Siento que la maldita cabeza me va a explotar, este jodido dolor de cabeza parece crecer con cada segundo que paso encerrado en este salón. Estar metido con tres chicos que parecen que se van a matar entre si es simplemente demasiado para un chico de diecisiete años común y corriente, tal vez con problemas parentales y una hermana pequeña de la que cuidar, pero perfectamente común; es una lástima que no tenga una mascota, podría usarlo como excusa para librarme de esta pesadilla.
No puedo concentrarme al cien por ciento en el tema que se supone que le debo estar enseñando a Akira Overton, todo por ese estúpido chico de la librería que se adhirió a mi como una sanguijuela en cuanto vio la oportunidad y al igual que el animal, no importa cuanto lo intente no puedo sacármelo de encima. En cuanto lo vio conmigo, Angus se unió a la caravana y ahora se encuentra sentado atrás de mí, vigilando cada movimiento que hace el chico de la librería (o al menos eso es lo que creo), quien se encuentra sentado atrás de Akira, justo en mi campo de visión, se aseguró que fuera de ese modo.
En cuanto a Akira, estoy seguro que él tampoco se puede concentrar. No mentía cuando dije que los tres tenían ganas de asesinarse entre ellos, y creo que al menos él tiene razón para hacerlo, han interrumpido nuestra tutoría. Me da vergüenza mirarlo y saber que todo esto es mi culpa y también porque realmente tiene la cara de querer cortarle la garganta a la primera persona que se le pongo enfrente que, para mis desgracias, soy yo.
—De verdad lamento que pasara esto. —susurro después de apagar la alarma.
Han sido dos horas infernales y lo único que quiero es irme a mi maldita casa, encerrarme en mi jodido cuarto y dormir por lo que resta del puto día.
Me mira por primera vez desde que entraron los otros dos idiotas. Sus ojos, brillantes de irritación, me estudian unos segundos y el sentimiento se derrite, el verde brillante y frío se vuelve cálido. Me regala una sonrisa torcida y casi hago lo mismo. El color de sus ojos me atrapa y no puedo evitar volver a pensar que es el verde más intenso que he visto en unos ojos.
—Yo no creo que haya sido culpa tuya. —me responde con un susurro igualmente. Se me sale una mueca que pretendía ser una sonrisa.
Pero a él no parece importarle, es más, sonríe ampliamente. Abre la boca.
—¿Acabaste, Pecas? —la voz del chico de la librería interrumpe lo que sea que Akira estaba planeando decir. Y sin que me diera cuenta, ahora está a su lado.
Mi ceño fruncido vuelve y el dolor de cabeza se hace más intenso. Sin poder contenerlo, entierro la cabeza entre mis manos. El sonido de las sillas al correrse hace que mi cabeza palpite de dolor.
—Fletcher. —gritan Angus y Akira al unísono.
—Cierren sus putas bocas. —gruño. Se escucha una risita en el fondo.
—¿Qué te duele? —pregunta Akira.
Si no me doliera tanto la jodida cabeza, estaría sorprendido de la preocupación que hay en su voz.
ESTÁS LEYENDO
Contigo a la Luz de la Luna
FantasyLa luz del día y el sol traen consigo verdades ocultas y misterios perdidos en el tiempo, pero es cuando la luna sale y el cielo oscurece cuando los sentimientos se intensifican, transformándose en melodías nocturnas de amor y odio. Sinopsis en la h...