-Es el quinto día- le dijo JongHo, entregándole un tazón con caldo caliente y sentándose a su lado.
-Ellos vendrán- aseguró HongJoong, mirando el horizonte, esperando que en cualquier momento el barco aparezca.
-La tormenta fue fuerte... Pueden estar demorados.
-Si, puede ser. Puede haber pasado cualquier cosa y estar demorados, pero vendrán.
-La sirena...
-El también vendrá- aseguró duramente, tomando su caldo.Por la tarde HongJoong subió por un camino hacia los acantilados, todas las tardes lo había hecho, a veces solo, a veces con JongHo, que resultó ser una compañia agradable ya que no hablaba mucho, o hablaba lo justo y necesario, esperando hasta muy entrada la noche, hasta que SeongHwa terminaba con sus tareas y lo buscaba, o hasta que mandaba algún Guardia a buscarlo con órdenes estrictas de bajarlo.
Ese quinto día no era la excepción. El cielo se había coloreado de gris brillante, con una leve brisa que traía olores diferentes de lugares lejanos. Aunque el sol aún no se había escondido en el Oeste, parecía que era de noche, pero podía verse el ambiente en colores plata.
HongJoong miró hacia su derecha, sabía que su barco tendría que aparecer por allí. Con un suspiro al no ver nada tomó una ramita y comenzó a romperla en sus manos, nervioso. Quizás JongHo tenía razón y habia pasado algo grave que los demoraría más días, o peor, que nunca vendrían. Su corazón se oprimió en su pecho, deseando que ese pensamiento no sea real, y lo apartó inmediatamente de sus ideas fatalistas.
Se acostó sobre la tierra, viendo las extrañas formas de las nubes, haciendo dibujos con sus dedos sobre las formas. Tarareando alguna canción que había escuchado en algún bar de algún puerto de alguna época. Había que matar el tiempo y la ansiedad, los dos del mismo tiro.
Pasó un largo rato donde el arrullo de las olas rompiendo debajo y la brisa sobre los árboles lo adormecieron, cerrando los ojos con la promesa de que no se dormiría, y que pronto se sentaría para ver, de nuevo, hacia su derecha.
Escuchó un canto en sueños, un canto agridulce, lastímero y doloroso, que le pedía que llegara a él, que lo ayude.
Abrió los ojos con la respiración agitada y un pensamiento en su mente: YeoSang.
Al sentarse sobre la tierra tuvo que refregarse los ojos, su barco estaba junto enfrente de él, avanzando hacía la playa.
Bajó corriendo el camino, con los pies descalzos y pisando toda roca que encontraba.
-¡Mí barco! ¡Es mí barco!- gritó llegando a la colonia, señalando la nave cuando apareció detrás de los acantilados, dando saltitos y feliz de que se reencontraran.
-Llegaron- dijo SeongHwa con una sonrisa, acariciando la espalda baja de HongJoong.
-¿Voy a recibirlos?- preguntó JongHo.
-No, sabrán venir- dijo HongJoong, observando que el barco se detenía, el ruido del ancla al bajar, y casi que podría haber escuchado las órdenes de YunHo para arribar a los botes, que se acercaron lentamente, observando de lejos la situación de la colonia.
HongJoong se metió al agua hasta la cintura para esperarlos y recibirlos. Vio a cuatro de sus tripulantes, y un rollo de mantas que YunHo sostenía, su rostro palideció rápidamente.
WooYoung fue el primero en bajarse del bote en el que iba con San, corriendo a abrazarlo y llorar sobre él sin querer soltarlo.
-¿Woo?
San y Mingi se bajaron también de los botes para subirlos sobre la arena, sus miradas eran lúgubres y cautelosas. YunHo se quedó sentado, abrazando las mantas, y mirando a HongJoong con lágrimas en los ojos.
-YunHo - susurró HongJoong, tragando saliva para hidratar su garganta seca, adelantándose, WooYoung aún no lo había soltado-... ¿Es Yeo?- exhaló, asustado por la respuesta- ¿Está... ?
-Estaba vivo cuando lo subimos- dijo YunHo-. Ahora no sabría decirte...
-Está vivo. ¿Qué dices?- le gritó WooYoung- ¿Donde está ese médico de sirenas, eh?- preguntó dirigiéndose a la colonia, a SeongHwa, las lágrimas surcaban su rostro colorado- ¿Dónde está Su Alteza del Reino de Las Sirenas?- preguntó burlonamente.
