Capítulo 6

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Un largo suspiró salió de su boca cuando, con los párpados pesados, pudo abrir los ojos. Lo primero en ver fue un techo de color azul pastel. Sentía el cuerpo entumecido, como si recién despertara de un sueño largo que no recordaba. Tragó saliva, cerrando unos segundos los ojos para reponerse. Sin embargo, a la velocidad de un rayo, los volvió a abrir, frunciendo el entrecejo. ¿Qué hacía acostado?

Harper se sentó, reconociendo las mantas blancas y moviéndose por lo rápido del movimiento. La cama de dos plazas de verdad era más grande de lo que parecía y sintió algo pesado, tironeando en su muñeca derecha. Cuando miró en esa dirección vió unas esposas que lo unían al respaldo de la cama. Intentó abrir el metal, pero era imposible. Soltó un gruñido por la frustración hasta que la puerta se abrió y, por instinto, se cubrió con las mantas hasta la cabeza.

―¿Bastián? ¿Estás dormido? ―reconoció la voz de Delfina que entró a la habitación.

Escuchó como se aproximaba, sintiendo un peso al lado suyo. Harper tensó la mandíbula, sin saber qué hacer. Sus manos se cerraron en puños con fuerza en el borde de las mantas cuando percibió que Delfina iba a destaparlo. Luego oyó un suspiro proveniente de la mujer.

―Ya no sé cómo acercarme a vos, hijo. ―habló ella― Te siento cada vez más distante desde que pasó lo del accidente. Sé que no quisiste arrojarte al auto... Perdón. Sé que no te gusta hablar del tema. Pero sólo me gustaría poder tener a mi Bastián nuevamente. Porque te amo y te extraño mucho.

Harper sintió un nudo en el corazón y de inmediato recordó la infancia y adolescencia que vivió con Max, teniendo una madre ausente porque trabajaba para poder darles un hogar y comida. No fue en uno de los mejores barrios del estado de Luxe, pero fue el sacrificio de Tiana. Quien intentó siempre darles pequeños lujos, sabiendo lo difícil que era criar a un par de gemelos. Debió haber sido duro.

Simpatizaba con el dolor de Delfina por Bastián. Más fuego corría por su sangre al saber que estaba sufriendo por una mentira de su hijo. Cerró los ojos con fuerza para no llorar de la bronca.

―Bueno. ―volvió a hablar Delfina, y ya no sintió el peso junto a él― Te dejo descansar. Que sueñes lindo.

Un par de minutos más tarde, después de oír la puerta cerrar, Harper soltó una bocanada de aire y se limpió las lágrimas con el dorso de su mano izquierda. Cargaba mucha impotencia y angustia, sobrepensando en que esa noche él debería estar con su familia. Su madre estaba internada. Debía y quería estar con ella.

Un ruido lo sobresaltó, corriendo las mantas y girándose a ver hacia la ventana. Esta había sido abierta por una sombra que apenas podía distinguir en la oscuridad, tambaleándose en cada paso. Harper se removió, prendiendo la luz de la lámpara que estaba en la mesa de noche y observó furioso a Bastián. Este lo miró, tocándose la cabeza con una mano, como si no entendiera que ocurría.

―Te voy a matar. ―le dijo a regañadientes Harper, haciendo ruido con la cadena de las esposas― ¡Sacame esto! ¡Ahora mismo!

―¡Shh! No grites. ―Bastián se agarró la cabeza con la otra mano y se sentó en el borde de la cama― Ni me acordaba que te tenía acá. Así que no tengo ni idea donde puede estar la llave. ―hizo una pausa breve― Creo que se la di a Lana.

―¡Me drogaron! ¿Sabes cómo puedo demandar eso? No puedes hacer algo así a una persona. ¡Sobre todo cuando se supone que tu madre piensa que estás tú en mi lugar!

―¿Por qué metes a mi mamá? ―le preguntó Bastián con las cejas fruncidas, viéndolo.

―Ella entró y yo tuve que taparme para que no se diera cuenta. ―Harper deseó tirarse encima de él para golpearlo― Y se disculpó por lo del accidente y que quería de nuevo a su lindo hijito. ¡Que es un mentiroso y secuestrador!

―Ya no grites más. ―chilló Bastián, cubriéndose las orejas― Tomé de más y tengo mucho sueño. Mañana veremos como te desato.

Diciendo esto, se levantó y se sacó el canguro negro que llevaba puesto y Harper notó que tenía glitter rosa en el rostro. Como si hubiese ido a una fiesta. Más se indignó cuando levantó las mantas para acostarse a su lado, dándole la espalda.

―¡No te puedes dormir! ―lo sacudió fuerte con el brazo libre― ¡No pienso dormir aquí! ¡Debo volver a mi casa!

―Son las dos de la mañana. ―levantó una mano Bastián como restándole importancia― Te pagaré. Ahora callate o te tapó la boca con algo.

Harper se quedó con los labios entreabiertos, preguntándose si de verdad Bastián sería capaz de dejarlo allí. Frunció la expresión y empezó a dar golpes frenéticos con el respaldo de la cama, sacudiendo su brazo derecho como loco, a pesar de que le provocaba dolor. Fue placentero oír la queja de Bastián que se sentó y, algo que no esperaba, se le tiró encima, apagando la luz del velador, abrazando su cuerpo con fuerza. Su mano fría tocó la de Harper para detener los golpes. Podía sentir su respiración suave en el cuello, incluyendo el olor a alcohol. Lo había inmovilizado.

―Bastián, te estoy hablando en serio. ―dijo a regañadientes el pelinegro, intentando no moverse para no rozar con el cuerpo que tenía encima.

―Yo también hablo en serio. ―escuchó el tono suave de la voz de Bastián que tampoco se movió.

Harper se puso a pensar en las mil maneras de matar a alguien, sin dejar rastros. Estaba furioso, pero el sueño también lo estaba venciendo. Además, sintió como la respiración de Bastián disminuía, pareciendo haberse quedado dormido.

―¿Bastián? ―susurró Harper para verificarlo.

No recibió respuesta alguna, por lo tanto confirmó que estaría atrapado en esa cama por una larga noche. Por lo tanto, cerró los ojos e intentó relajarse como pudo. 

La Gran Mentira De Bastián Osipov [B.O1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora