Cuando el príncipe Rhaegar Targaryen entrega la corona de flores a Lady Lyanna Stark sin pensar en las consecuencias que esto traería a su casa y a su familia.
Y en donde su hermana-esposa Ravenna Targaryen le concede a su tercer heredero cumpliendo...
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Este día se celebraria el tan esperado torneo, en la habitación podía observar a Rhaegar colocandose su armadura para el dichoso festejo, sin duda alguna su hermano era uno de los hombres más guapos de todo Westeros, ese hombre era suyo, era su esposo, el padre de sus hijos, no podía estar las feliz "Te vez guapo, el negro es tu color" habló moviéndose delicadamente frente a él, una sonrisa pícara salió de los labios del príncipe "Te lo agradezco, mi amor, ese vestido te hace ver más bella de lo que ya eres" Ravenna sonrió "Jaime dijo que parecía una sandía elegante y bonita" ambos se carcajearon.
"Ten cuidado Rhaegar, todo va muy bien, tus planes, nosotros, no lo arruines por este estúpido torneo" ambos se besaron en un intentó desesperado por no separarse nunca "Lo prometo, cielo, ganaré esa corona para ti"
"Oh, príncipe Rhaegar, no me importa ninguna corona, me importaría más seguir teniendo un esposo después de este torneo de mal gusto, tampoco presiones mucho a Arthur, no queremos quedarnos sin los mejores espadachines de todo Westeros por un torneo de quinta" a ambos les encantaban este tipo de juegos, esa era el secreto entre ambos, Rhaegar acarició el vientre de su esposa para luego arrodillarse y besar su vientre "Cuando regrese, tu madre será la Reina del amor y de la belleza, no existe mujer más bella que ella" Ravenna le acarició el largo cabello platinado que se encontraba amarrado en una trenza para poder ponerse el yelmo sin molestias.
Rhaegar se levantó para tomar su yelmo y bajar al patio donde se llevaría acabo del torneo, no sin antes posicionarse frente a su esposa quien lo tomó de las mejillas para darle un pico y susurrarle "Suerte, mi amor". Ambos se separaron, el príncipe dragón abandonó la habitación dejando a la princesa sola con sus pensamientos y preocupaciones.
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"No puedo creer que haya aceptado estar aquí" gruño hacia su amigo, Jaime, quien simplemente río "El príncipe quería que lo apoyaras, pero calma, está pronto a acabar, Rhaegar a derrotado a cada oponente y te aseguro que te entregará la corona"
"Esa tonta cosa no me importa, aunque debo admitir que las flores de esta parte de Poniente son mis favoritas" río "Sabes, hoy es un buen día para recibir a un nuevo príncipe, ¿No crees?" Jaime la observó confundido "No comprendo" ella sonrió a Rhaegar quien la observaba desde el campo de batalla, para luego voltearse al Ser "He tenido contracciones desde esta mañana" Jaime alarmado se levantó de su asiento "¿¡Qué!? , ¡debemos ir a que te recuestes, no deberías estar aquí, debiste haberle dicho a Rhaegar!, ¿¡Cómo se te ocurre aparecerte estando así!?" Ravenna río fuerte mente tomándolo del brazo para sentirlo de nuevo a su lado "Calma, Jaime, me siento bien, aún no he rotó fuente, en cuanto Rhaegar termine con esto iremos los dos a nuestra habitación y le diré" el Lannister la vio con ojos abiertos, siendo interrumpido por la persona que anunció la victoria del príncipe Rhaegar.
Ravenna observó a su marido con una sonrisa, él conectó su mirada con ella para articular una disculpa con sus labios, confundida frunció el ceño para luego verlo tomar la corona de flores azules norteñas, pasó frente a ella dejándola aún más confundida para posarse frente a Lyanna Stark, la lady hija de lord Rickard Stark, el guardián del Norte, prometida del lord de Bastión Tormentas, Robert Baratheon, le entregó la corona de flores, nombrandola Reina del amor y de la belleza, todos en las tarimas se encontraban en silencio, los hombres al rededor de Lyanna se veían molestos, se levantaron para irse completamente furiosos.
Ravenna podía sentir la mirada de la gente sobre ella, tomó el brazo de Jaime apretandolo, la capa blanca tomó esto como una señal, ayudó a la princesa a levantarse de su asiento para que ambos se dirigiesen a las habitaciones de la pareja.
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Desde que terminó el torneo la princesa no había dejado de llorar, su hermano y esposo la había humillado ante tanta gente, prefiriendo a la niña norteña antes que a su esposa y madre de sus hijos, Jaime la había consolando, hasta que para sorpresa de ambos la princesa rompió fuente, que oportuno.
El príncipe Rhaegar había exigido entrar a la habitación con desespero, las partera y Jaime lo habían impedido pues Ravenna había dado órdenes de no dejarlo ingresar a las habitaciones, al menos hasta que el bebé haya nacido. El bebé tardó horas en nacer, todos estaban preocupados, a diferencia de su primer parto este se vio un poco más complicado, siendo alargado por varias horas hasta que llegó en anochecer y el amaner del siguiente día, para cuando el bebé nació el sol brillante de Harrenhal ya estaba sobre el medio día.
La princesa había dado a luz a un varón el cual ella decidió nombrar, Aegon, un nombre digno de un príncipe Targaryen, aún se había negado a ver a Rhaegar, aunque para ese momento del día no pudo hacer más, el príncipe dragón ingresó a donde su esposa se encontraba con su bebé pegado al pecho. "Ravenna..." la princesa lo ignoró mientras acariciaba la cabeza de su bebé "No quiero excusas, me humillaste como si no fuera nada para ti, mis hijos y yo partiremos a Dragonstone mañana mismo" el príncipe pareció sorprendido ante esto "No, no, querida, dejame explicarte".
La princesa lo interrumpió "No quiero que me expliques nada, ya quedó muy en claro que ni yo, ni mis hijos te importamos... Vete de aquí" con resignación Rhaegar plantó un beso en la coronilla del bebé para luego salir de la habitación.
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Mientras Rhaegar pensaba en los establos de Harrenhal observó una figura femenina acercarse a él, Lyanna Stark.
La muchacha se acercó a él "Lo felicito príncipe Rhaegar, escuché que su hijo nació con salud, también lamento haber avergonzado a su esposa" Rhaegar sonrió levemente ante su mención de su hijo "Gracias, Lady Lyanna, espero no haberla puesto en aprietos con su prometido, padre y hermanos, en cuanto a mi esposa no se preocupe, fue mi culpa" Lyanna suspiró, "Siempre estoy en aprietos con esos cuatro, de nuevo una disculpa" la conversación fue interrumpida por ser Arthur Dayne, quien hizo una reverencia ante el príncipe.
"Mis disculpas lady Stark, pero necesito hablar con el príncipe Rhaegar" Lyanna hizo una reverencia con su cabeza y se retiró del lugar, el ser observó al último dragón quien se encontraba sentado sobre un rectángulo se paja con la espalda inclinada y las manos juntas.
"Le hice daño a Ravenna, Dayne" el ser habló en respuesta "Debería explicarle mi príncipe, esto podría salirse de sus manos y si algo llega a pasar es mejor que tanto ella como Lyanna Stark sepan la verdad" Rhaegar asintió, pensando en sus próximos movimientos, necesitaba contarle a su hermana, pero no quiero ponerla en riesgo...
