Capítulo 25. Ella J Seligmann de Joaquín Sorolla y Bastida.

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Perfectas mías espero que leáis este capítulo mientras escucháis "El Destello".

"¡Ama! ¡Aita!"

El primogénito de los Urrutia corrió hasta llegar a los brazos de sus padres, que tras varios largos meses sin verlos, fue una alegría inmensa que casi le hace llorar. La escena para el resto de los presentes debió de ser de película, viendo el tierno encuentro de unos padres con su hijo al que abrazaron como si fuera a desaparecer. Martin había mantenido un contacto regular con sus padres, pero eso no quitaba que no los hubiera echado de menos, y por supuesto, para un padre y una madre la separación había sido mucho peor.

Siendo el primero de los tres hijos en abandonar el nido la ausencia en Getxo se había hecho notar. Entonces, cuando recibieron la noticia de que Martin sería el protagonista en un musical que se iba a presentar en un gran teatro de Madrid movieron todos los hilos posibles para que sus trabajos no se interpusieran en el objetivo de ver a su hijo brillar. Por desgracia, los hermanos no habían corrido la misma suerte al estar en la temporada de exámenes sus obligaciones académicas no permitieron su asistencia. El único consuelo es que se verían con más ganas por Navidad.

"Hijo, qué diferente te veo, ¿comes bien? Qué guapo estás." Dijo la madre de Martin mientras le agarraba de las mejillas.

"Ama sigo igual, me he ido a Madrid, no a la guerra." Bromeó el vasco.

"Pero es verdad que pareces cansando." Comentó su padre mientras envolvía su brazo por los hombros de bohemio para ir dirigiéndose a la salida del aeropuerto.

"A ver, es que entre la carrera y la obra voy como un loco todo el día, pero Juanjo me cuida bien." Respondió con una sonrisa tímida a pesar de que ambos progenitores conocían gran parte de la historia, Martin era una persona que les tenía gran confianza a sus padres. Cuando todo empezó a consolidarse con el maño no tardó nada en contárselo. Tal vez era lo más importante que había ocurrido desde que se había ido a Madrid. Los estudios y las amistades le iban bien, sí, y estaba bien poder explicarlo. Pero para él lo más destacable de aquellos meses desde que se mudó del País Vasco era que había encontrado el amor.

"Estoy deseando conocerlo." Comentó nerviosa.

"Yo igual, nos has hablado bien de él, pero tendré que hacer mi pertinente evaluación como padre que soy para saber si ese chico te conviene." Martin le miró con gracia pero ofendido, ¿qué más dudas podría tener de que Juanjo era el hombre perfecto para él después de todo lo que sabían?

"Aita." Se quejó. "Eso se lo haces a María cuando tenga novio."

"No te vas a librar, yo soy un hombre que se preocupa por sus hijos." Siguió jugando su padre. "Además, no me has enseñado ninguna foto de él, a saber si tiene pinta de ser un maleante o no."

"A mí sí que me ha pasado fotos." Presumió Rebeca con una sonrisa al ver que Martin le había tenido aún más confianza.

"¿En serio? ¿Y a mí por qué no?" Replicó el padre sin demasiada seriedad. Martin negó divertido.

"Es que Ama insistió más." Contestó encogiéndose de hombros mientras que el hombre asintió rendido.

"Cambiaré mis estrategias para la próxima vez." Concluyó.

"Es muy guapo, no te tienes que preocupar por su aspecto. Se le nota que es buen chico y tiene una sonrisa muy bonita. No me extraña que tenga a nuestro Martin tan feliz." Empezó a elogiar la madre de Martin. "Además, ¿no viste que se viralizó un video de él?"

La conversación ocasionó que se adelantaran unos pasos inconscientemente mientras Rebeca describía con todo lujo de detalles la impresión que tenía de Juanjo a través de las fotos que le había enseñado Martin y el video del maño cantando. Hubiera sido un diálogo en el que habría tenido mucho sentido que el bohemio participara, tal vez la oportunidad perfecta para sacar las imágenes que su madre había visto para que su padre las viera, y sin embargo, se quedó unos pasos atrás observando a la pareja caminar mientras charlaban tranquilamente. Y como supuso, ya que la conocía demasiado bien, no tardó en ver el mensaje de su hermana que estaba esperando recibir.

Rincones en el PradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora