De regreso a su casa sentía como si le hubiesen quitado un enorme peso de encima, a pesar de la metralleta de reproches de su madre Amelia se sentía libre, tampoco podía creer que le hubiese podido contestar de esa forma, al pensar esto rió estruendosamente, se sentía feliz y realizada.
Llegó a su casa, encendió la música a todo volumen y comenzó a bailar por toda la sala, como si no existiera mañana, como si ya no estuviera encadenada al qué dirían sus padres y la sociedad, bailó hasta hartarse luego se tiró en el sillón sudando y riendo mientras quedaba plácidamente dormida con el recuerdo de la sonrisa de Diego en su mente.
Al día siguiente llamó a Diego por la mañana, le contó lo que había sucedido en la casa de su madre, y le pidió que se encontraran por la tarde para tomar un café a lo que él accedió sin problemas. A pesar de su determinación y su nueva fortaleza un comentario de su madre había logrado perforar su mente... "estás imposibilitada para dar descendientes"... estaba en lo cierto y debía hablar de esto con Diego no porque estuviesen pensando en casarse, pero si la relación seguía como hasta el momento era probable que lo consideraran y no podía esperar hasta entonces para contárselo.
Al encontrarse Amelia le pidió que tomara asiento. –Diego, te contaré algo que no me enorgullece y que me trajo una consecuencia difícil de aceptar. No quise decírtelo con anterioridad porque me avergüenza, pero ya es momento de compartirlo contigo.-
Diego estaba intrigado por lo que Amelia tendría para decirle, calló y la escuchó pacientemente, sin apresurarse a conclusiones y tratando de no juzgarla.
Después de desahogarse Amelia guardó silencio, esperando la respuesta o por lo menos una reacción por parte de Diego. –Tienes razón en que es algo difícil de aceptar, debo sincerarme y decirte que no me lo esperaba ni hubiese pensado en que tú podrías haber hecho algo así, pero no soy nadie para juzgarte, tuviste tus razones para hacerlo y esas son válidas y suficientes; como te he dicho innumerables veces te amo incondicionalmente; si lo nuestro llega a formalizarse como deseo pues exploraremos otras opciones para tener familia, no necesariamente debes llevar un hijo en tu vientre o engendrarlo para amarlo.-
Amelia no pudo contener las lágrimas, no podía creer lo bueno que era Diego, lo comprensivo y cuánto la apoyaba. Él se acercó y la abrazó expresándole en ese abrazo todo su amor y comprensión. Mostrándole que existían todavía hombres de los que valía la pena enamorarse.
Mientras estaban abrazados Amelia escuchó una voz diciéndole: -Gusto en verte Amelia, veo que la están pasando muy bien.- Conocía de sobra esa voz dominante, ese sarcasmo que tanto daño le había ocasionado en innumerables ocasiones.
Al voltear a ver se encontró con Rodrigo y Sofía, tomados de la mano disfrutando ver a Amelia con las lágrimas recorriendo su rostro. –Rodrigo, te pediré cortésmente que te retires, estamos teniendo un momento íntimo con la mujer que amo y no quisiera que se estropeara por tu presencia.- Diego al decir esto lo hizo con una voz imponente, un tono que demostraba su hombría y una fortaleza que impresionó a Amelia.
-No te molestes Amelia, nuestra intención no es estropear tu momento, Rodrigo quiso ser cortés al acercarse para dirigirte un saludo, así que lo mínimo que podrías hacer es devolvérselo.- Mientras Sofía decía una frase tan absurda, rodeó la cintura de Rodrigo indicándole que ahora era ella la que estaba a su lado.
Amelia sin inmutarse por los desacertados comentarios de ellos simplemente volteó su silla y volvió a abrazar a Diego. Rodrigo envuelto en rabia se separó de Sofía y comenzó a caminar apresuradamente.
No podía soportar verla en brazos de otro hombre, y mucho menos podía escuchar que alguien más la amara. En su pequeño mundo Rodrigo se creía un el único hombre capaz de hacer feliz o infeliz a Amelia, alguien que podía tratarla como quisiera sin que nadie saliera en defensa de ésta. Pero eso no era cierto, Amelia contaba con el amor y apoyo de Diego, en el momento en que ella no pudo decir nada para alejar la presencia tóxica de Rodrigo, Diego lo dijo; pero no como lo hubiese hecho Rodrigo, en una forma animal y visceral, lo hizo como todo un caballero.
-Realmente no puedo entender qué te hizo enamorarte de un hombre como él, qué podría haber visto una dama como tú en una persona tan dañina como él.- le dijo Diego a Amelia mientras acariciaba su mejilla húmeda por las lágrimas.
-Cuándo conocí a Rodrigo tuve la intuición que era una persona que me haría mucho daño, pero no supe escuchar esa voz que me exclamaba y me exigía que me alejara de su lado y enterré sus gritos bajo excusas y pretextos que ya no recuerdo. Pero algo puedo rescatar de tantos años de malos tratos, la fortaleza que éstos me dieron. El día de ayer hice lo impensable y enfrenté a mi madre y eso gracias a todo lo que viví con Rodrigo.-
Charlaron un poco más pagaron la cuenta y se retiraron. Subieron al coche de Amelia y se dirigieron a su apartamento. Allí se recostaron en la cama abrazados, disfrutando de la compañía del otro solamente. Aunque Diego sentía deseos de hacer el amor con Amelia sabía que no era el momento, que ella necesitaba su calor y apoyo.
Después de una siesta ambos despertaron sintiéndose mucho mejor y para hacer algo diferente Diego le propuso a Amelia que lo acompañara al cine. Amelia sonrió le dio un tierno beso y se levantó para alistarse.
-No sé qué hechizo has lanzado sobre mí Amelia, pero siento que no puedo alejarme de tu lado. Cada minuto sin ti es un suplicio y sé que tú sientes lo mismo, dos almas que se conocen y complementan tan bien después de tan corto tiempo es porque están destinadas a compartir la eternidad juntas.-
Amelia escuchaba la voz de Diego acercándose lentamente al closet y al escuchar no escuchar nada más volteó y allí estaba Diego, sobre una rodilla, viéndola con ojos de amor. Ella sabía qué significaba esto y no podía creerlo, no sabía qué decir ni cómo actuar.
-Amelia por favor dejemos a un lado la razón y entreguémonos uno al otro sin temores ni preocupaciones, acepta ser mi esposa, dame la dicha de pasar a tu lado el resto de mis días.- Tomó la mano de Amelia entre sus manos y la besó, esperando una respuesta positiva a su petición, implorándole a los dioses del universo que ella aceptara.
Amelia se arrodilló frente a él, rodeó su cuello con sus brazos y le susurró al oído –Acepto-.
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ALAS ROTAS
ChickLitSi todos tenemos derecho a la felicidad y dicha en nuestro paso por la vida, ¿por qué para Amelia es tan difícil encontrarla? Por años estuvo sumida en algo parecido a una pesadilla, y cuando por fin logra ver una luz al final del túnel... esta par...