En cuanto abro la puerta, me encuentro con un profundo silencio que decido no romper. Dejo las llaves en la mesa y subo las escaleras hacia mi habitación.
Antes de llegar escucho una voz procedente de la habitación de mi padre.
Nunca he entrado a su habitación, normalmente está cerrada, tampoco es que me diera la suficiente curiosidad como para intentar abrirla y descubrir lo que hay adentro, me da miedo descubrir si las cosas de mi madre han desaparecido por completo, si mi padre ha decidido borrar su presencia de este lugar. Sin embargo, esta vez me acerco en silencio pegado a la pared, quedándome justo al lado del marco. Está abierta muy poco, probablemente mi padre no la cerró bien. Me inclino para escuchar mejor.
—Se me está acabando el tiempo... —definitivamente es la voz de mi padre, habla con cansancio. —Y no importa cuanto lo piense, no sé cómo hacerlo de la manera correcta.
No tengo ni idea de a quién o de que está hablando y no estoy seguro de si quiero enterarme. Hay cosas que están mejor permaneciendo ocultas.
—Así no es como debían ser las cosas... además, todo se ha complicado demasiado... y yo... —suelta un suspiro.
Sabía que me iba a arrepentir de seguir escuchando. Parece como si le estuviera hablando a...
—Kara.
Así se llamaba ella, Kara. Mi mamá. Su nombre hace que los ojos me piquen.
—Se suponía que tu debías estar aquí. —sus palabras me causan un dolor extremo por todo el cuerpo.
Me siento como entumido y me cuesta respirar con normalidad. La cabeza me empieza a dar vueltas, pero obligo a mi pierna a moverse. Un paso.
—Lo lamento tanto, Kara, todo esto es culpa...
No puedo escuchar la frase porque la mochila se me resbala del hombro.
Gracias a eso reacciono, la recojo apresuradamente y en un segundo, dando zancadas, llego a la puerta de mi habitación donde coloco la mochila y alargo la mano hacia la perilla. Justo en ese momento, mi padre está cerrando la puerta detrás de él.
—¿Qué haces aquí? —las lágrimas que he estado tratando de retener se evaporan en el mismo momento en que él termina de hablar. El enojo vuelve a hacer acto de presencia
—Salí temprano. —abro la puerta esperando que con eso quede el tema.
Hace todo lo contrario, avanza hacia mí. Con el pie muevo la mochila hacia el interior, incómodo por su presencia. La dejo en el rincón y lo encaro.
—Hablemos. —es todo lo que dice y yo frunzo el ceño.
—¿Puede ser luego?
—En dos semanas será tu cumpleaños. —pareciera que no dije nada, lo que me saca de quicio.
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Contigo a la Luz de la Luna
FantasyLa luz del día y el sol traen consigo verdades ocultas y misterios perdidos en el tiempo, pero es cuando la luna sale y el cielo oscurece cuando los sentimientos se intensifican, transformándose en melodías nocturnas de amor y odio. Sinopsis en la h...