Capitulo 8

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Habían pasado 2 días después de la fiesta del gobernador. Barbara y Santos a penas se dirigían la palabra, eran meros formalismos,  los 2 preferían no hablar casi con el otro para evitar peleas, sabían que terminarían discutiendo por cualquier motivo así que era mejor evitar cualquier inconveniente.

El sol del mediodía iluminaba el llano con fuerza. Después de almuerzo Barbara decidió aventurarse fuera de Altamira para recorrer libremente la naturaleza como estaba acostumbrada a hacerlo. 

Pipo era su único aliado en esa pequeña escapada. Salió a pie, ya que Santos había prohibido que le dieran un caballo. Sin que nadie se diera cuenta se fue de Altamira a dar su paseo con su incondicional amigo.

La sabana se extendía ante ella en un vasto tapiz de verdes, amarillos y dorados, y ella El suelo estaba suave bajo sus pies, el aire estaba impregnado de los aromas de la tierra y la vegetación.

Pipo corría a su lado, subiendo y bajando por los árboles feliz. Cada vez que el mono encontraba un árbol adecuado, se lanzaba a sus ramas con habilidad, mirándola desde lo alto mientras ella avanzaba por el suelo. Barbara lo observaba con una sonrisa, admirando la libertad y el vigor del animal, aunque ninguno de los dos eran un prisionero como tal de cierto modo sentía que Pipo tenía más libertad que ella. Podía ser el mismo sin que nadie le dijera que hacer o como comportarse, no tenía que seguir reglas ni etiquetas.

Mientras avanzaban, Barbara aprovechaba el tiempo para explorar y familiarizarse con el terreno, se movía entre arbustos y altos pastos, estudiando los contornos del paisaje para asegurarse de no perderse. La sabana se desplegaba en un mosaico de colores y sonidos únicos, veía garzas rojas y corocoras blancas, algunos chiguires comiendo pasto, algo de ganado y pájaros volando por el cielo. Nada podía compararse con la hermosura de la naturaleza, no importaba cuanto doña Maribel le hablara de grandes ciudades en Europa como París o Vienna, para ella nada de eso seria tan hermoso como lo que tenia frente a sus ojos.

En un momento Barbara decidió subirse a un árbol y ver todo desde la cima, cerró los ojos y dejó que el sol acariciara su rostro, Pipo se subió en su hombro y la imitó. Minutos después ambos trepaban de árbol en árbol como lo hacían en la selva, se detuvieron al llegar a una hermosa cascada. El agua cristalina caía de una fuente creando una laguna o poza. Como si algo la llamara bajo del árbol para recorrer el lugar con detalle.

—Esto es el paraíso.

El lugar era como un sueño hecho realidad, con el agua cristalina cayendo en un suave descenso y creando una piscina natural al pie. El paisaje era perfecto, rodeado por un bosque en miniatura que parecía haberse formado en el corazón de la sabana.

Decidida a disfrutar de este hallazgo, Barbara se desnudó con rapidez, dejando sus ropas en un lugar seguro cerca de la orilla

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Decidida a disfrutar de este hallazgo, Barbara se desnudó con rapidez, dejando sus ropas en un lugar seguro cerca de la orilla. Se sumergió en el agua, sintiendo el frescor en su piel y dejándose llevar por la tranquilidad del lugar. Pipo descendió del árbol y se unió a ella en el agua, empezó a chapotear alegremente y a nadar a su alrededor.

Bajo el cielo de Altamira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora