LA VERDAD
Al final mi hermano decidió regalarle a Sam un viaje a Praga. Decía que él le había mencionado varias veces esa ciudad, así que pensó que sería buena idea ir allí.
Por otra parte, yo estaba indecisa por una cosa. Un chico de la facultad celebraba una fiesta en su casa y me había invitado. La duda que tenía era, ¿sería buena idea ir? Cada vez que había ido a una fiesta había acabado mal. Esta vez podía ser diferente, pero no me convencía mucho la idea de ir.
—Deberías ir, te lo pasarás bien—opinó Carlos.
A veces ni parecíamos hermanos. No sabía ni la mitad de las cosas que pasaban por mi cabeza. Tal vez esta vez sí tenía razón y debía ir y pasármelo bien.
A medianoche me preparé: me puse un vestido corto y ajustado y unos zapatos con plataforma para parecer más alta. Puede que con ese vestido fuera a llamar un poco la atención, pero no me cambié.
Entré en la casa y estaba lleno de gente que reconocí al instante porque compartíamos clases en la universidad. Lo primero que hice al llegar fue dirigirme a la mesa de las bebidas para tomar algo que refrescara mi garganta.
Me tomé una limonada porque era lo único que había sin alcohol. Sí, seguía temiéndole al alcohol.
Me sentí un poco apartada de la gente. No había venido con nadie y estaba sola. Pero eso no me iba a detener, por eso me acoplé con la gente y me puse a bailar. Eso ayudó a que los problemas desaparecieran.
Todo estaba yendo genial. Era una fiesta normal y por primera vez, podía disfrutar. Cuando salía con Helena no me dejaba tener esa libertad. Y hablando de ella... Justo apareció por la puerta acompañada de dos tíos. Nuestras miradas chocaron y ella me fulminó con sus ojos de víbora.
—¿Qué haces aquí?—me dijo cuando se acercó.
La ignoré completamente y ella se puso de los nervios. Eso provocó que tirara de mi pelo para que la mirara y le prestara atención.
—Te estoy hablando—dijo sin soltarme la melena.
—Suéltame.
—¿O qué?
—¿Otra vez vas a montar otra de tus escenas? Que inmadura eres.
Finalmente soltó mi cabello.
—¿Dónde está tu novio?—me preguntó con un tono malicioso—. No lo veo. ¡Ah, espera! Que no te quiere y solo te haces ilusiones. Lo siento por ti.
—¿Cuando dejarás de ser tan infantil?—le pregunté. Me tenía desquiciada.
—¿Y tú cuando te darás cuenta de que no le importas? Si crees que me creí toda tu historia del beso, estás equivocada. Nunca me creería una estupidez como esa. Sé que lo que quieres es darme celos, pero no lo conseguirás, guapa.
Bueno, al menos me había llamado guapa.
Negué con la cabeza mientras sonreía.
—¿De qué te ríes?—soltó enfurecida.
—De ti. Tus palabras son patéticas, al igual que tú.
—Cuidado con lo que sueltas. Ya verás...
Fingí que estaba emocionada por saber qué me esperaba y eso la cabreó aún más.
Ella les hizo una seña a los dos chicos que venían con ella, que parecían sus guardaespaldas, y se fueron a otra parte de la casa. Yo, en cambio, me quedé allí donde estaba y seguí bailando.
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UNAS ROSAS PARA LUNA
RomanceLuna creyó que si se mudaba a otra ciudad conseguiría deshacerse de los recuerdos que la atormentaban del pasado. Pero no fue así. Ella siente que su vida no tiene solución. Pero todo cambia cuando el mismísimo Sam, el hijo de los empresarios más f...