Capítulo 15

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El sonido del reloj en la pared era el único indicio de que el tiempo seguía avanzando

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El sonido del reloj en la pared era el único indicio de que el tiempo seguía avanzando.

Me encontraba sentado en la esquina de mi habitación, con las piernas contra el pecho, me balanceaba ligeramente hacia adelante y hacia atrás, intentando encontrar consuelo en el movimiento repetitivo.

La oscuridad se había convertido en mi única compañera; el miedo y la desesperación eran las sombras que me rodeaban constantemente.

Había pasado tanto tiempo desde que sentí algo que no fuera dolor.

Las palabras de mi padre seguían resonando constantemente en mi mente, un eco interminable de desprecio y odio. "Sos un fracaso," había dicho, su aliento cargado de alcohol y veneno. Cada letra se clavaba en mí como un cuchillo, abriendo heridas que nunca cicatrizaron.

Miré la navaja sobre la mesa, su filo brillando tenuemente bajo la luz de la luna que se filtraba por la ventana. Era una presencia constante, un recordatorio de las salidas que siempre estaban al alcance de mi mano. Las cicatrices en mis muñecas picaban, como si supieran que las contemplaba, recordándome cada intento fallido de poner fin a toda mi historia.

El día había sido un borrón de dolor y vacío.

Las clases eran solo un telón de fondo mientras mis pensamientos se sumergían en abismos oscuros. La gente hablaba a mi alrededor, sus voces mezclándose en un murmullo indistinguible. Nada de lo que decían importaba; sus vidas parecían tan distantes de la mía, tan llenas de una alegría que no podía comprender, pero que envidiaba tanto.

Salí de la escuela sin dirección, mis pies llevándome por calles vacías y parques desiertos. Los árboles se balanceaban suavemente con el viento, sus sombras bailando sobre el pavimento.

Me senté en un banco, el frío de la madera atravesando mi abrigo fino. Cerré los ojos, dejando que el silencio me envolviera.

Un susurro en mi mente, me decía que todo podría terminar, que el dolor finalmente podría cesar. Pensé en mi hermana, en la dulzura de su sonrisa antes de que todo se desmoronara. ¿Estaría ella decepcionada de verme así? ¿O entendería mi desesperación?

Regresé a casa con pasos pesados, mi padre no estaba; probablemente aún en el bar, ahogando sus propios demonios.

La casa estaba silenciosa, como un mausoleo que esperaba pacientemente su próximo inquilino.

Subí las escaleras, cada uno de los escalón crujía bajo mi pes y al llegar a mi habitación, cerré la puerta detrás de mí, alejándome del mundo exterior. La navaja seguía ahí, con su presencia imponente. Me acerqué y la tomé entre mis dedos, su frío acero envió un escalofrío por mi espina dorsal.

Me senté en la cama, sosteniendo la navaja con fuerza. La presión en mi pecho era insoportable, un dolor sordo que no me dejaba respirar.

Cerré los ojos, imaginando cómo sería el silencio absoluto, la paz que tanto anhelaba. No había esperanza, no había futuro. Solo el alivio de un dolor que finalmente terminaría.

Las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro, cada una como un testamento de mi desesperación. No había nadie que pudiera salvarme, nadie que pudiera comprender la profundidad de mi tormento. Y así, con una decisión final, llevé la navaja a mi piel, sintiendo el filo cortante como un último abrazo.

El mundo comenzó a desvanecerse, la oscuridad abrazándome con una dulzura que nunca había conocido.

Y en ese momento, supe que finalmente encontraría la paz que tanto había buscado.

...

Nota del Autor

¿Alguna vez te has encontrado en un lugar donde el tiempo parece detenerse, y el dolor se convierte en una constante, una sombra que nunca se aparta?

¿Has sentido el peso de las palabras crueles, resonando en tu mente como un eco interminable, incapaz de ser silenciado?

¿Qué harías cuando la única compañía que encuentras es la desesperación misma?

¿Pueden las cicatrices de una vida de sufrimiento realmente cicatrizar, o simplemente se convierten en una parte constante de ti, como el frío acero de una navaja?

¿En qué momento un simple objeto se convierte en la última esperanza de alivio?

Mientras Alex lucha con la navaja, buscando un final a su dolor, ¿Qué futuro le espera?

¿Encontrará alguna vez una chispa de esperanza en medio de su oscuridad, o está condenado a un ciclo interminable de sufrimiento?

¿Qué pasará cuando los últimos vestigios de esperanza se desvanezcan, y sólo quede la soledad de un corazón roto?

En los próximos capítulos...¿Qué revelaciones esperarán a Alex mientras explora los límites de su resistencia?

¿Podrán surgir nuevas verdades y conexiones que cambien el curso de su vida, o el vacío será su único compañero?

¿Encontrará alguna forma de transformar su dolor en algo que le permita seguir adelante, o se hundirá aún más en el abismo del desespero?

La búsqueda de paz de Alex es solo un capítulo en un libro de dolor y esperanza.

A medida que la historia avanza, la pregunta persistente será: ¿Encontrará algún tipo de redención, o se rendirá a la oscuridad que lo envuelve?

La respuesta se revela en las páginas siguientes, donde cada momento de desesperación se entrelaza con la posibilidad de un nuevo amanecer.

Mi corazón grita tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora