Nil no podía dormir. Estaba recostado en su cama, pero se retorcía inconscientemente. No lograba estar relajado, no después de todo lo que pasó. Su mente aún reflejaba a Amaru perforado por esas espinas, su pálida piel apenas viva, y ese color de ojos impropio de él.
Una ráfaga de viento entró por la ventana ligeramente abierta, y apagó la única vela que alumbraba la habitación. Todo se volvió oscuro y frío. El joven comenzó a temblar debajo de las sábanas, aún inquieto. Quería olvidar todo y descansar un rato, pero ahora la temperatura tampoco lo ayudaba.
Los recuerdos volvieron. Pensó de nuevo en la respuesta de Bahari ante la reacción de Amaru frente al veneno. "Va a estar bien, es sólo un efecto secundario." Eso no lo tranquilizaba para nada. Lo único que quería era volver a verlo despierto, como siempre lo hizo.
Una fuerte ventisca le arrebató sus sábanas; creyó que la mano de una bestia las jaló. Se apresuró para acomodarlas, resguardándose del clima. Sin embargo, algo lo detuvo. No supo qué era, hasta que se dio la vuelta.
Quizá sí era la mano de una bestia, después de todo.
Unos penetrantes ojos verdes lo analizaban de pies a cabeza; su pelo suelto, cayendo por su espalda hasta su cintura, cubría las incesantes escamas que brotaban y se desvanecían de su piel. Apenas pudo reconocer su rostro.
No parecía él. No podía ser él. Tuvo que ver mal. Si, eso era. No cabía la posibilidad de que su mejor amigo lo mirara de esa forma, como queriendo matarlo.
Pero era demasiado similar. Idéntico. Definitivamente era él.
"¿Amaru?"
No pensó en algo mejor que llamar su nombre. Sin embargo, no contestó. Simplemente siguió analizándolo.
No hubo sonido alguno durante unos minutos. Luego, el de ojos verdes torció la cabeza hacia un lado; ninguno de los dos parecía tener idea de lo que estaba pasando. Aún así, Amaru sonrió levemente, revelando un par de pequeños y filosos colmillos que Nil jamás vio. Acto seguido, arrancó completamente las sábanas de su cuerpo y trepó hasta la cama.
Lógicamente, el pequeño saltó de su lugar y se encogió en una esquina. Por otro lado, su contrario se acercó más a él; sus cabellos caían por sobre sus hombros a medida que avanzaba, emanando un aire siniestro que hacía temblar las piernas del niño. Parecía que iba a comérselo en cualquier momento.
Lentamente, fue acortando más y más la distancia que los separaba. El explorador no podía moverse. Con sus rostros a apenas centímetros de distancia, sintiendo cada respiración en su piel, Amaru susurró:
"Oh, así que tú eres Nil. Me esperaba algo más."
Sus ojos brillaron mientras lo veía, el verde ahora haciéndose más radiante. Esa sonrisa seguía pintada en su rostro. Lo analizó de pies a cabeza, buscando algo que lo satisfaciera.
"Nunca creí que el hombre en el que él tanto pensaba fuera, bueno... un niño débil como tú".
"¿Quién eres?"
"Soy Amaru."
"¿Amaru?"
"¿No me reconoces?"
Haciendo una mueca con su rostro y actuando de manera decepcionada, acarició la mejilla del chico mientras aún lo miraba.
El miedo invadió todo su cuerpo. Estaba petrificado; no podía mover ni un músculo. Su cerebro todavía no procesaba la idea de que este era Amaru, su Amaru, el que lo había sacado de la soledad hace no mucho tiempo, el que siempre estaba con él, pasara lo que pasara. Simplemente no lograba entenderlo. Aún así, juntó las pocas fuerzas que le quedaban e intentó bajar de la cama. Saltó hacia un costado y se reincorporó con la esperanza de salir de la habitación, pero sus planes fracasaron cuando fue tomado bruscamente del brazo y arrojado nuevamente sobre el colchón.
ESTÁS LEYENDO
Atheusis
FantasíaUn joven explorador encuentra a un chico que ha perdido la memoria dentro de una cueva sumergida en el río. Juntos, descubrirán sus orígenes y su historia, y formarán un lazo inseparable.