The Birth of a Dragon

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Mientras los príncipes aún se mantenían en Desembarco del Rey las labores de la princesa Ravenna se habían adelantado, la Reina Rhaella junto a su hijo mayor se mantenían en las puertas de las habitaciones de donde se encontraba la princesa dando ...

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Mientras los príncipes aún se mantenían en Desembarco del Rey las labores de la princesa Ravenna se habían adelantado, la Reina Rhaella junto a su hijo mayor se mantenían en las puertas de las habitaciones de donde se encontraba la princesa dando a luz, esperando noticias del estado de la princesa y el bebé.

Entre llantos y gritos el príncipe escuchó como su hermana gritaba su nombre dentro de las habitaciones, sin poder contenerse más abrió las puertas abruptamente e ingreso para ponerse al lado de su esposa quien se encontraba en el medio de la cama con el camisón blanco manchado de su sangre y las piernas abiertas intentando expulsar a su hijo de su vientre "Lo haces bien hermana, cuando menos lo esperes tendremos a nuestro hijo o hija aquí con nosotros" alentó a la platinada mientras tomaba su mano y acariciaba su cabello.

La princesa siguió entre llantos haciendo lo que las parteras le indicaban, pujando durante horas y sin energías pudo dar a luz al primer hijo de la pareja, una princesa, la princesa Rhaenys Targaryen, como la nombró su padre.

El príncipe dragón tomó a su hija de los brazos de la partera, admirandola se encaminó a su esposa quien yacia en la cama esperando ver a su hija, se inclinó depositando a la bebé recién nacida en los brazos de su madre, para luego dar un beso en la frente de ambas mujeres, al ver a su hija la Targaryen empezó a soltar lágrimas de felicidad "Lo lograste, mi amor, nuestra princesa está aquí, nuestra Rhaenys es perfecta" habló Rhaegar a su esposa juntando sus frentes de manera cariñosa, las puertas fueron abiertas para ver entrar a la Reina Rhaella y al Rey Aerys, abuelos del nuevo integrante de la familia.

"Una niña, ja, pudiste haberlo hecho mucho mejor que eso hija mía, pero eres joven, en un futuro podrás darle más herederos a Rhaegar, aunque esperemos que el próximo sea un niño, para mantener la línea de sangre del dragón las mujeres deben darle hijos a sus maridos, no nos falles de nuevo hija" espetó el rey Aerys para luego darse vuelta y salir de la habitación, Rhaegar lo observó desde dentro de la habitación con un rostro serio, era un día feliz par ambos, ¿Por qué tenía que arruinarlo?

Deseoso de ir tras de él para enfrentarlo su madre lo detuvo señalando a su única hija, en la cama, sus lágrimas de felicidad habían sido cambiadas por lágrimas de tristeza, su llanto se mezclaba con el de su hija y sus lágrimas caían en las mejillas de la misma, el príncipe se acercó a la cama para volver a abrazar a su esposa y tranquilizarla "No lo escuches mi pequeña, nuestra hija no es un error, no importa si de tu vientre solo salen niñas, las amaré porque son mi sangre, son mis hijas, mi familia, amo a Rhaenys de la misma manera en la que amaría a un niño o a otra niña, siempre y cuando salgan de tu vientre, mi amor, no llores en un feliz día como lo es hoy"






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Habían pasado un par de semanas desde el nacimiento de la nueva princesa, los príncipes habían decidido permanecer en Desembarco del Rey hasta que fuera seguro para su hija viajar hasta su hogar, Dragonstone.

En la habitación de los príncipes Ravenna estaba sobre la cama con su hija en brazos amamantandola, ella y Rhaegar se habían negado a que una nodriza le alimentaria y cuidara, ambos estaban haciendo su mejor esfuerzo, ambos eran jóvenes y aunque no sabían qué hacer con el bebé, su madre, Rhaella, los había estado guiando y aconsejando.

"¿Cómo está nuestra hija el día de hoy, querida?" preguntó Rhaegar entrando en la habitación, había tenido una tensa platica con los Lores del consejo de su padre, en donde este le insitaba a dejar en cinta de nuevo a su hija para procesar un nuevo heredero, ahora un varón.

"Ella está bien hermano, te noto algo tenso, ¿Sucedió algo en la reunión con el consejo?" con un suspiro por parte del príncipe ella comprendió, soltando a su hija de su pecho quien ya se encontraba dormida la puso en la cuna a un lado de la habitación y se encaminó junto a su hermano quien estaba en la orilla de la cama sentado con la cara inclinada entre sus manos, ella se colocó entre sus piernas separandolas y tomando su rostro con sus manos habló.

"¿Qué te aflije mi príncipe?" su suave voz era la única capaz de calmar a su esposo, quien la tomó por la cintura y la abrazó hundiendo su rostro entre la tela de su vestido "Nuestro padre insiste en que debemos tener un heredero varón, está empeñado en que quedes en cinta de nuevo cuanto antes"

Ravenna soltó un suspiro entrecortado "No importa lo que diga nuestro padre, nosotros tendremos tantos hijos como querramos, pero todo a su tiempo" con eso besó la frente de su esposo para luego recostarse en la suave cama abrazados.
"Tienes razón, nuestro padre no debe entrometerse en ello, por ahora estamos bien con Rhaenys, si los Dioses deciden enviarnos otro bebé será recibido con amor, de lo contrario estaremos bien los tres"

Sin embargo, las palabras de su padre persistian en la mente de príncipe Rhaegar, la profecía, el dragón de tres cabezas, su padre le había insistido tanto en ellos desde el nacimiento de Rhaenys, ¿Y si era su deber cumplir con aquella profecía?

Ahora estaba confundido, pero muy dentro de él no quería dañar a su esposa, Ravenna era débil según los maestres, le sería difícil tener un parto nuevamente en poco tiempo, los días de Aerys Targaryen estaban contados.
Y si Rhaegar no planeaba bien sus siguientes movimientos estaba seguro que los de él y los de su familia también estarían contados.

Haría todo lo posible por cumplir con aquella profecía, solo intentaría no dañar a su esposa e hija en el proceso por aquel deber que su padre había puesto sobre sus hombros, él solo quería paz y tranquilidad para la casa Targaryen, y si para ellos necesitaba sacrificar algunas cosas lo haría.

Quería el bien para Rhaenys y los siguientes hijos que tuviese con su esposa.






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