Forestwolf, madrugada del martes 26 de septiembre
Sé que estoy soñando cuando la veo.
Me acerco a ella lentamente, con el corazón martilleando contra mis costillas quitándome el aire de los pulmones, mantengo la vista fija en ella temeroso de que en un abrir y cerrar de ojos, se irá, desaparecerá otra vez frente a mis ojos y nuevamente, no podre impedir que se vaya, me quedaré solo con su recuerdo.
Sigue aquí.
Puedo verla con mayor claridad ahora que solo nos separan unos centímetros. La imagen en mi memoria no le hace justicia a la de mi sueño. Su cabello rojo cae suavemente en ondas hasta sus hombros delgados, su piel es más blanca de lo que recuerdo, resalta las pecas que le heredé; sus ojos azul grisáceo brillan haciéndolos ver más grises que azules, sus labios rosados se mueven mientras me estudia. Usa un vestido blanco de un solo hombro que la hace parecer más joven.
—Mamá. —digo con voz temblorosa. Sus ojos se llenan de lágrimas.
Ella abre sus delgados brazos y sin pensarlo me lanzo hacia ellos. Soy mucho más alto que ella, su cabeza queda a la altura de mi pecho, donde las lágrimas humedecen mi playera, yo entierro mi cabeza en su cabello rojizo, huele exactamente igual, a lavanda.
—Mi dulce bebé. —susurra contra mi pecho y las lágrimas caen de mis ojos sin que quiera retenerlas.
Pasamos un rato así, abrazados mientras siento la calidez de su cuerpo envolverme y el deseo de quedarme así para siempre me llena, pero mi madre se separa. Veo las lágrimas secas en sus mejillas y con los pulgares, limpio los restos, ganándome una sonrisa llena de ternura de su parte.
—Mi Fletcher. —no recordaba con claridad el sonido de su voz, dulce y melodioso. —Cuantos has crecido. —un suspiro se sale de sus labios.
—Perdón. —me parece la única palabra correcta que ofrecerle.
Mamá alarga el brazo hacia mi cara y yo bajo unos centímetros para facilitarle el acceso cuando pone su mano en mi mejilla y me mira con sus ojos color azul grisáceo empañados.
—No tienes nada de que disculparte, Fletcher. Nada. —las lágrimas se amontonan detrás de mis ojos y niego. —Nada de lo que pasó es tu culpa, ¿me oyes?
—Yo... —trago el nudo de mi garganta y tomo una profunda respiración. —Yo grité, por mi culpa...
—No fue tu culpa. —sentencia. Vuelvo a negar.
—Debí haberme callado, debí hacer lo que me dijiste, lo que papá dijo, esperar. —no puedo contener más tiempo las lágrimas y otra vez caen pesadas sobre mis mejillas. —Debí haber hecho algo.
—Hiciste lo correcto, Fletcher. —dice con la voz entrecortada y los ojos llorosos. —Fue lo apropiado.
Me quedo helado, ni siquiera la mano de mi madre en mi mejilla es lo suficientemente reconfortante, y en un momento de simplemente nada, doy un paso atrás. Mamá jadea en respuesta. Busco sus ojos con desesperación y me encuentro con su mirada azul grisáceo, tienen el mismo color que la penúltima vez que los vi, antes de que todo se fuera a la mierda, antes de que me dijera que me encerrara en el baño, antes de que ella...
—Moriste. —mi voz sale junto con el aire almacenado en mis pulmones y también el de mamá. —¿Cómo puedes decir eso cuando moriste? ¿Cuándo ya no estás?
—Fletcher...
—¡Cuando por mi culpa él te asesino!
Las piernas me fallan cuando suelto la culpa que he estado reteniendo en mi interior, cuando la verdad me golpea, dejándome de rodillas completamente desorientado.
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Contigo a la Luz de la Luna
FantasyLa luz del día y el sol traen consigo verdades ocultas y misterios perdidos en el tiempo, pero es cuando la luna sale y el cielo oscurece cuando los sentimientos se intensifican, transformándose en melodías nocturnas de amor y odio. Sinopsis en la h...