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Jungkook

Abrí los ojos con molestia y los volví a cerrar ante la luz que se filtraba por la ventana, arrugué mi entrecejo mientras me estiraba en la cama alcanzado posiciones inimaginables y complicadas, como las de yoga, pero para nada profesionales y algo graciosas. Por suerte vivía solo y nadie podía ver el horror de mis piruetas mortales, pero eso no era lo peor, lo peor es que a veces se me escapaba uno que otro... ya saben... gas ¿Pedito?

Después de unos cinco minutos de pura pereza y un estiramiento algo extraño me levanté de la cama.

Con los ojos entreabiertos, más cerrados que abiertos a decir verdad me encaminé hacia el baño tropezando con cada uno de los objetos de la casa. Cuando por fin tomé una ducha pude despertar completamente y empezar mi rutina diaria, un poco de ejercicio, un desayuno enorme y limpiar un poco la casa (de esa manera siempre estaba ordenada y los fines de semana era más fácil hacer la limpieza completa), y finalmente salí hacia el trabajo.

Mi horario comenzaba a las diez de la mañana, pero llegué antes de la hora para organizar todo el material y esterilizarlo, que cada pared y rincón quedasen completamente limpios para recibir al primer cliente del día. Cada día tenía alguna que otra cita programada o simplemente llegaban clientes. Con las máquinas y agujas listas le di el visto bueno a mis compañeros de trabajo para abrir el negocio.

Cuando un grupo de jóvenes al parecer universitarios se asomaron al local supe que sería un día largo, ruidoso y ocupado.

Mientras tratábamos a aquel grupo, lo que había precedido sucedió. Los jóvenes no se quedaban quietos, al menos los que esperaban su turno, iban de una sala a la otra visitando a sus amigos y algunos preguntando temerosos si dolía mucho. Y yo como gran servidor público contestaba sus preguntas de la manera más profesional y tranquilizadora que posible.

—¿Realmente duele? — los ojos de aquel chico no se despegaban de la máquina en movimiento sobre la piel de su amigo.

"Pues claro pendejo, literalmente te están enterrando miles de agujas al mismo tiempo, pero los humanos son idiotas y les gusta sufrir, sino mira al estúpido de mi humano, bien que chilla cuando le hacen un tatuaje y tiene todo el brazo lleno de tinta ¿No te jode?"

"No seas así"

"Y tu deja de joder con lo de la tinta, que siempre acabo con el rabo entre las patas"

"Eso no es problema mío"

"Cabrón"

—Dolerá un poco, pero tú solo piensa que es por un momento, además, el tatuaje que se están haciendo es realmente pequeño, así que no hay de qué preocuparse — traté de calmar al chico, solo esperaba que a alguno de mis compañeros les tocará él, no quería tatuar a un chico que evidentemente temblaba al mirar a sus amigos mientras se hacían aquel sencillo siete.

Para mi desgracia y en contra de mis deseos me tocó tatuar a aquel chico, resultó más pálido de lo que ya era y las piernas casi ni le podían sostener al ponerse en pie para irse, estaba completamente seguro de que no se volvería a hacer un tatuaje en la vida.

Las horas pasaron tan deprisa con aquellos chicos que cuando terminamos era la hora del almuerzo, así que después de organizar y limpiar mi zona como siempre después de cada cliente, salí a buscar algo de comer, pero un cuerpo me interceptó en la salida.

—Yoongi ¿Qué haces aquí? — fue lo primero que salió de mi boca al ver aquella mirada gatuna y rostro pálido.

—Ni un saludo me das, menudo idiota — soltó este mientras salía del local, seguí sus pasos como sabía que esperaba que hiciera. —Vamos a comer, tengo hambre y necesito pedirte un favor. Por cierto — se giró. — Hola, Kook. — sonrió con la boca cerrada, casi perezoso o más bien forzado.

Take your hand - Kooktae/TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora