1. Propuesta inocente

42 5 0
                                    

«El destino baraja las cartas pero nosotros quienes las usamos».

***

VICTORIA:

¿Por qué está tan bueno este idiota?

Una risa cínica escapa de mí ante la interrogante, esa que se ha vuelto común desde hace un tiempo. Mis ojos se posan en el energúmeno que avanza hacia el ambón del auditorio. Su cabello castaño está peinado hacia atrás, lo que destaca sus masculinas y atractivas facciones. Él es el tipo de chicos que tiene ese no-sé-qué que te hace mirarlo como tonta y sentirte alterada de una manera ridícula, pero que a la vez es muy difícil de evitar.

Jodido italiano.

La piel ligeramente bronceada y sin un rastro de bello, da la impresión que se afeito antes de venir para lucir todavía más limpio y elegante de lo normal, sus labios se curva hacia arriba cuando por una fracción de segundo su mirada marrón colisiona con la mía y, maldita sea, lo odio, porque los latidos de mi corazón aceleran su ritmo como si estuvieran a favor de él y en oposición a mí, lo cual es absurdo.

Porta un traje hecho a la medida de color azul oscuro a juego con una camisa blanca, las zapatillas de cuero negro lucen como si fuesen recién compradas, y mis piernas se juntan anticipándose a lo que se viene, porque cuando habla sobre un tema delimitado ante la clase —esa en la me inscribí en este penúltimo semestre para expandir aún más mi conocimiento—, todo el desagrado que me provoca la actitud petulante, astuta e indiferente que lo conforman, se diluye como agua entre mis manos.

Esa molestia que le guardo debido a lo que hizo hace varios años casi queda en el olvido, todo el rencor desaparece debido a que su oratoria tiene una elocuencia y fluidez que pocos logran alcanzar y mantener, y su voz... Joder, esa voz que posee un tono entre grave y ronco que percibo como un detonante que puedo ignorar, y que el acento italiano permanezca de forma latente en su vocalización a pesar del tiempo que lleva lejos de su nación, es otro elemento que no puedo pasar por alto.

Para mí presenciar a Alessandro Stone en debate es un acontecimiento totalmente cautivador.

Tiene lo que su carrera requiere.

Y definitivamente, lo que a mí me atrae.

Llevo tiempo observándolo y estudiándolo desde lejos, razón por la que sé muchas cosas del italiano, esas de las cuales que aparento muy bien no saber, como por ejemplo:

1. Que no se acuesta dos veces con la misma chica.

2. Que es un puto amo en argumentar y un buen orador.

3. Que si algo no le parece, lo manifiesta importándole una mierda si lo toman bien o no.

4. Que respeta las opiniones de los demás, pero siempre da a conocer su propia opinión.

5. Que le encantan que las personas sean directas, seguras y asertivas cuando van a rebatir uno de sus comentarios, es decir, ama la competencia.

Podría seguir enumerando unas cuantas cosas más acerca del estudiante de derecho, pero decido que es mejor acomodarme en el asiento para disfrutar de lo que se viene, ya que cuando termine de parlamentar el recuerdo del primer año universitario, hará que quiera odiarlo, pues aunque haya pasado el tiempo ese momento sigue teniendo peso... Y es que, ¿cómo voy a olvidar cuando el imbécil menosprecio a Samantha Franco —una de mis amigas— poniéndola en una lista con el título de “Señoritas que nunca saldrían con él”? Muevo la cabeza, cerrándome a esos pensamientos para no amargarme. Una vez que estoy lista para brindarle mi total atención, veo como el italiano se ajusta la corbata negra, reduciendo su postura habitual llena de tranquilidad y seguridad antes de empezar a mover los labios. Sin embargo, no consigue pronunciar nada, porque la voz aguda de la secretaria general de la Universidad Central de Manon lo interrumpe diciendo:

—Buenos días alumnado, lamento la interrupción, pero se solicita con urgencia la presencia del Señor Alessandro Stone y la Señorita Victoria James en la oficina del Decano Logan Talbot, por favor, acudan de inmediato... Gracias por su atención, reanuden sus ocupaciones.

