Capítulo 3

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Kim Sara R.

Una situación que destaca es que al día siguiente no sabía cómo prender la luz del dormitorio. Me alarmé y llamé a Jia por el intercomunicador.


Llamada telefónica:

–Jia, ¡no hay luz en mi departamento!

–No te preocupes, todo está bien. ¿Ves un lugar donde poner la tarjeta de la puerta?

–Deja prendo la luz del teléfono. Creo que ya lo vi.

–Solo pon la tarjeta ahí y se encenderá la luz.

La pongo y me sorprendo porque ya hay luz.

–Gracias, lamento interrumpir.

–No te preocupes, Sara. Acomodaste todo de día y no te expliqué que así funciona aquí.

–Gracias, bye-bye.

Fin de la llamada.


Mañana comienzan las clases de la maestría, y mis planes de explorar y visitar lugares se han ido al desagüe. Sigo sin superar lo que pasó hace unos días. He tratado de no salir a menos que sea necesario, pero cuando lo hago, voy en compañía de Jia.

Después, ella me acompañó a visitar la tienda de So-Noo, y su papá nos dijo que estaba mejor, que solo le había rozado una bala. Me alegra que no haya pasado a mayores.

Jia se preocupa mucho por mí y se ofrece a acompañarme algunas veces cuando no está trabajando, pero sé que debo salir sola; no puedo depender siempre de ella. También me acompañó a cambiar mis dólares a wones, para poder pagar aquí.

Salgo finalmente a recoger el dinero de la beca para la despensa, así no gastaré mis ahorros, y me dirijo a hacer las compras en un supermercado cercano.

Entro y voy por las verduras primero. Escucho a las señoras y a algunos muchachos hablar.

–Últimamente, hay muchos robos por la zona.

–Sí, no han atrapado al ladrón que robó una tienda cerca de aquí.

–Ojalá lo atrapen pronto. Este barrio era seguro, pero gracias a ese ladrón, todos estamos intranquilos.

Me siento tensa y elijo las verduras más rápido de lo normal. No sé si están en buen estado o no.

–Acabas de echar un tomate podrido.

Me sobresalto por la voz repentina y veo a alguien con cubrebocas y cachucha. Esa voz y esa vestimenta me son familiares.

–¿Quién eres?

–¿Pasó una semana y ya no sabes quién soy?

–Tengo una sospecha, pero no sé si quiera averiguarlo.

Se encoge de hombros y saca el tomate podrido que había señalado anteriormente.

–No puedo creer que me dejaras sola en esa situación.

–No podía quedarme ahí, aún no soy idol y meterme en situaciones controversiales es demasiado. Además, le dije a los oficiales que te llevaran a casa.

No sabía que gracias a él me llevaron al departamento. Es amable cuando quiere, supongo.

–¿Y qué haces aquí?

–Mis compañeros y yo jugamos piedra, papel o tijeras y terminé perdiendo, así que estoy haciendo las compras.

–¿Eres malo jugando piedra, papel o tijeras?

Detrás del escenario (PUBLICANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora