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—¿Se ha entrevistado con un libertino y ha salido ilesa del encuentro? —preguntó la señorita Wharton, burlona—. No me sorprende de usted, lo único que me hubiera sorprendido en verdad es que cayera. Supongo que salió corriendo al hablar con usted.

—Ni siquiera puedo sorprenderla con algo tan insólito, señorita Wharton.

—Sus padres son la causa de que nada en esta vida pueda sorprenderme, porque ya me dejaron sorprendida al llegar a esta casa. No he visto a personas tan extrañas en los años que llevo como institutriz. Cuénteme cómo ha podido espantar a lo más fácil de conseguir en un salón. Estos hombres se ofrecen sin mucho que hacer, son fáciles, aunque para usted me imagino que debió ser difícil.

—La verdad es que sí se me ha ofrecido, pero en un principio no entendí lo que quería, porque yo solo pretendía una cosa de él que era observar su arete. Le pedí poder retratarlo, pero se fue muy ofendido.

La señorita Wharton se desternilló de la risa como una dama lo haría, pero la pobre institutriz estaba demasiado roja, como si comenzara faltarle el aire.

—Solo a usted se le ocurriría semejante cosa. Solo lady Philippa Parker pudo dejar ir a un libertino... Una variedad de hombre tan fácil de pescar como un resfriado.

—¿Está siendo sarcástica?

—No, por supuesto que no, solo estoy repitiendo lo que mi mente grita como si fuera un reproche. Lady Philippa, un libertino es un caballero desorientado, esperando a que una dama lo oriente.

—Mi padre no quiere que sea esa dama. Me dijo que si llegara a involucrarme con un libertino, huiríamos de Londres.

—Su padre se rasga las vestiduras, no debería hacerle caso a alguien que por nada de este mundo espera que usted se case. La única persona interesada en eso soy yo y si lo hace, estaré en la cima como institutriz y usted será una excelente esposa, tendrá casa propia e hijos. Ambos saldremos beneficiadas.

—Usted no se guarda nada, señorita Wharton.

—¿Para qué hacerlo? Usted me conoce y yo la conozco. Salvarla de su tontería es mi trabajo, pero su padre pone este asunto muy difícil.

—Lo que importa es que el libertino no volverá porque lo he ofendido al no requerir de sus servicios.

—Ha perdido conocer muchas cosas por escuchar a las personas inadecuadas.

—Usted tampoco me ha hablado de qué hacer en esos casos.

—Enfrentar a un libertino es un asunto de sentido común. Me sorprende, que creyéndose tan inteligente no lo llevara a un lugar en el que pudieran descubrirlos para que él se casara con usted.

—Considero que esa clase de planes corresponde a mentes desesperadas y yo no estoy desesperada.

—Todavía, lady Philippa, pero si algo llegara a pasar, recordará ese desperdicio de oportunidad.

—Piensa distinto a la señora Smith.

—La señora Smith es una mártir, y lo ha sido por creer que sus niñas Fane serían buenas, pero han sido la desobediencia encarnada y dividida en cinco jovencitas. Yo solo tengo una y estoy encargada de formar una opinión para usted sobre el mundo y la vida. Créame que oportunidades como las que tuvo, jamás las repetirá y es mucho peor cuando lo recuerda sola, soltera y siendo una carga.

—Al menos conseguí un dibujo suyo, ¿me ha quedado bien? Considero que sí, pero en persona él es más atractivo. Lastimosamente, no puedo retroceder el tiempo para reconsiderar mi posición y decirle que me besara o que metiera su cabeza en mi escote.

—Considero que lo del escote es bastante inapropiado. Un beso es suficiente, es tan inocente así como el mejor juez para un matrimonio.

—¿En verdad cree que no volveré a ver al marqués libertino?

—Es probable que lo vuelva a ver, Inglaterra no es tan grande y por lo general comparten los mismos grupos de amistades, pero olvídelo es mucha paja para su caballo, milady.

Le molestaba la falta de fe de la institutriz y peor aún más el nivel de burla y sarcasmo. Había dejado a un libertino como un verdadero ángel celestial comparado con ella. Era humillante, ya que entre mujeres deberían apoyarse.

—Pues lo único que le puedo decir es que si lo vuelvo a encontrar me comportaré como una dama como lo hice antes, pero conseguiré el retrato para mi galería.

—¿Vivirá para siempre en su galería, milady? Recuerde que todo lo que le rodea es de su hermano menor. Usted no heredará nada por eso tiene que forjarse el camino sola. No es algo que ignore. Le he enseñado eso.

—Le pido que no me subestime, sé de lo que puedo ser capaz. Conseguiré un esposo tarde o temprano y haré que se trague todas sus palabras.

—Eso es exactamente lo que quiero y espero. Tome eso mismo como un objetivo personal. Estoy ansiosa por felicitarla por su próximo enlace. Ahora, usted continuará practicando para impresionar a los caballeros y no de mala manera, sino de la forma correcta, con sus habilidades. Estoy segura de que tendrán alguna actividad de música y arte además de los típicos paseos. Por favor, en esos momentos olvide la fisionomía de un caballo, solo es un animal de cuatro patas y nada más. Deje que si un caballero se le acerca para darle una clase de cómo subir a un caballo, usted finja absoluta demencia, haga como si nunca subió a uno.

—Quedaré como tonta.

—Ello prefieren a las mujeres tontas, mientras más sean así es mejor.

Esas palabras de la señorita Wharton le hicieron recordar que el marqués había dicho algo similar. Eso la dejaba pensando en cómo habían hecho sus tías para casarse si las damas debían ser muy tontas. Entendía que fingir desconocimiento podría llevarle a algo bueno, pero si abusaba nadie querría estar al lado de alguien que quizá ni siquiera pudiera hablar bien o ejecutar bien un instrumento. Le daba mucha vergüenza y flojera escuchar a las damas tocando sus piezas musicales y que fueran tan lamentables. ¿En qué cabeza cabía que eso pudiera ser atractivo?

Buen día!

[El Círculo De Los Solteros #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora