Yuuji pasa los días con la cabeza metida en sus bocetos, ayudando a ilustrar un complicado libro de botánica. En una de sus expediciones con su hermano al bosque encantado, tiene un encuentro con una ninfa que pronto se convertirá en la protagonista de todos sus pensamientos.
» Donde Megumi y Yuuji están condenados a vivir en mundos que se rehusan a entenderse.
N/A: la palabra "ninfa" en español es femenina y no tiene una contraparte en masculino, por lo que a Megumi, aún siendo hombre, se le definirá como "la ninfa". Al ser tratado como una criatura se aludirá a él también como "ninfa macho" o simplemente como "chico"
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[ Todos los sauces bajo los que nos sentamos ]
La botánica era un oficio más complicado de lo que aparentaba. Por suerte, no era botánico. Las hierbas, las flores y las setas no le interesaban, o al menos no de la misma forma en que su hermano mayor se interesaba en ellas.
Desde que había nacido, a Yuuji siempre le habían dicho que tenía un talento para el arte. Había crecido llevando su pequeño cuaderno de dibujos encima y se detenía a garabatear cualquier cosa interesante que se encontrara en los bordes de su camino. Ese era el motivo por el que acompañaba a su hermano a aquellas expediciones, deseaba dibujar la flora del bosque encantado.
—Iré a recoger hierbas, no te muevas de aquí —anunció Sukuna, quien cargaba con una cesta de mimbre.
—Está bien.
—Y no te olvides de no interactuar con ninguna criatura que se te acerque —advirtió, antes de desaparecer entre los arbustos.
El bosque encantado era una estructura misteriosa y llena de niebla que abarcaba la parte este del pueblo en el que ambos vivían. Su hermano mayor y él habían crecido escuchando las historias de los valientes que se aventuraban entre los árboles de ese lugar, y habían tenido pesadillas con las criaturas que decían que lo habitaban. El bosque era un lugar curioso, una entidad viva que no permitía que cualquiera pusiera un pie allí. Sólo ciertas personas podían entrar, pero nadie realmente sabía los criterios por los que la naturaleza se regía.
Desde que Sukuna se había convertido en botánico y sanador, lo había acompañado en todos y cada uno de sus viajes. Habían encontrado plantas curativas de gran valor que podían erradicar enfermedades que en un pasado habían causado decenas de muertos. Yuuji ilustraba por él un libro con los conocimientos que iba adquiriendo, con el objetivo de recopilar todo lo que descubrían y compartirlo con las siguientes generaciones.
Pero no se encontraba allí concretamente para seguir ilustrando el libro, eso lo llevaba a cabo en el local de Sukuna, sino para poder tomar bocetos del bosque. Era un lugar verdaderamente enorme, de árboles que rozaban el cielo y estanques de agua cristalina. Había múltiples tipos de flora y fauna que solo existían en ese lugar y Yuuji estaba dispuesto a dibujarlos todos.
