovechó el momento para llevárselo a un lugar aislado. El de blanco mostró su preocupación, siguiéndolos de cerca acompañado por el cuervo.

Ambos corrieron hasta encontrarse con la figura. Nil estaba completamente paralizado; sus manos pegadas al costado de su cuerpo, sus piernas apenas sosteniendo su peso, su cabeza rígida y su mirada perdida. Lucía como si estuviera inconsciente. Además de eso, se podía observar claramente un objeto punzante en su cabeza, pero ninguna otra lesión física. Les pareció extraño.

Detrás de él, sujetando firmemente al chico, había otra persona. De estatura similar o un poco más alta, una mujer se alzaba con semblante serio. Sus trenzas caían por sobre sus hombros, su tez oscura se confundía con el abismo de la noche. Su prendas, sueltas pero marcando su figura, daban una impresión amenazadora. Amaru no tardó en reconocerla.

"Bahari."

La chica permaneció en silencio.

"¿Qué haces? ¿Por qué secuestras a un niño? Regrésalo."

El inmortal habló de manera seria, pero sus palabras no produjeron ningún efecto en su contraparte. Luego de unos segundos, la patinadora se dignó a enunciar:

"Los vi en el público. Él no me interesa. Pero tú no eres humano, lo sentí desde allá. Sin embargo... no sé qué eres. No me puedo comunicar contigo mediante nuestros campos eléctricos. No eres como ellos... pero tampoco eres alguien conocido.  Además, tu corazón late demasiado rápido, no lo había notado antes."

Zafir parecía confundido. Claramente se refería a él, pero, ¿Cómo sabía su identidad oculta? Ya sospechaba que era de otra especie y, por los comentarios que dió, ella tampoco era normal...

"Tienes razón. Soy un ave. Una majestuosa, por cierto. Con mi sombrío plumaje soy capaz de surcar los cielos; con mis profundos ojos, puedo ver más allá de lo ordinario. Mucho gusto, mi nombre es Zafir, y soy un cuervo."

"¿Un qué?"

Ella no sabía de qué criatura se trataba. Inclinó su cabeza hacia un costado e hizo una mueca, tratando de comprender.

"Un cuervo, de esos pájaros negros que vuelan por ahí. Generalmente andan en castillos, van como seis juntos."

"¿Vuelan? ¿Cómo?"

Ninguno de los dos entendía la conversación. Simplemente se hacían preguntas sin sentido, y se recibían contestaciones igual de ambiguas.

"Si, con sus alas. No te voy a explicar toda la teoría de aerodinámica, creo que me entiendes."

"La verdad que no. ¿Hay criaturas capaces de volar en este planeta?"

"Si, ¿no las ves, en el cielo?"

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