En cuanto termina de pronunciar esas palabras los ojos de la mayoría me enfocan, pero no detallo el rostro de nadie porque inicio a guardar todo en mi bolso, las peticiones del centro deben de cumplirse sí o sí, y por el sonido de pasos bajando del ambón, sé que el italiano piensa lo mismo, ¿qué quiere el decano? ¿Por qué nos llama a ambos?

. . .

Detallo la anatomía masculina del italiano tratando de memorizar cada uno de sus interesantes rasgos. Mientras él tiene la mirada marrón fija en el reloj frente a nosotros. Odio que se vea tan bien, porque no consigo fingir que no existe.

Está para comérselo.

La puerta por la que ambos estamos esperando desde hace no más de 20 minutos es abierta, mostrándonos al coordinador general de UCM con rostro serio y molesto.

—Adelante —dice, girando sobre sus talones para irse al habitual sofá individual cuando va a decir algo muy importante. Hace un ademán para que tomen asiento frente a él, y ninguno de los dos lo dudamos—. Comprensiblemente se estarán preguntando que hacen aquí, y como no tengo tiempo para endulzar la información, seré directo:

» Los quiero a ambos trabajando en una investigación detallada que marque un punto único entre nuestras Licenciaturas, Post grado, Maestrías y Doctorados de nuestras carreras, esto será un trabajo extracurricular... —se acomodó los lentes—. Ya le informé a sus docentes y han aceptado. Sé que tienen muchos trabajos sobre sus hombros, entre ellos su pre-seminario de graduación, pero necesito que cumplan con esto… Han sido seleccionados porque representan un historial académico impecable y resaltaron espectacularmente entre los mejores promedios de la institución con respecto a investigaciones. La calificación que recibieron en los asignaciones investigativas son extraordinarias, y el que hayan ganado un certificado documentalista, contribuye a que sean la primera opción para este trabajo, así que deseo escuchar lo que opinan sobre esto, ¿vale?

La Universidad Central de Manon es mundialmente reconocida y posee una estructura muy impotente, cada uno de los estudiantes y demás personal siente gran dicha al poderse desarrollar dentro de la misma. Recuerdo que casi me quede sin cuerdas vocales al leer el “admitida” en el resultado de examen. Sin embargo, en este momento aunque me alegra ser un buen prospecto para la investigación que están buscando, no es algo que deba aceptar a la ligera.

—La noticia me genera conmoción... —pronuncie, sintiendo el peso de la mirada del hombre que se mantiene a mi lado—. Me enorgullece ser seleccionada para tal labor, pero debo decir que necesito tiempo para pensar detenidamente si voy aceptarla o no, decano.

Los ojos azules del Logan Talbot reflejan mucha incredulidad, seguramente esperaba que aceptara sin detenerme a analizar lo que verdaderamente significa hacerse cargo de una investigación de ese calibre.

Me indigna que crea que soy estúpida.

—Apoyo su comentario —la voz del italiano inunda la estancia—. Espero que comprenda nuestra actitud, pero le aseguro que tenemos buenos e importantes motivos para considerar tal ofrecimiento.

» Y con todo el respeto que se merece, me atrevo a decirle que, pudo habernos informado sobre este trabajo tiempo antes y le habríamos dado una pronta y mayor solución. No obstante, en este momento no podemos, ¿cuánto tiempo está disponible para que le demos la respuesta?

—¿Está bien, una semana? —negocio el director.

Stone volteó a verme, al tiempo que dijo:

—¿Te parece bien a ti? —le doy un asentimiento. Y él me regala una pequeña sonrisa de labios cerrados—. Perfecto, en una semana.

Impetuoso Deseo © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora