The real Juan Diego Aquino

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-¡Y Soaring me dijo que las hormigas se volverían gigantes si las metíamos en la piscina! Pero me mintió

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-¡Y Soaring me dijo que las hormigas se volverían gigantes si las metíamos en la piscina! Pero me mintió...- bufó Duxo, cruzándose de brazos. Aquino se río.

-Seguro Soaring tampoco tenía idea de que las hormigas no iban a crecer si se arrojaban a la piscina- articuló Aquino con la vista fija en la ruta.

-Chu siempre me miente... pero lo amo... es una de mis mejores amigos...- empezó a balbucear el ojilila soltando pequeñas risas. -Pero Aquino... no te pongas celoso, yo también te amo a ti.

Aquino no dijo nada, su vergüenza no lo dejaba.

-Es ahora cuando me dices que tu también me amás, Aquino- le reprendió Duxo, sonriendo ampliamente pero sin mostrar los dientes. Ante aquella mirada dulce, el menor simplemente no pudo negarse.

-También te amo, Dux'- murmuró con una sonrisa y visiblemente ruborizado.

Duxo se calló en ese momento y los que siguieron después. Aquino lo agradecía, no quería tener que morir de la vergüenza por otras cosas que se le pudiesen escapar al mayor en ese estado de ebriedad, donde parecía no tener filtro alguno a la hora de hablar.

Un par de minutos después, ambos estaban frente a la casa del castaño oscuro, quien hacía tan solo un par de meses vivía con su primo, Estailus, quien lo había recibido con los brazos abiertos cuando volvió del intercambio estudiantil en Mexico. Sus padres le habían pedido que volviese a Chiclayo pero Aquino prefirió vivir con su primo en Lima. Después de conocer a personas tan fantásticas como las que eran sus nuevos amigos, no se arrepentirá de su decisión.

Salió del auto, pensando que tendría que abrirle la puerta al peli lacio y cargarlo él mismo hasta el interior de la casa, pero se preguntó en cuanto el mayor abrió la puerta y salió por su cuenta, caminando entre tropezones hasta la entrada.

Aquino lo siguió rápidamente, posicionándose a su lado.

-¡Kendo!- gritó Duxo, deteniéndose unos metros antes de llegar a la puerta.

-Dux', Kendo no se encuentra acá, ésta es mi casa- le hizo saber el de ojos miel, parándose frente a bajito quien lo miró con el ceño fruncido.

¿Por qué me trajiste a tu casa, Aquino?- preguntó Duxo enarcando una ceja.

-No tenías donde dormir, Dux'. Yo me ofrecí a darte hospedaje porque sé que mi primo no pasará la noche acá. Además, a él no le molestará- le explicó el más alto, esperando que el menor le entendiese.

-Si querías que durmiera contigo no tenías que inventar una excusa- Duxo hipó.. -Yo hubiera venido..si era contigo... sin importar nada...

Aquino sintió calientes sus orejas.

-No, Dux'... yo... yo...

Duxo abrazó a Aquino, acercándose demasiado a su rostro al menor.

-Silencio, capybarita. Despertarás a Kendo...- susurró Duxo, mirando fijamente los labios de Aqui, quien empezó a entrar en pánico de inmediato. ¿Y si Duxo lo besaba? ¿Qué se supone que debería hacer si su amigo lo besaba? ¿Apartarlo? ¿Y si se sintió rechazado?
Pero no tuvo tiempo de pensar mucho más, pues el bajito le besó la nariz y se apartó, tambaleándose hasta la puerta, donde empezó a golpear aparatosamente y sin cuidado alguno. Aquino tuvo que respirar más de tres veces, inhalando y exhalando hasta llegar a diez.
El menor caminó hasta él y lo apartó levemente de la puerta, dándole tiempo para mirarlo con una sonrisa boba y abrazarlo por la espalda, trepándose en su cuerpo como si fuera un pequeño koala.

•●Falofilia•●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora