🌴 Epílogo 🌴

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 Carter

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Carter

«Aquello duró sólo un instante,

pero hubiera podido eclipsar la eternidad».

Boris Pasternak

Seis años después...

Puedo ver las palmeras doradas en la distancia, a través del humo azulado que desprende mi cigarrillo. El rumor de las olas se eleva sobre el volumen de las risas de los niños, quienes juegan sobre la hierba. El aroma a rosas envuelve el jardín y una calidez familiar abriga mi piel bajo el sol fresco, propio de finales del verano.

Llevo el pico de la botella de cerveza a mis labios. El líquido frío y algo amargo se desliza por mi garganta como en un tobogán. El calor ha hecho que varias gotas de agua decoren la botella. Nino está sentado enfrente de mí, con una expresión relajada y pasando su hombros por los brazos de Sara, quien sonríe con la misma euforia que una niña.

Hoy es el último día del verano, aunque en Reed Beach las temperaturas siempre se mantienen por más de los 30°, la temporada turística y salvaje del año está por terminar. Además de eso, hoy se celebra el sexto cumpleaños de mi sobrina, Sophia.

Cuando Lisa, mi cuñada, estuvo embarazada, nunca terminé de enterarme del género del bebé o de su fecha de nacimiento. Por lo visto, nació en el momento en el que Alex y yo estábamos más que distanciados y mi vida se estaba yendo al carajo. Sin embargo, luego de pasar un año distanciados, decidí tomar el —enorme— paso de telefonear a mi hermano y ahí me enteré de la existencia de Sophia, una pequeña preciosa y dulce que se ganó mi corazón desde el primer momento en el que interactuamos —aunque a mí no me suelen gustar los niños para nada—. Con el paso de los meses, mi hermano y yo fuimos acercándonos más y, sí, fue difícil, pero al final del día nos tenemos solo a nosotros, somos nuestra única familia y reparé en que, al igual que yo, él fue una víctima más de la crueldad de mis tíos.

—¿Por qué tan callado, Carter? —Me pregunta Alex, detrás de mí, con una mano sobre mi hombro. Sonrío y sacudo la cabeza.

—Solo pensaba, ¿cómo está Lisa?

La sonrisa de Alex decae un poco mientras se sienta a mi lado.

—Se tomó algunas aspirinas y fue a tomar una siesta —me dice, aunque la pequeña arruga entre sus cejas me demuestra que hay algo más. No tarda en decírmelo—. Estoy preocupado, Carter... Desde hace varios meses que Lisa sufre de estos dolores de cabeza repentinos sin razón aparente.

—¿No ha ido a ver un doctor?

—No quiere, dice que es el estrés, pero...

—Crees que se trata de algo más —deduzco. Él asiente.

Efímero [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora