8. Adrede

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«¿Sientes la adrenalina?».

***

ALESSANDRO:

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Maldita tortura.

Es el ombligo de la semana y aunque tuve a leve esperanza de que Victoria James no vistiera algo tan provocativo como lo que le mire el día de ayer, mientras almorzaba en cafetería. Puesto que ni la comida me entro al ver como el enterizo se le pegaba a la piel resaltando sus tentativos atributos, mismos que sentía que me invitaban a tomarlos y hacerle lo que me diera la puta gana.  Me dio hambre sí, pero no del alimento que me tocaba ingerir en ese momento, sino de comérmela a ella entera y completa.

Tenía la esperanza de que su vestimenta fuese menos provocativa para mí. Sin embargo, ahora que la veo, me doy cuenta de que el de hoy es mucho, muchísimo peor.

Su cabello castaño está suelto, llegándole hasta por debajo de los hombros, no tiene maquillaje más que solo un poco brillo en los tentadores labios. Trae un short color jeans —si es que a eso se le puede llamar así, es demasiado corto—, mismo que le marca el trasero. Una camiseta blanca amarrada al centro de su espalda, que fonde el color verde de su sostén, poniéndome a cerrar los ojos y apretar los puños un momento para controlar mis impulsos, ya que me siento tentado a avanzar para quitarle toda la ropa, y follarla contra el mesón.

Jodido deliro deseoso.

La veo caminar hacia donde descansa su bolso en piso, como siempre anda descalza, no sé qué el porqué de esa jodida manía y tampoco voy a preguntarle. Cierro con seguro la puerta y camino hacia el sillón giratorio, sin dejar de mirarla, se agacha poniendo su majestuoso culo en popa.

Y la imagen se me distorsiona imaginándomela lista y en cuatro para mí.

Merda.

—¿Tienes hambre? —pregunta, volteando a verme en dicha pose.

Acto suficiente para me olvide de mi modo templado, pasando al estúpido puberto caliente y con ganas de coger. Muy a mi pesar en ese estado me la paso más tiempo del que me gustaría admitir.

—No, ¿no almorzaste? —siendo honesto no me interesa, pero es mejor hablar de otra cosa a que me la vuelva a coger mentalmente.

Joder, ¿qué carajos me pasa?

—No —sonríe—. Pero empaque un poco de pastel que hizo Mary...

La mención de su amiga hace que recuerde, la punzada de molestia que sentí cuando ciertos rumores sobre ella aceptando otra cita con Issac Saucedo llegaron a mis oídos, por lo que me valí de mentiras para hacer que se quedara más tiempo, solo porque la idea de ellos saliendo juntos me hastía la existencia. Aunque se decía que la salida era como una cita en modo de compensación por un supuesto plantón que le dio, que de supuesto no tiene nada... Cada que mi mente evoca lo que hicimos en esa fecha, se me para la polla.

Ese día lo planto porque me la folle en este mismo lugar.

Y estaba dispuesto a volver a repetir el hecho hasta que de sus labios salió el nombre de su amiga.

¿De verdad estuve instantes de romper el tratado solo porque me cuesta contralarme las ganas que le tengo? ¿Por qué quiero volver a poseerla? La respuesta es sí, me la jale todo el fin de semana y los días siguientes pensándola desnuda arriba de mí, gimiendo mi nombre cada que la toque y penetre, ¿qué me detuvo?

Su jodido tono divertido.

Y la mirada traviesa que me dio, haciéndome entender que me quiere tomar de su maldito juguete y para eso no me presto.

Porque por muy tentadora sea la idea de volver a follármela, por muchas ganas que le tenga al pensamiento de repetir, no voy a ponerme ni estoy dispuesto a cederle nada bajo las reglas de un juego en donde la única que gana es ella manteniendo su palabra intacta.

¿Qué se cree?

Mi ego masculino, le manda saludos al suyo.

—¿Quieres coger?

—¿Cómo?

—¿Qué si quieres comer? —dice remarcando las palabras, mordiéndose el labio para no reír y mostrándome un trozo de tarta de chocolate.

Sacudo la cabeza dejando de merodear mentalmente, prestando la debida a atención en la mujer que empieza hacerme dudar si realmente vale la pena solo eyacular en mi mano y cogerla mentalmente, cuando puedo y quiero hacerlo dentro sobre o fuera de ella.

Lei é una tentazione pericolosa.

Entrecerrando mis ojos le doy una mirada cargada de incredulidad.

Sé a la perfección que no dijo eso la primera vez. Joder, yo juegue sucio con ello una vez.

—Gracias, pero no me va lo dulce —le confieso.

Y tampoco confió en las habilidades gastronomías de tu amiga, el comentario me lo reservo, dejo mi morral a mi lado, acomodándome en el asiento.

Asiente en manera ruda, dando pasos lentos hasta llegar al sofá donde me monto aquella noche y sentarse en este con gesto inconforme. Me aguanto las ganas de reírme porque se nota que no está acostumbrada a rechazos, y la entiendo completamente, ¿quién sería capaz de hacer eso? Con esa actitud de mostrase ante el mundo, la personalidad que posee y el pecaminoso cuerpo que se carga, no creo que nadie en su sano juicio pueda negarle algo.

Casi me incluyo en esa lista.

Trato de no comérmela tanto con la mirada, porque al parecer no es suficiente verla de largo en tiempos libres, y me concentro en no bajar mi campo visual de su rostro, ya que ni el jodido cuello puedo verle porque me provoca marcárselo, tampoco los senos porque quiero volver a estrujarlos, ni el abdomen, mucho menos las piernas, y del majestoso culo mejor no hablemos, joder.

Corta un pedazo de la torta y cuando esta por metérselo a la boca, habla:

—Si no te va lo dulce, ¿te gusta más lo amargo? —y es ella ahora la que entrecierra sus ojos verdes—. Para la próxima que Mary prepare algo, te traeré...

—Procura no decirle tus intensiones —la interrumpo, tratando de que de una vez se meta la cuchara a la boca, para que luego pueda fantasear con el acto—. Ya que seguro le agrega algo de veneno como ingrediente principal.

Victoria James no niega la probabilidad de eso y simplemente calla, dándome la dicha de observarla engullir el alimento, cierra sus ojos en señal de dicha y placer, mientras un gemido se le escapa.

Demasiada tentación.

Y excesivo voltaje también, ya que basta con eso para que la polla se me ponga dura, exigiendo atención y por obvias razones no voy a hacerme una paja delante de ella. Por lo que hago girar el sillón, quedando frente al escritorio para después poderme a trabajar en la investigación.

¿Habrá una manera de caer sin que me joda el orgullo?

. . .

Nota: Lei é una tentazione pericolosa significa Ella es una tentación peligrosa.

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Impetuoso Deseo © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora