Capítulo 2

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Desperté sintiendo el frío de la mañana entrando por la ventana rota de mi habitación

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Desperté sintiendo el frío de la mañana entrando por la ventana rota de mi habitación. La luz tenue del amanecer apenas alcanzaba a iluminar los restos del día anterior: una pila de ropa sucia en el rincón, libros abiertos esparcidos por el suelo y el eco de los gritos que todavía resonaban en mi mente.

Me miré en el espejo agrietado del baño, las ojeras oscuras y la mirada vacía me devolvieron la mirada. Me pregunté, cómo lo hacía cada mañana, cuánto tiempo más podría soportar esto.

En la cocina, mi padre ya estaba despierto, su figura encorvada sobre la mesa, una botella de licor a medio vaciar frente a él. No hizo falta que dijera nada. El simple hecho de estar en la misma habitación era suficiente para hacer que mi estómago se revolviera. Tomé una manzana del frutero y salí antes de que pudiera notar mi presencia.

La escuela no era mucho mejor. Los pasillos estaban llenos de voces que parecían susurrar mi nombre en cada esquina. Sabía que no me miraban directamente, pero la sensación de ser observado nunca me abandonaba. Caminé rápido hacia mi casillero, intentando pasar desapercibido.

-¡Hey, Alex!- La voz de Max me sobresaltó. Me giré para encontrarme con su sonrisa radiante. Max era uno de los pocos que intentaban ser amables, aunque yo siempre mantenía la distancia. -¿Vienes al partido esta tarde? Podríamos usar algo de apoyo en las gradas.-

Forcé una sonrisa y asentí. -Claro, intentaré ir.-

Max asintió y se fue, dejando un rastro de optimismo que parecía fuera de lugar en mi mundo. Cerré mi casillero y me dirigí a clase, el eco de sus palabras resonando en mi mente. La idea de ir a un partido de fútbol, de estar rodeado de personas felices y normales, parecía tan distante de mi realidad.

Las horas pasaron en un borrón de palabras y fórmulas. No importaba cuánto intentara concentrarme, mis pensamientos siempre volvían a casa, a los gritos y golpes que esperaba al final del día.

Cuando la última campana sonó, acomodé mis cosas y salí del aula. La mayoría de los estudiantes se dirigían al campo de fútbol, riendo y charlando entre ellos. Yo caminé en dirección opuesta, hacia el refugio solitario del parque detrás de la escuela.

Me senté en el banco de siempre, dejando que el silencio me envolviera. Cerré los ojos y respiré hondo, intentando encontrar algo de paz en el caos de mis pensamientos. Pero la paz era escurridiza, una sombra que nunca podía alcanzar. Abrí los ojos y miré las cicatrices en mis muñecas, recordatorios de batallas pasadas y perdidas.

La tarde avanzaba y el sol comenzaba a descender, bañando el parque en una luz dorada que apenas podía apreciar. Me levanté y empecé a caminar, mis pasos llevándome de vuelta a casa. Cada paso se sentía pesado, como si el suelo tirara de mí hacia abajo.

Al llegar a casa, la puerta se abrió con un chirrido que resonó en el silencio. Mi padre no estaba a la vista, probablemente dormido en alguna parte después de beberse el día. Subí las escaleras y entré en mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí con un clic definitivo.

Me senté en el borde de la cama, sacando la caja de madera de debajo. Dentro, los recuerdos de una vida que ya no me pertenecía. Saqué la navaja que guardaba allí, su frío metal reflejando la poca luz que entraba por la ventana.

La presión en mi pecho se volvió insoportable, y las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro sin control. No había esperanza, no había salida. Solo el alivio de un dolor que finalmente terminaría. Sostuve la navaja con fuerza, sintiendo su filo contra mi piel, y cerré los ojos.

El silencio de la habitación se hizo absoluto, y por un momento, todo el ruido en mi cabeza se detuvo. Finalmente, la paz estaba al alcance de mi mano.

...

Nota del Autor para los Lectores

HOLAA, nuevamente yo, Alex Roi.

¿tanto tiempo verdad? intentare llegar mas seguido jsjsjs <3

¿Qué les pareció el capitulo de hoy?

Diciéndoles la verdad... me costo bastante escribirlo, recordar tiempos pasados que uno quiere enterrar en lo mas profundo del alma y luego escribirlos... es difícil, sin contar lo doloroso del proceso pero aún así, es necesario, necesario para poder soltar, necesario para ser feliz... (al menos para mi)

Este capítulo no es amable. Es un descenso crudo y despiadado a la mente de alguien que ha sido empujado más allá de sus límites, un reflejo de lo que sucede cuando la esperanza se disuelve y el dolor se convierte en una rutina. ¿Alguna vez has despertado sintiendo que el frío de la mañana es más cálido que el vacío que llevas dentro? Alex lo hace, día tras día.

Mientras lees, te pregunto: ¿Qué harías si el mundo a tu alrededor te ofreciera solo oscuridad? ¿Si el único reflejo en el espejo fuera el de una sombra de ti mismo, roto y sin rumbo? La realidad de Alex es brutal, y en su silencio, se esconde un grito que muchos ignoran.

Pero, ¿hasta dónde puede llegar una persona cuando ya no ve salida? ¿Qué caminos sombríos se abrirán ante Alex en los capítulos por venir? ¿Tendrá la fuerza para resistir, o la desesperación finalmente lo consumirá? Este no es un viaje hacia la redención, es una caída libre hacia lo desconocido. Lo que sigue es incierto, pero lo único seguro es que no será fácil. 

¿Tienes el valor de seguir leyendo y enfrentar las mismas sombras que acechan a Alex?

Mi corazón grita tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora