Bajo el cielo de Altamira

Capitulo 7

La gran noche había llegado, las personas más importantes del Arauca estaban ingresando a la mansión del gobernador, el distinguido Ulises Ponce de León. La fiesta tenía como fin celebrar su trigésimo octavo cumpleaños, su bella y elegante esposa, tal y como solía hacer todos los años organizó una fiesta por todo lo alto para su esposo.

En Altamira, Santos Luzardo estaba esperando a su esposa para ir a la fiesta, se sentía algo nervioso e inquieto, esta sería la primera vez que él va con ella a un evento público. Nadie en el pueblo a excepción de doña Maribel sabía del vínculo que lo unía a Barbara. En las semanas que habían transcurrido desde que llegó de la Capital con Barbara, no había tenido el valor de confesarle a ella, a la mujer que amaba que se había casado,  esa noche finalmente ella lo sabría al igual que todo el mundo.

Terminó de aplicarse perfume y bajó al primer piso para esperar a Barbara. Sabía que doña Maribel había regresado en la tarde para ayudarle a arreglarse. Revisaba su reloj impaciente, no entendía porque tardaban tanto, finalmente escucho pasos bajas por las escaleras, dio media vuelta y la vio.

Barbara lucia un hermoso vestido color blanco el cual tenía pequeñas piedras preciosas incrustadas lo que hacía que diera cierto esplendor. A juego tenía unos tacones  clásicos cerrados, de un color dorado, su cuello era adornado por una fina gargantilla de oro y unos pendientes a juego.

Santos la observó de abajo hacia arriba con lentitud, miró con atención cada detalle, como el vestido se ajustaba a su cuerpo como si fuera una segunda piel, su pequeña cintura le daba un toque muy femenino a su silueta, su clavícula algo descubierta se veía muy bien con aquella gargantilla, sus labios lucian un color cereza, sus mejillas tenían un leve color rosado, sus ojos resaltaban gracias a las sombras con brillantes que tenía, simplemente lucia hermosa, muy hermosa. Se veía como toda una princesa, como toda una dama.

Negó mentalmente por tener aquellos pensamientos, volvió a revisar su reloj, estaban justo a tiempo.

-¿No se ve preciosa?.-pregunto doña Maribel terminando de bajar las escaleras con Barbara, la señora estaba muy emocionada, había ensayado por una semana entera con ella para este día, la había ayudado a vestirse y maquillarse, incluso ella misma le compró aquel vestido, quería que la primera vez que fuera a una gran fiesta fuera inolvidable tanto para ella como para el resto del mundo.

-¡Mi niña pero que hermosa se ve!.-Casilda que venía de la cocina se detuvo para ver a su patrona, le parecía que la joven lucia como un ángel.

-Gracias a las 2.-dijo Barbara sonrojandose, estaba acostumbrada a que hombres le dijeran que era bonita, aunque no la hacían sentirse como tal, pero escuchar y sentir halagos verdaderos y sin ningún tipo de doble intención era algo nuevo para ella.-Si siguen exagerando así me lo voy a creer.

-No es ninguna exageración Barbara, vas a ver que vas a ser la mujer más linda de toda la fiesta, incluso más hermosa que la esposa del gobernador.-espetó doña Maribel.-¿No lo cree usted, don Santos?.

-Emm, si, te ves muy bonita Barbara.-respondió algo incómodo.-Es mejor que nos vayamos, no quiero llegar tarde.

Los 2 salieron juntos de la casa grande y se subieron en la camioneta que era conducida por Pájarote.

Llegaron a la mansión del gobernador sobre las 8:30 de la noche, las invitaciones decían que la hora de inicio era a las 8 en punto, pero Santos no quiso estar desde tan temprano en la fiesta, tenía el presentimiento de que no disfrutaría mucho de la noche.

Santos fue el primero en bajarse, rodeo la camioneta para abrirle la puerta a ella pero cuando llegó del otro lado ella ya se había bajado.

-Las señoritas y las mujeres en general siempre deben esperar a que el hombre les abra la puerta de auto para bajarse.-Barbara quiso torcer los ojos, de cada 4 cosas que hacía en 3 Santos le corregía algo, el parecía más su profesor que la propia Maribel.