INVITACIÓN ESPECIAL
—¿Y si me pido un café?
—Creo que ya tienes la energía suficiente—me dijo Sam.
Puse los ojos en blanco.
—Eres muy aburrido—le dije.
De pronto apareció la camarera para atenderlos.
—Buenas noches, ¿qué os apetece?—nos preguntó con una sonrisa muy agradable.
—Yo quiero un helado de chocolate bien grande.
—¿Y para usted?—dijo mirando a Sam.
—Yo no quiero nada, gracias.
Cuando la camarera se marchó, Sam me preguntó:
—Pero ¿no querías chocolate caliente?
—Tenías razón, estamos en verano, por eso me he pedido un helado.
El helado no tardó en llegar. Sinceramente, éramos los únicos clientes a esas horas. No entendía por qué tenían abierto tan tarde.
—¿No quieres? Esta muy bueno—me burlé acerándole la cuchara—. Abre la boca que viene el avión.
Me reí, pero él lo único que hizo fue llevarse las manos a la cabeza. Lo miré seria. Ya se me había pasado un poco el dolor de cabeza.
—No entiendo por qué te pones así. Nadie te ha obligado a que vengas. Ni siquiera te he pedido ayuda, así que para de actuar como si fueras mi niñera.
—Estás mal, no sabes ni lo que dices.
—Sí, lo sé. Solo quiero saber por qué haces esto.
Él se quedó cabizbaja. Ni siquiera se atrevía a mirarme a los ojos.
—Lo hago para que tu hermano no tenga problemas contigo y luego esté de mal humor.
Yo me reí ante su excusa.
—Enhorabuena, Sam.
—¿Por qué?—preguntó, desconcertado.
—Por ganar el premio a mejor excusa del año—respondí, enfadada.
Me levanté de mi silla y me fui de allí.
—Espera, no te vayas—me dijo Sam mientras caminaba tras mía—. No dejes las cosas así.
—Disculpe, no ha pagado—le interrumpió la camarera.
—Aquí tiene—le dijo dándole un par de monedas—. Quédese el cambio.
Yo salí de la cafetería sin mirar atrás.
—Si no te paras, te juro que...
—¿Qué?—le interrumpí—. ¿Vas a amenazarme?
Conseguí que se quedara callado.
—Voy a coger un taxi, así ya no tendrás que preocuparte más por mí. Qué alivio, ¿verdad? Solo espero que cuando estés con mi hermano, no esté de mal humor.
Por suerte, a lo lejos había un taxi y me metí en él. Miré a través de la ventanilla y me di cuenta de que Sam seguía ahí de pie mirando el taxi.
Habían pasado demasiadas cosas esta noche. Solo quería llegar a casa y dormirme en mi cómoda cama.
¡Oh, mierda! ¡Helena!
Cogí mi móvil y la llamé enseguida.
—¿Helena?
—Por fin sé algo de ti. ¿Dónde estás? Llevo toda la noche buscándote.
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UNAS ROSAS PARA LUNA
RomanceLuna creyó que si se mudaba a otra ciudad conseguiría deshacerse de los recuerdos que la atormentaban del pasado. Pero no fue así. Ella siente que su vida no tiene solución. Pero todo cambia cuando el mismísimo Sam, el hijo de los empresarios más f...