Cuando el príncipe Rhaegar Targaryen entrega la corona de flores a Lady Lyanna Stark sin pensar en las consecuencias que esto traería a su casa y a su familia.
Y en donde su hermana-esposa Ravenna Targaryen le concede a su tercer heredero cumpliendo...
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283 d. C
Tras los días posteriores al abandono de Rhaegar a la capital por segunda vez, Ravenna estaba esperanzada con volver a ver a su marido, mientras que afuera su padre perdía cada vez más la cabeza, Jaime la protegía, ella intentaba también cuidar de él, era un niño de todas formas, menor que ella por unos años. Aunque ahora ambos eran prácticamente rehenes de su padre, Jaime para evitar que lord Tywin Lannister se levantará contra él y ella para evitar una traición por parte se Rhaegar.
Ella salió en busca de Jaime, necesitaba su compañía, al encontrarlo lo observó afligido, se acercó para ver qué sucedía, tenía una carta en sus manos, ella esperaba lo peor, cuando Jaime se percató de su presencia se levantó e hizo una reverencia "Mi princesa, el príncipe Rhaegar a enviado esta carta para usted, aún están en camino hacia el tridente" la princesa tomó la carta, Jaime la dejó sola para que la pudiese leer.
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Mi amor
He escrito esta carta por si no llego a regresar se esta batalla, huye con Jaime y nuestros hijos, ponte a salvo
También debo confesarte algo. Ese día en el torno de Harrenhal, no le di la corona a Lady Lyanna porque me gustara o porque la prefiera a ella antes que a ti, le entregué la corona para poder despistar a nuestro padre, tenía planeado reunir a todos mis abanderados en ese torneo para poder quitar a nuestro padre del trono de hierro, ese hombre es un peligro para toda Kings Landing, sin embargo, tomé una decisión apresurada y te hice daño, ser Arthur Dayne me aconsejo decírtelo, pero no pude hacerlo, si te lo contaba nuestro podría utilizarte en mi contra y no quiero eso.
Cuando huí a Harrenhal fue para despistarlos a todos, todo se complicó, Lyanna Stark estuvo de acuerdo con ir junto a nosotros para que todo se viera más real, ella se encuentra a salvo en la torre de la alegría. Cometí el error de aceptar que fuera con nosotros, como sabes lord Robert Baratheon se ha levantado contra nosotros por ello. Ahora que intento enmendar mis errores espero volver con bien, junto a ti y nuestros hijos. Pero si no es así ponte a salvo, espero me perdones.
Te amo, Ravenna Targaryen, mi dulce hermana.
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Ravenna estaba impactada por la carta, Rhaegar jamás la engañó, Rhaegar la ama, Rhaegar hizo todo eso por ellos, por el bien de sus hijos, por el bien del reino, ahora se encontraba camino a la guerra, una guerra que no tenía fundamento, aunque eso nadie lo sabía. Con determinación corrió hacia Jaime.
Lo encontró en la habitación de sus hijos, cuando ella lo llamó inmediatamente se levantó y se acercó a ella.
"Jaime, cuida de mis hijos, tengo que ir con Rhaegar" el caos blanca negó "No, estás loca, te asesinaran su alguien del bando de Robert te encuentra" ella estampó la carta en su pecho "Rhaegar me necesita, si él y Robert Baratheon se encuentran la guerra se desatará y temo por la vida de mi marido, Jaime, por favor"
El chico pensó y habló "Si te vas iré contigo" Ravenna negó "No, tú cuidaras a mis hijos, si no regresamos quiero que huyas a Dragonstone con mi madre y hermano, promete Jaime qué lo harás, el castillo no tiene protección, todos fueron con Rhaegar, será fácil que huyan" el Lannister la observó con los ojos aguados "¡Prometelo, Jaime!" en contra de su voluntad sacó su espada para ponerla frente a ella e hincarse con la cabeza gacha y la mano en su rodilla flexionada "Yo, ser Jaime Lannister, juro por los antiguos y nuevos dioses que protegeré a sus hijos, madre y hermano, princesa Ravenna, con mi vida" con ello se puso de pie y guardó su espada, se abrasaron de forma fraternal y con eso de despidieron.
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Ravenna cabalgó por varios días, el camino hacia el tridente era largo, pero ella iba sola con su caballo, esperaba avanzar lo suficientemente rápido como para alcanzar el ejército de su esposo, se había detenido en algunos pueblos para que su caballo se alimentara y descansara unas horas, volviendo a tomar su rumbo, según había escuchado rumores los ejércitos debían encontrarse en poco tiempo, estaban a unos días de distancia el uno del otro.
Ella solo podía esperar llegar a tiempo para evitar que varias vidas se perdieran.
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Tras varios días de camino, Ravenna puso ver a lo lejos por fin hombres luchando unos contra otros, hombre muertos y otra heridos, la guerra había empezado, esperaba haber llegado a tiempo para salvar a Rhaegar.
Los hombres luchaban unos contra otros, ella intentaba pasar desapercibida entre los hombres, a lo lejos Arthur Dayne pudo ver el cuerpo de una mujer entre los hombres, mientras clavaba su espada en el pecho se un hombre corrió hacia ella. Ravenna se asustó ante la mano que tomaba su brazo "Princesa..." "¡Arthur, llevame con Rhaegar!" el simplemente la observó con ojos abiertos "Rhaegar asesinara a Jaime si te ve aquí" ella negó, "llevame a Rhaegar" ante la orden ser Arthur Dayne se puso a sus espaldas protegiendola de algún traidor qué intentará hacerle daño.
Entre la larga caminata lograron llegar ante la escena que ella esperaba poder evitar, Rhaegar Targaryen y Robert Baratheon estaban luchando, todos la recordarían como la Guerra del Tridente, Dayne había quedado atrás mientras peleaba valientemente.
Cuándo menos se lo esperó, Robert había logrado que Rhaegar perdiera el equilibrio y cayera al suelo, desesperada corría a hacia ellos, en una acción involuntaria gritó el nombre de si hermano "¡Rhaegar!"
Tanto Robert como el príncipe dragón prestaron atención a la suave voz que se escuchó, Rhaegar abrió los ojos al ver a su esposa en el campo de batalla, Robert Baratheon se veía confundido ante la presencia de la chica, ella corrió tan rápido como pudo y se puso frente a Rhaegar, entre el mazo del Baratheon y el pecho del príncipe.
"Robert, por favor, escucha razón, deten esto..." el Baratheon no parecía razonar, sin importarle mucho la mujer frente a él volvió a tomar impulso con el mazo en su manos para golpear. Rhaegar tomó a su esposa y se puso delante de ella lo más pronto que pudo, el príncipe la protegió con su cuerpo, ambos cerraron los ojos esperando el golpe.
Un fuerte estruendo fue escuchado por todos, éste detuvo a los hombres peleando qué observaban lo sucedido.
