჊ 𝗬𝗌𝘂𝗿𝘀 𝘁𝗿𝘂𝗹𝘆, 𝗔𝗱𝗱𝗶𝗲.

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tw: depresión, suicidio

En el hueco profundo de la noche oscura,
donde el alma se diluye en su tristeza,
se siente el peso de una carga insegura,
que oprime el pecho y corta la promesa.

La sensación de vacío se instala,
drenando cada atisbo de emoción,
el corazón, estrujado, se desmaya,
mientras los ojos pesan en la razón.

La culpa anida en lo más hondo,
como un eco constante en la cabeza,
se repasan las últimas reacciones,
del amor, la amistad, de la certeza.

¿Acaso quienes juzgan sienten el peso
que desgarra al sentirse muertos en vida?
No es simple búsqueda de un triste exceso,
sino el último grito en la partida.

No hay egoísmo en el acto de la despedida,
sino un intento final de hallar la paz,
en la oscura maraña de la herida,
se busca clemencia, no miradas hacia atrás.

Porque cada alma que elige partir,
busca el amor que la vida negó,
en el silencio del sufrir y persistir,
encontrar el perdón que nunca encontró.

Así que no juzgues con ojos cerrados,
ni condenes sin entender el dolor,
cada partida es un grito ahogado,
un último acto de amor en el temor.

Addison Sinclair yacía en el suelo de su habitación, escuchando los golpes desesperados en la puerta. Cada llamado resonaba en su mente como un eco distante, mezclado con el dolor punzante que emanaba de su vientre. Había perdido demasiada sangre. La noche anterior, su madre, había cortado su largo cabello como castigo por no ganar el concurso de debate internacional. Esa mañana había decidido acabar con todo.

—¡Addison! ¡Abre la puerta! ¡Addison, abre la puerta ahora! —la voz de su madre, cargada de preocupación y frustración, era un contraste agudo con las lágrimas silenciosas que rodaban por las mejillas pálidas de Addie.

¿Una tontería? ¿Solo cabello? Addie no podía evitar preguntárselo mientras sentía el frío de la soledad envolverla. No, no era solo eso. Era la suma de todos los abusos, las palabras cortantes, los golpes que había soportado día tras día.

Cumplía doce años, emocionada organizó su fiesta en el patio del internado. Todos le habían insistido que lo hiciera y prometieron asistir para estar con ella. "¿Por qué tiras la tarta? Nadie la ha comido aún", escuchó con incredulidad mientras la fiesta que imaginó se desmoronaba ante sus ojos. No había ni rastro de los amigos que habían prometido estar allí y nadie con quién compartir aquella tarta.

Era de fresas.

"Eres una niña mimada más, no vales nada", escuchó congelada mientras el señor Ryan la acusaba injustamente de destrozar la cabaña del campamento ese verano. No importaba cuánto tratara de explicarse.

Addie lo siente, ¿usted también?

Déjenme salir, por favor, les juro que no diré nada", suplicó con voz quebrada mientras sus compañeras de campamento la encerraban en medio del bosque. El miedo la paralizó mientras el eco de sus risas resonaba a su alrededor. Mia, Marine, Celine, Lya... ¿encontraban divertido su sufrimiento?

Aquella mañana, al llegar a la escuela, encontró las palabras crueles escritas con labial rojo en su casillero. "Addison Sinclair es una zorra fácil". Jackson Guthenberg se había asegurado de que toda la clase presenciara su humillación al darle un beso, mientras su ex novia, Marine Klark, miraba sin demostrar ningún remordimiento.

Si te dijeran que Addie no quería ese beso, ¿aún así lo escribirías?

 "Señorita Sinclair, sus calificaciones no son lo que esperamos de usted". Su aparente insuficiencia, resonaba en su mente sin importar cuánto se esforzara.

𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐘 || 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐑𝐀𝐌𝐒𝐄𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora