Fuck me again, please

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Aquino reposó su cabeza en el hombro de Duxo con los ojos cerrados, esperando que el éxtasis del momento se extinguiera por completo. El problema fue que, cuando logró estabilizar su respiración, entró en razón: ¡Se había cogido a su amigo! Y no a cualquier amigo, sino al amigo que le gustaba.

Estailus estaría muy decepcionado de él si se enteraba... eso no iba a ser nada bueno, mierda.

No se supone que debía dejarse llevar por las provocaciones de Duxo y desatar su lado salvaje con ellas. Sabía que, en el fondo (y quizás no tan profundo), Duxo deseaba una cosa como aquella... y quizás, había estado bien cumplir su fantasía (la de ambos, de hecho). Igualmente, el hecho de que haya perdido el control, de modo tal que ni siquiera lo llevó a la cama, le demostraba que no se encontraba del todo "curado".

Mierda.

Parpadeó un par de veces para enfocar su visión, encontrándose con la bellísima imagen de su Duxo medio dormido, mirándolo con una lánguida sonrisa de autosuficiencia.

La puta madre, quería hacerlo de nuevo.

Pero no, no estaba bien. Debía convencer a su cuerpo de que estaba satisfecho con una sola vez. Solo una, solo una, solo una...

-byy...- susurró Duxo. Aquino lo miró con la vergüenza a flor de piel. No era su intención dejarse llevar de ese modo, de hecho, lo tenía rotundamente prohibido. -Quiero hacerlo otra vez.

Los ojos avellana del chiclayano se abrieron tan grandes, que temió que se quedaran de esa forma.

-No.- contestó, completamente firme. Duxo enfureció.

-¡¿Por qué?!- demandó, moviéndose en protesta, lo que ocasionó que la hombría de Aquino se deslizase por su interior, haciéndolos gemir a ambos.

-N-no sabés... lo que estás pidiendo...- balbuceó, con la intención de salir cuanto antes de ese culo caliente. Pero el mayor no quería ceder.

-E-estoy completamente consciente d-de lo que te pido, Aquinin...- susurró el azabache, meciendo letárgicamente sus caderas. Aquino se retorció, cerrando los ojos y dejándose llevar por el momento. Duxo amó la forma en la que la gran pija del moreno se endurecía nuevamente en su interior, haciéndolo sentir lleno. De repente, se percató de un detalle tan importante que lo dejó inquieto. -¿Dónde están tus lentes?

Aquino abrió los ojos con mucha dificultad, intentando procesar la pregunta para así intentar responderla.

-L-los dejé en el auto- respondió, tomando en cuenta por primera vez desde que llegó a casa que los había olvidado allí dentro. Duxo movió sus brazos atados y los puso frente al rostro de Aquino, con una súplica silenciosa en la mirada.

-No te voy a desatar.

El ojilila hizo un puchero.

-¿Por qué no?- inquirió, a punto de empezar una pataleta. Aquino frunció el ceño.

-Me gusta tener el control y tu eres muy inquieto, Duxo...- le hizo saber el ojimiel, empujando dentro de él y robándole un gemido profundo de la garganta, Aquinl sonriente y soltó un suspiro. -En especial cuando estás borracho.

-Mmmm, Aquinon eres un controlador...- murmuró el lacio, lamiéndose los labios. -Me gusta.

-Mierda, deja de provocarme- gruñó el chiclayano, embistiendo nuevamente.

-Oooh, by... más duro...- suplicó Duxo, completamente indiferente a las palabras del alto. Aquino soltó un bufido cuando se dio cuenta que estaba siendo cruelmente ignorado y se limitó a cumplir la petición del Rethey.

El castaño oscuro obligó a Duxo a que ponga sus manos nuevamente donde las tenía antes y agarró con fuerza los cachetes de su trasero impulsándose a entrar y salir nuevamente.

•●Falofilia•●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora