Prologo

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- Mamá, mamá! - Su pelo rojizo voló al darse la vuelta. - Cuéntame una historia! - Pidió el niño estirado en la cama.

La madre se acercó con una sonrisa dibujada en los labios y con voz dulce, preguntó:

- Qué historia? Seguro que da tiempo? Igual es muy tarde. - Añadió mirando su reloj de pulsera.

La habitación era oscura, y la única luz provenía del pasillo y de la pequeña lámpara que había en la mesita de noche. Los grillos anunciaban la hora de dormir y los búhos acompañaban la suave melodía, seguida por el ruido del viento acariciando los árboles.

- No, no! Solo una! Pofiii. La de los elementos. - Imploró él abrazando a su madre.

- Bueno, de acuerdo - Contestó esta sin dejar de sonreír.

> Hace mucho, mucho tiempo, el mundo de los humanos se dividía en cuatro partes. La tribu de las personas de Agua, que vivían en la costa. La de las personas de Tierra, que vivían en el bosque. La tribu de las personas de Aire, situadas en la montaña y, por último, la tribu de las personas de Fuego, que vivían en el campo.

Cada una de estas tribus vivía envuelta de su elemento, y cada persona tenía cierto poder sobre el que le correspondía.

La Naturaleza había dotado a los humanos con los elementos para proteger la tierra y asegurarse de que todo fuese en orden.

Todos vivían en armonía hasta que los emperadores del aire y del fuego tuvieron un desacuerdo, lo que desató una guerra devastadora para los cuatro elementos y sus tribus y reinos.

Mucha gente murió en esta guerra, y la Naturaleza, al ver que los humanos podían crear tanta destrucción, decidió tomarles estos poderes, pero no completamente. Ella aproximó que el final de esta especie estaba cerca y tomó las riendas de la situación.

Aprovechó que, con la guerra, las personas también tuvieron que emigrar y, de esta manera, algunas personas de diferentes tribus se juntaron o cruzaron caminos, un hecho que nunca se había producido. Al pasar esto, pasó algo que nadie nunca habría podido predecir. Dos personas se enamoraron. Y dos más.

Un apuesto joven de la tribu de Aire y una joven de la tribu de Agua se enamoraron al mismo tiempo que una joven de Fuego y un joven de Tierra se enamoraban.

Estas dos parejas, que nunca llegaron a conocerse, hicieron que el poder de los elementos perdurara. Tuvieron una hija, capaz de controlar el aire y el agua, y, la otra pareja, un hijo con los poderes del fuego y la tierra.

La Naturaleza consiguió que sus rutas se cruzaran en una guerra que estaba durando un siglo y estos, simplemente al conocerse, se enamoraron perdidamente el uno del otro.

Bajo las duras condiciones de la guerra, tuvieron una hija que manejaba los cuatro elementos, y de esta forma, la Naturaleza estaba lista para arrebatarle los poderes al resto de la población.

De esta manera, los poderes de los cuatro elementos no se perderían, pero tampoco acabarían en las manos equivocadas. Fin -

La madre miró a su hijo, que tenía los ojos cerrados y la respiración lenta; estaba dormido. Le dio un beso en la frente y, seguidamente, apagó todas las luces y cerró la puerta con suavidad.

La chica de los ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora