Martin Urrutia:
"Buenos días, Juanjo ¿qué tal has dormido? yo de maravilla. Solo quería asegurarme, ¿a qué hora trabajas hoy?"
Juanjo:
"Buenos días a ti también Martin, hacía días que no dormía tan bien, desde ayer me siento liberado."
"Los sábados muchas veces me ponen nocturnidad, pero en este me hacen hacer el horario habitual y empiezo a las cinco. ¿Por qué? ¿No puedes venir?"
Martin Urrutia:
"Todo lo contrario, te quería decir que me acompañaras al Prado hoy a las 15. Estuve investigando el cuadro que te dije sobre Vista de Zaragoza porque me sonaba mucho el autor y ya sé de qué es. No me aguanto las ganas de contártelo, me parecería más apropiado estar en frente del cuadro como hacemos siempre, pero no está en ninguna de tus salas de esta semana."
Juanjo:
"Tengo el Prado muy visto, pero nunca me negaré a ninguna de tus explicaciones."
Martin Urrutia:
"¡Genial! Te veo a las 15 en la sala 016A ;)"
Tal y como habían quedado Juanjo cruzó la puerta de entrada del Prado a las tres bajo la atenta mirada de algunos de sus compañeros bastante extrañados, ya que sabían perfectamente que el maño empezaba su turno un par de horas más tarde. Sus dudas fueron completamente resueltas cuando detrás de Juanjo apareció Martin, que coincidieron en la entrada en vez de en la sala 016A.
Juanjo estuvo mucho tiempo sin darse cuenta, pero un día Antonio se había tomado la molestia de advertirle sobre los rumores que se comenzaban a esparcir sobre su relación con Martin. A pesar de ser conocedor de aquel pequeño detalle, se negaba a cambiar su manera de relacionarse con el vasco dentro de las instalaciones del museo. El Prado siempre será el lugar dónde se conocieron y no quería sentirse incómodo con el bohemio justamente en el museo que los unió. Así que sin vergüenza ninguna abrazó a Martin cuando lo vio aparecer detrás de él para saludarlo y luego le cogió la mano para que fueran juntos a la sala 016A. Ya que no estaba dentro de su jornada laboral iba a tomarse todas las libertades que no podía permitirse cuando está con el uniforme de segurata puesto. Martin, ajeno todavía a las habladurías de los trabajadores, solo pudo poner la mayor de sus sonrisas cuando comprobó que lo del día anterior no había sido un sueño y realmente había habido avances entre la cercanía de ambos. Al final, uno de los lenguajes del amor de Martin siempre había sido el contacto físico e ir cogidos de la mano le provocaba un torbellino de emociones en su interior.
Cuando llegaron a la sala se dirigieron en frente de la obra de la Vista de Zaragoza del artista Juan Bautista Martínez del Mazo. Al llegar Juanjo observó la obra con detalle durante un par de minutos, la había visto por el ordenador, pero ver las pinturas en persona siempre producía un impacto diferente. Este tiempo Martin lo usó para recomponerse un poco, ya que a pesar de los acontecimientos de su segunda cita el vasco no se esperaba que al verlo se iba a quedar sin aliento de lo guapo que iba, ni se esperaba que fuera a abrazarle nada más verle ni mucho menos se iba a imaginar que le cogería la mano ahí dentro.
"¿Qué querías contarme?" Esa pregunta hizo que Martin saliera de sus pensamientos y se centrara en lo que le quería decir.
"Como te dije el nombre del autor me sonaba de algo y resulta que es porque fue discípulo y yerno de Velázquez, aunque me sabe mal referirme así de él, a nadie le gusta ser conocido por su relación con otra persona y menos cuando era también un pintor con talento." Empezó a explicar bajo la atenta mirada del maño, no se iba a cansar jamás de aquella sensación.
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Rincones en el Prado
FanfictionJuanjo es un joven segurata que trabaja en el Prado para ganar dinero y perseguir su sueño. En medio de las jornadas aburridas y rutinarias aparace Martin, un estudiante de Historia del Arte muy apasionado.