33. El hijo de Crouch

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Mini-Maratón 2/2

Mini-Maratón 2/2

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A las doce del día siguiente salimos del castillo. Yo llevaba un shot negro tipo de vestir, una blusa placa básica que dejaba ver un poco mi ombligo, y encima una cazadora beich muy linda. Mis tenis cafés claro y me había echo una coleta con unas pinzas cafés. Cuando llegamos a Hogsmeade Harry se quitó la capa de invisibilidad y se la echo sobre el hombro. En la mochila de Harry llevábamos la comida que Sirius les había pedido: una docena de muslos de pollo, una barra de pan y un frasco de zumo de calabaza que había pedido en las cocinas.

Estábamos siguiendo a Harry, el cual no dudó en entrar a una tienda de ropa para mujer. Lo miré extrañada

—¿Necesitas algo? —preguntó Ron algo divertido

—Es para ___... escoge algo que te guste, ya sabes por ayudarme —me sonrío y reí un poco

—Te dije que lo hubiera echo por cualquiera de ustedes... además no necesito ropa —dije con un tono de diversión —si quieres regalarme algo que sea algún libro muggle que te llame la atención —me encogí de hombros mientras salíamos de la tienda

Estuvimos paseando y compré algunos libros interesantes a mi parecer. Algunas plumas y pergaminos y al entrar a la tienda de bromas compre algunos dulces que me fascinaban. A la una y media subimos por la calle principal, pasamos Dervish y Banges y salimos hacia las afueras del pueblo.

El callejón salía del pueblo hacia el campo que rodeaba Hogsmeade. Las casas estaban por allí más espaciadas y tenían jardines más grandes.

—Yo quiero vivir en una de esas —señale una casa un poco grande con un enorme patio —se imaginan, con una familia y nosotros juntos haciendo alguna reunión —sonreí imaginando aquella escena

Seguimos caminando hacia el pie de la montaña que dominaba Hogsmeade, doblamos una curva y miramos al final del camino unas tablas puestas para ayudar a pasar una cerca. Con las patas delanteras apoyadas en la tabla más alta y unos periódicos en la boca, un perro negro, muy grande y lanudo, parecía esperarnos. Lo reconocí enseguida.

—Hola, Sirius —saludó Harry, cuando llegaron hasta él.

El perro olió con avidez la mochila de Harry, meneó la cola, y luego se volvió y comenzó a trotar por el campo cubierto de maleza que subía hacia el rocoso pie de la montaña. Y sin más traspasaron la cerca y lo seguimos.

Sirius nos condujo a la base misma de la montaña, donde el suelo estaba cubierto de rocas y cantos rodados, y empezó a ascender por la ladera: un camino fácil para él, con sus cuatro patas; pero nosotros cuatro la condición para subir aquello, y mucho menos media hora; bueno yo un poco si, pero no la suficiente. Seguimos cuesta arriba y di gracias a Merlin por haber escogido la ropa adecuada, puesto que el sol pegaba un poco y tuve que quitarme la cazadora.

Siempre fue ella (Harry Potter y tú) [Cuarto año]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora