Siempre fue ella (Harry Potter y tú) [Cuarto año]

20. Fiesta

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Los chicos se encaminaron hacia la tarea de entregar una carta para Sirius, mientras Harry compartía todos los acontecimientos de esos días. Mientras tanto, yo decidí separarme y dirigirme a donde se encontraba Lunery para ver cómo estaba.

—Vas a venir, ¿verdad, pequeño Gnomo? —dijo George a mi lado antes de entrar a mi recámara.

—¿A dónde? —pregunté curiosa.

—A la fiesta que preparamos para Harry —sonrió Fred a mi lado.

—No lo sé —dije sin más—. Tengo cosas que hacer, pero trataré de ir —añadí con media sonrisa.

—¿Qué es más importante que nosotros borrachos? —bromeó George, y reí un poco.

—Bien, no podo hacerlo, pero necesito decirles algo —dije, mirando a mi alrededor para asegurarme de que nadie mirara ni escuchara—. Entren, y les contaré todo...

—Contraseña —dijo Violeta al mirarme.

—Dragones —respondí, y el retrato se abrió. Entré con ellos detrás de mi —Necesito que no digan nada, ¿lo prometen?

—Lo prometemos, por el meñique —dijeron al unísono y asentí.

—Bien, les presento a Lunery —me miraron extraños, y fui por mi pequeño dragón blanco, que descansaba en una almohada junto a los huevos.

—Espera... te va a lastimar —advirtió Fred, tratando de alejarla de mí.

—Es inofensiva... soy como una madre para los dragones —expliqué—. Tengo tanto que contarles —dije, soltando un suspiro cansada—. Es mejor que se sienten porque esto será largo —asintieron mientras Lunery los olfateaba y decidía que eran inofensivos.

Los chicos, al ver eso, empezaron a acariciarla mientras les explicaba que había pasado con mi vida en los últimos meses. Me miraban atónitos cada vez que entraba en más detalles.

—Me estás diciendo que... ¿eres madre de dragones? —preguntó sin creerlo Fred.

—Sí... pero nadie puede saber porque...

—Porque es un arma para derrotar a Voldemort si es que regresa —completó George, y asentí.

—Solo falta que tengas un hermano gemelo malvado —bromeó Fred.

—Eso era lo que se me olvidaba —sonreí—. Sí, tengo un hermano y es mi mellizo... pero no es malvado —sonreí con inocencia.

—¿Qué? —me miró aún más sorprendido George—. ¿Quién es?

—Daren, el chico con el que hablo... es de Durmstrang —dije con media sonrisa

—¿Ese Daren? —me miró Fred—. Ya decía yo que convivías demasiado con ese chico y me parecía extraño que no fueran pareja —soltó una carcajada.