15

16 2 2
                                    

Pov. Taehyung

Había pasado poco más de una semana, y cada día había resultado una entretenida y hermosa experiencia.

El día después de hablar con Jungkook, había llamado a Jimin para preguntarle cómo estaba, preocupado por cómo estaba gestionando la situación con la prensa y con sus propios sentimientos respecto a Yoongi. Sorprendentemente, lo llevaba bastante bien. Jimin estaba relajado, consciente de que una relación entre omegas sería muy criticada por la gran masa y que tal vez perderíamos algunos fieles a la marca, pero también diciéndome que el Ceo de la empresa era él, un omega, lo cual ya resultaba bastante fuera de serie, así que estar enamorado de otro solo completaba el paquete. Además, eso era algo obviamente personal y secundario que no debería afectar a su imagen pública, y que si lo hacía simplemente lo ignoraría.

Lo único que tal vez le preocupaba un poco era que Yoongi no quisiera arriesgarse, pero me dijo que hablaría con él sobre el tema antes de apresurarse en entrar en depresión y pedirme ir a ver dramas a su casa.

Esperé que Yoongi no quisiera renunciar a cualquier cosa que estuviera teniendo con mi rubito, en un gran porcentaje, porque no quería que sufriese, y en otro un poco más reducido, porque me supondría un problema a la hora de cuidar al bebé que tenía en casa al tener que ir a atender su mal de amores. Obviamente eso no se lo dije, no me sentía preparado para escucharlo ofenderse dramáticamente y mucho menos para oír sus razonables consejos sobre llevar el niño a la policía. Quería autoengañarme un poco más con la idea de poder encargarme yo de darle una familia.

De todas maneras, omitiendo ese pequeño detalle, le pedí que me diera la posibilidad de trabajar en mi casa durante un tiempo, excusándome con que me había contagiado de un extraño virus que no me incapacitaba, pero sí era muy contagioso. Por suerte, y aunque creo que no se lo acabó de creer, me concedió mi petición.

Así pues, durante los últimos días había estado trabajando en mi apartamento con mi portátil en una mano y un bebé dormilón en la otra. En pequeñas pausas o ratos libres, alternaba el ordenador con el plato de comida y una revista de cuidado de bebés en frente.

Durante la mayor parte del día mantenía al pequeño sobre mi pecho durmiendo mientras yo hacía mis tareas. Cuando se despertaba le daba de comer y volvía a dormirse, y cuando tanto mi lobo como yo sentíamos un pinchazo de incomodidad y un hedor intenso, le cambiaba el pañal antes de que empezara soltar quejiditos por la incomodidad.

Por suerte, el chiquitín era muy tranquilo y casi no lloraba gracias a tenerlo todo el rato en brazos. No había olvidado que el médico me recomendó estar en contacto físico constante, por lo que a veces optaba por ir sin camisa y ponerme una bata encima cuando tenía frío.

Muy de vez en cuando, el bebé interrumpía sus horas de sueño sin la intención de comer o quejarse por el pañal, y entonces jugueteaba en mi hombro, babeando y mordiendo mis orejas o tirándome del pelo con sus puñitos. Cuando denotaba un claro interés por recibir mi atención, cosa que duraba pocos instantes porque se cansaba muy pronto y se dormía, le hablaba y le cantaba suave sintiendo cómo, a pesar de no entenderme, me escuchaba atentamente y me miraba curioso con ojitos brillantes.

Jungkook era mi otro bebé que me había enamorado un poco más, si eso es posible, visitándome cada tarde y trayendo juguetitos, pañales y comida que pensó podría necesitar o gustarle al pequeño.

Cuando uno de los días le pedí que se quedara por la noche y permanecimos entonando baladas tumbados en mi cama a los dos lados del chiquitín, para al día siguiente amanecer y verlos dormiditos con un par de pucheros y mofletes aplastados contra las sábanas, babeando con los labios entreabiertos y el cabello revuelto, una sensación de plenitud y calidez me invadió, sintiendo mi corazón plácido y mi alma serena, admirando esos rostros mansos y deleitándome con la atmósfera calmada con sabor a café, menta y coco, sonriendo con ojos cautivados por la escena y acariciando a mis dos lucecitas con manos cuidadosas. Las dos luces que habían iluminado mi vida opacando al sol y a la luna, haciéndome desear que ese momento se detuviera en el tiempo para poder revivirlo una y otra vez sin riesgo a que se evaporara.

Take your hand - Kooktae/TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora