Soledad y vacío, esos eran los sentimientos que albergaban a Junko Inoue cada minuto, sentía que no encajaba en ninguna parte, y siempre fue invisible a los ojos de todos, al menos así era hasta que entabló una relación con su vecino Izuku Midoriya...
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"Solo será una vez..."
Sus compañeros ya habían perdido la cuenta de las veces que vieron heridas en los brazos de Midoriya, no había terminado de sanar la anterior y llegaba con una nueva.
Obviamente las sospechas llegaron.
— ¿No es raro que Midoriya siempre traiga heridas? — Preguntó Uraraka a sus compañeros y amigos de clase.
Todoroki, Iida, Yauyorozu y Tsuyu, quienes estaban con ella voltearon a ver a Midoriya.
— No quería compartir esto. — Habló Todoroki. — Pero me estoy haciendo una idea de lo que en verdad está ocurriendo.
Sus compañeros le prestaron toda su atención.
— ¿Qué cosa? — Preguntó Yauyorozu.
El chico suspiró mientras esperaba a que su compañero peli verde saliera del salón de clases para irse a su casa, ya que la escuela ya había acabado. Cuando esté se fue habló.
— Yo... — Tragó saliva. — Pienso que Midoriya se autolesiona.
Silencio.
Sus compañeros lo miraron sorprendidos y confundidos.
— ¿Qu-é? — Tartamudeó Uraraka.
— ¿Por qué piensas en eso Todoroki? — Le preguntó Iida.
— Al inicio no lo creí, pero luego de ver que siempre llega con heridas nuevas, empecé a observarlo mejor, y me he dado cuenta que todas son en el mismo brazo, en el izquierdo, y Midoriya no es diestro, a parte de que contando que se intentó... — Hizo una mueca. — Suicidar... y que desde eso ha estado peor que antes, pienso qué tal vez solo busca una manera de sobrellevarlo. — Tragó saliva. — Haciéndose daño así mismo.
Tras lo que dijo Todoroki, sus compañeros y él idearon un "plan" para averiguar si aquello podía ser cierto, aunque en el fondo esperaban que no.
(...)
Al otro día a primera hora, vieron llegar a Midoriya, y como desde aquella vez, traía un vendaje nuevo en aquel brazo. Obviamente esto no pasó desapercibido por sus compañeros, que se miraron a ver entre ellos.
Esperaron a la hora del desayuno, cuando todos los demás se fueron, inmediatamente se acercaron al asiento de Midoriya, el cual estaba recostado en sus brazos mirando la ventana.
— Deku. — Lo llamó Uraraka.
Este se acomodó y la miró a ver, encontrándose con sus otros compañeros.
— ¿Pasa algo? — Preguntó.
— ¿Cómo está tu brazo? ¿Te volviste a lastimar?
El pelo verde se tensó, y por supuesto sus compañeros se dieron cuenta.
