Quedaba una semana para el lanzamiento de la primera canción de Juanjo antes de lo que sería el debut de su EP. Los días le estaban pasando lentos y aun así el tiempo parecía no tener piedad. Tenía ganas de que llegara el veinticuatro y a la vez era la razón por la cual llevaba varias noches sin dormir bien. De hecho, si no fuera porque Martin estaba ahí para él muchas de las noches las hubiera pasado sin dormir directamente.
Pero cómo no iba a estar nervioso si la canción que iba a salir era la primera que llegó a escribir alguna vez, la que hablaba de su tierra y su infancia con una propuesta tan arriesgada en un mundo tan comercial. Una jota no era común en el panorama madrileño en el cual ya muchos músicos estaban al tanto de que Vic Mirallas y su discográfica estaban apostando por un nuevo talento. Nil había estado moviendo sus redes sociales para que se volviera a viralizar el video de Juanjo cantando en el Templo Debod, esta vez como estrategia de marketing. Ya no era un desconocido el que salía en aquel video, se había asegurado de poner nombre y apellido.
No sabía qué esperar. Un gran recibimiento o un completo fracaso, pero si no lo intentaba nunca llegaría a alcanzar su sueño. Estaba haciendo un gran trabajo mentalizándose de que si a la primera no triunfaba no pasaba nada, porque su canción les había gustado a dos grandes artistas y eso era buena señal. Simplemente le tocaría trabajar más, expandirse, cantar, hacer llegar su mensaje de alguna otra manera porque la vida en el arte es así de dura para que llegue a dar frutos alguna vez.
Pero por ahora se encontraba en el Prado, sin esperar la visita de Martin, ya que le había avisado de que sus ensayos para el musical últimamente se estaban alargando más. Eso también tenía al vasco un poco de los nervios porque realmente quedaba poco más de un mes para el estreno de la obra y cada vez la exigencia de las clases era más dura. Todos se habían vuelto extremadamente perfeccionistas, incluso más que los profesores que estaban orgullosos del trabajo de sus alumnos, pero entre ellos había una guerra constante señalando los errores ajenos. Querían que quedara perfecta porque era una puerta grande a muchas otras oportunidades fuera de la academia.
Desde que dichos ensayos se habían intensificado echaba de menos la presencia del bohemio en el Prado y sus curiosas explicaciones. Así le conoció y así le comenzó a gustar, tenerlo ahí era su parte favorita del día y en el fondo cada vez que le visitaba le ponía igual de tímido que la primera vez, aunque su relación había cambiado bastante desde entonces. Su ausencia se hacía notar más de lo que le gustaría, pero al menos siempre le quedaban las charlas con Antonio y el pequeño consuelo que era verlo a diario.
"Juanjo." Le llamó Nina, quién entró a la sala donde se encontraba acompañado de otra mujer. "Déjame que te presente a Noelia García, licenciada en historia del arte y profesora en la universidad de Murcia. Está preparando la segunda parte de nuestra exposición temporal más exitosa: el Prado en femenino."
"Encantado." Dijo el maño en un tono profesional extendiendo su mano. Ella le devolvió el saludo de la misma manera.
"No estabas aun con nosotros en la primera exposición, y por eso te la presento. La veréis bastante por aquí y muchos días se quedará más tarde del cierre para que pueda estudiar las obras con completa tranquilidad." Le informó su superiora.
"Ningún problema." Afirmó Juanjo.
"Perfecto, pues con esto concluyo mi jornada de hoy que ya me estoy quedando más tiempo del que me toca." Dijo mirando su reloj. "Que paséis buena tarde, nos vemos mañana."
Juanjo se esperaba que Noelia se fuera con Nina, pero en realidad la mujer se quedó ahí, caminando por la sala con una mirada melancólica.
"¿Conoces la exposición?" Le preguntó Noelia.
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Rincones en el Prado
FanfictionJuanjo es un joven segurata que trabaja en el Prado para ganar dinero y perseguir su sueño. En medio de las jornadas aburridas y rutinarias aparace Martin, un estudiante de Historia del Arte muy apasionado.