parte 4

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Pasaron cinco largos años desde que Harry Potter dejó Inglaterra, buscando refugio de su dolor y los recuerdos que lo atormentaban. Se había establecido en un pequeño pueblo en Francia, intentando construir una nueva vida. Durante ese tiempo, había aprendido a sonreír de nuevo, aunque la sombra de su amor perdido siempre estaba presente en su corazón.

Un día, mientras paseaba por el parque con su hijo, Scorpius, un niño de tres años con cabellos rubios y ojos verdes que le recordaban a Draco, Harry sintió una necesidad creciente de volver a casa. Había evitado Inglaterra durante demasiado tiempo, y ahora sentía que era el momento de enfrentarse a su pasado.

El regreso de Harry fue discreto. Llegó a la Madriguera, donde los Weasley lo recibieron con los brazos abiertos y lágrimas de alegría. Hermione y Ron estaban allí, sus rostros llenos de preocupación y alivio. Les presentó a Scorpius, y aunque estaban sorprendidos, lo aceptaron con amor.

Unos días después, Harry decidió visitar Hogwarts, un lugar lleno de recuerdos tanto dolorosos como felices. Mientras paseaba por los terrenos, sintió una presencia familiar. Al girar, vio a Draco Malfoy de pie, con una expresión de asombro y dolor en su rostro.

—Harry —dijo Draco, su voz quebrada—. No puedo creer que estés aquí.

Harry sintió una oleada de emociones al ver a Draco, pero antes de que pudiera responder, Scorpius corrió hacia él, aferrándose a su pierna.

—Papá, ¿quién es él? —preguntó el pequeño, mirando a Draco con curiosidad.

Draco miró a Scorpius, y su expresión cambió de asombro a dolor. Lágrimas comenzaron a llenar sus ojos.

—Harry, ¿cómo pudiste? —dijo Draco con la voz entrecortada—. ¿Cómo pudiste tener un hijo con otra persona? ¿Por qué me hiciste esto?

Harry sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Tomó aire profundamente y se agachó para estar a la altura de Scorpius, acariciando su cabello suavemente.

—Draco, no es lo que piensas. —Su voz temblaba mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas—. Después de que me fui, estaba perdido y vulnerable. Unos meses después, fui atacado y… y fui violado. Scorpius es el resultado de ese ataque.

Draco retrocedió, el dolor y la culpa reflejándose en sus ojos. Las lágrimas comenzaron a caer libremente por su rostro.

—Harry, yo... no sabía. Lo siento tanto. Si hubiera sabido...

Harry lo interrumpió suavemente.

—No hay nada que perdonar, Draco. Ambos fuimos víctimas de circunstancias más allá de nuestro control. Scorpius es mi hijo, y lo amo más que a nada en este mundo, pero su existencia no cambia lo que siento por ti. Nunca lo ha hecho.

Draco cayó de rodillas, sollozando. Harry se acercó y lo abrazó con fuerza, sintiendo el latido acelerado de su corazón contra el suyo.

—Te he echado tanto de menos —dijo Draco entre lágrimas—. Cada día, cada noche... Pensé en ti y en lo que perdimos.

Harry lo sostuvo con fuerza, sus propias lágrimas cayendo silenciosamente.

—Yo también te he echado de menos, Draco. Pero ahora estamos aquí, juntos. Podemos intentar reconstruir lo que teníamos, por nosotros y por Scorpius.

Pasaron horas hablando, compartiendo sus dolores y esperanzas. Draco conoció a Scorpius, y el pequeño se encariñó rápidamente con él. A pesar de las circunstancias trágicas de su concepción, Scorpius trajo una luz renovada a sus vidas.

Con el tiempo, Draco y Harry encontraron la manera de sanar juntos. Draco, habiendo terminado su matrimonio con Pansy de manera amistosa, se mudó con Harry y Scorpius, formando una nueva familia. Aunque el camino no fue fácil, el amor que compartían les dio la fuerza para superar cualquier obstáculo.

Juntos, comenzaron una nueva vida, donde el pasado no dictaba su futuro, sino que los fortalecía. En cada sonrisa de Scorpius, en cada momento compartido, encontraron la redención y el amor que siempre habían anhelado.



Sombras del Destino (drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora