Cuando Yera despertó su corazón aún latía con rapidez, en los últimos días era su ritmo cardiaco que ya podía considerar normal, pero en esa ocasión fue por una pesadilla, una que ya estaba disolviéndose y que a penas y podía recordar, pero el sentimiento de ser atrapada permaneció al punto de robarle el sueño y la tranquilidad que este le daba.
-¿Estás bien?-le preguntó Gabriel tocándola del hombro.
-Si, fue un sueño-dijo Yera percatándose de que no había dormido más de una hora y que Gabriel permaneció despierto todo ese tiempo, lo acompañaba un libro y la luz tenue de su lado de la cama.
-¿La luz te molesta?
-No, ¿tampoco puedes dormir?
-La novela es entretenida-respondió Gabriel, y Yera volvió a sentir que algo ocultaban sus respuestas.
Ella se incorporó en la cama despejando su mente del sueño, era imposible que volviera a dormir si no dejaba de sentir que la distancia entre su esposo crecía.
-Habla conmigo-le pidió a Gabriel.
-Todo está bien-dijo él con su habitual calma-no debemos pelear, estamos en un momento complicado.
-Siento lo mismo, es por eso que podemos buscar otra opción en lugar de ir a la mansión.
A pesar de que Yera sintió por un momento que esa podría ser la única opción, lo había pensado mejor reconociendo que la situación la precipitaba a eso. Y ni estaba dispuesta a tomar una decisión que llegaría a afectar a Gabriel.
-Está bien-repitió Gabriel, y Yera deseó tener otra respuesta de él, algo que sonará más sincero.
-No lo está, no consideré lo que significaba para ti regresar, y lo lamento.
-Yera-dijo su nombre con cariño como siempre lo hacía cada vez que la nombraba usando señorita Santos, señorita Wilde, Yera o solo amor, pero dejando en claro lo mucho que la amaba-quiero ir, y sobre todo quiero resolver lo que nos esta pasando, solo prométeme...-hizo una breve pausa como si sus pensamientos volvieran a sumergirlo por una fracción de segundos-promete que siempre estaremos juntos.
-Claro que si-dijo Yera sin dudas, y se acercó a Gabriel porque no podía soportar un momento más la distancia-Nada cambiará-aseguró ella-y en poco tiempo estaremos de regreso aquí, en casa.
No era necesario para Yera dar más explicaciones de lo que casa significaba, y era un sentimiento auténtico de que su hogar era Gabriel, los niños y Nieve blanca.
Lo besó dejando los problemas de lado y permitiéndose solo estar con Gabriel. Sin darse cuenta el febril deseo de estar juntos la llevó a abrazarlo tanto y estrecharse contra él que no hubo ninguna parte entre ellos que estuviera alejada.
Gabriel la deseaba de la misma manera, y esa pasión creció. Ya habían pasado muchos días donde no pudieron permitirse estar cerca debido al desasosiego por los problemas. Pero eso quedó atrás cada vez que él la tocaba y la atraía más a su lado hasta que Yera se encontró sobre él ejerciendo una leve presión que lo provocaba más a tocarla hasta sentir la piel desnuda bajo la abrigada ropa que fue quedando despojada de ellos.
Quedaron expuestos el uno al otro pero también al frío que nunca se iba y al calor que ambos desprendían como el resultado de amarse.
...
La decisión de ir a la mansión Santos estaba tomada, pero quedaban muchas cosas por resolver, y algunos en términos legales como la escuela y la librería. Para todo eso necesitaban la ayuda de André, y fue lo primero que hicieron por la mañana.
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La mansión Santos: Alma eterna
FantasyDespués de un año bajo una maldición, la familia Santos pasa por otro inesperado suceso cuando un miembro de la familia que murió regresa. Este nuevo acontecimiento traerá más problemas al descubrir que están unidos con una familia de brujas que des...