-Soy yo, mí nombre es SeongHwa- se presentó el príncipe.
WooYoung se acercó a él con paso firme mientras las otras sirenas se ponían en guardia.
-Me hizo hacerle unas malditas trenzas con caracolas para presentarse contigo- le dijo, presionando su dedo en el pecho del príncipe-. Tu debes ser JongHo- dijo, mirando de costado a el Guardia Real-. Busca a tu médico- ordenó.
El Príncipe miró extrañado a JongHo, este encogió los hombros, despreocupado.
-Marinero, las sirenas no tenemos médico- le dijo el Príncipe.
HongJoong vió que algo se partió en el interior de WooYoung, corriendo a abrazarlo cuando cayó a la arena.
-Woo, mírame.
-El dijo... Hong, el dijo que tenían un médico que podía ayudarlo- susurró, con la respiración cortada-. ¿Que haremos ahora, capitán? YeoSang no va a aguantar otro viaje.
-Woo, tienes que calmarte- le dijo abrazándolo fuertemente-. Las sirenas no son como nosotros, tienen otras profesiones, otras jerarquías. SeongHwa hará algo por YeoSang, me lo prometió... Sannie, mantenlo en el bote, que no se mueva mucho o nos van a desgarrar el cuello a todos- le dijo a San, que se había acercado para consolar a WooYoung.
HongJoong se acercó a YunHo, que había entregado dócilmente el cuerpo de YeoSang envuelto en mantas de los brazos de SeongHwa.
El Príncipe lo apoyó en la arena, cerca de la orilla y quitando las telas lo acomodó en su antebrazo izquierdo, pasando su mano derecha por las caderas de YeoSang, haciendo que vuelva a su forma de sirena. HongJoong notó la cantidad de escamas que se habían caído de su cola, profiriendo un grito ahogado cuando la majestuosa cola verde azulada de YeoSang no brilló con la luz plateada.
-Hola, bonito- le dijo SeongHwa, apoyando la mano en su mejilla. YeoSang abrió los ojos, sonriendo tímidamente al reconocer al Príncipe-. Me contaron que te hiciste esas trenzas con caracolas por mi- le dijo, acariciando el cabello-. Son muy lindas.
-WooYoung me las hizo- respondió casi somnoliento.
-Oh, WooYoung, ya tuve el agrado de conocerlo. Le diré que un día me haga unas como las tuyas - sonrió, YeoSang también lo hizo- ¿Ya viste que está tu capitán?- le dijo, señalando a HongJoong.
YeoSang lo buscó con la mirada, a la cual HongJoong respondió con una sonrisa insegura.
- ¿Y como es tu nombre? - preguntó SeongHwa.
-YeoSang.
-YeoSang, me contaron también que estuviste muy enfermo últimamente- comentó, pasando su mano por su frente y mejilla.
-Paso mucho tiempo en la superficie... ¿Me está castigando el mar?
-El mar no te castigará nunca, somos uno con el mar. No creo que sea eso, corazón. ¿Me dejas ver qué pasa?
-Si.
-Puedes sentir alguna molestia, pero no te niegues, dejala fluir.
SeongHwa miró a los ojos de YeoSang, sosteniendo firmemente su cabeza y torso con sus manos. Los ojos de YeoSang giraron hacia atrás, junto a su cuello, y luego todas sus extremidades se tensaron, retorciendo la cola como una serpiente a la que le arrancan la cabeza, seguido de fuertes coletazos que pegaban la superficie, haciendo estallar el arena, para luego enrularse nuevamente sobre su misma.
-¡Detente!- gritó detrás WooYoung, intentado soltarse del agarre de San-. ¡Detente! ¡Está sufriendo! ¡Capitán, deténlo!
-Capitán...- susurró YunHo detrás de él, en aprobación a WooYoung.
-Hong... - escuchó a YeoSang-. ¡HongJoong!- lo llamó, extendiendo una mano hacia él, como si quisiera escapar.
HongJoong se levantó tembloroso al llamado, pero la mano de JongHo se apoyó pesadamente sobre su hombro, empujándolo abajo nuevamente.
-No te atrevas- amenazó en un murmullo.
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Canta el Mar
FanfictionEn la superficie del océano, donde las olas se encuentran con el viento, la línea entre la realidad y la fantasía se disuelve. El capitán HongJoong lo sabe, pero es llamado por el hipnotizante canto del mar. Cuando YeoSang, la sirena de inigualable...