Capítulo 4: Violeta

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Tres jarrones de la colección de tío Carlos cayeron al suelo haciéndose añicos y la ventana de la sala también se rompió, y la mansión siguió temblando pero solo duró unos segundos.

Alberto se apresuró a sostener la foto de la pared para evitar que se cayera y se rompiera como todo lo demás.

Lo acompañaba Janet y Ezequiel, ambos con las mismas dudas de lo que estuviera sucediendo en la sala de a lado donde se encontraba Maya.

Maya-pensó Alberto, repitiendo el nombre y lo imposible de tenerla dentro de la mansión con vida y desorientada.
Cuando la vio ella estaba envuelta en una cobija y manchada de tierra, sollozaba preguntándose donde estaba.

Era irreal esa imagen, la bruja que tanto apreciaban como miembro de la familia había muerto dando su vida para detener a los inmortales, él la había visto y fue testigo de su entierro.

Tuvo la necesidad de revisar el cementerio y se encontró con la tierra removida como si hubiera salido peleando con la superficie de arena.
Alberto había usado una pala y con ayuda de Ezequiel escarbaron hasta encontrarse con el ataúd vacío y roto, solo quedaban algunas raíces y flores.

No había dudas de que era Maya, Maya Santos, pero después de la sorpresa estuvo la preocupación porque Maya no recordaba quien era y donde estaba.

-¡Alberto!-le advirtió su esposa sacándolo de sus pensamiento, otra vez las cosas se movieron y los vidrios rotos fueron inevitable.

El disturbio lo estaba provocando Maya, era algo que no entendían del todo pero parecía estar relacionado con su don y su histeria.

La puerta de la sala se abrió y Claudia entró mostrándose igual de preocupada que el resto.

-No recuerda quien es-dijo la chica-no logramos que nos escuche y parece que nos tiene miedo.

-¿La dejaron sola?-preguntó Ezequiel.

-No, tía Hortencia y tía Miranda están con ella, vamos a tener que turnarnos para cuidarla.

-Debemos hacer algo-intervino Alberto-cada vez se rompen más cosas, y no es lo material lo que me preocupa sino que esto se ponga más grave.

Todos allí habían sido testigos en algún momento del poder de Maya y eso los alarmó.

-Tal vez podemos hacer que sus recuerdos regresen-dijo Janet.

-Ya lo intentamos pero no quiere escucharnos, cada vez que le hablamos balbucea cosas.

-¿Que cosas?-preguntó Alberto.

-Menciona flores, un huerto y a su hija.

   -¿Maya tiene una hija?-Janet se sorprendió.

  -Tia Miranda dijo que si, no sabe mucho al respecto pero Maya le dijo que murió al poco tiempo de nacer.

   -Tal vez está comenzando a recordar cosas-opinó Ezequiel-si le mostramos algo que la una a nosotros podría reconocernos.

   -También tuve esa idea-dijo Claudia igual de frustrada por sentir que no llegaban a ninguna idea-pero en sus objetos personales no hay nada de ella, llegó a la mansión con absolutamente nada.

   -¡Su anillo!-dijo Alberto de pronto recordando algo más que encontró entre la tierra del cementerio, y buscó la joya en los bolsillos de su pantalón.

   -¿Será lo suficientemente fuerte para hacerle recordar quien es?-inquirió Janet al observar el anillo Santos relucir en la mano de su esposo, tenía la piedra azul intacta y el plateado del metal resplandecía formando el círculo hecho específicamente para la mano de Maya.

La mansión Santos: Alma eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora