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La noticia se había esparcido por todo el castillo durante la noche y por la mañana no había persona que no lo supiera.

Aerys había abrazado tan fuerte a su hermano mayor que éste había sentido la falta de oxígeno por unos segundos. Sólo con mirarlos sabían que los más felices eran Luke y Aerys, incluso más que el propio Jace.

Rhaenyra demostraba su felicidad pero aún siendo una persona calmada y amorosa. Felicitó a ambos y abrazó a su dulce hermana y a su dulce niño.

A Aemond y a Aegon no les importaba mucho en realidad, solamente estaban preocupados por lo que significaría ese niño para su abuelo. Sabían que lo convertiría en una amenaza sin siquiera haber salido de su hermana.

Baela estaba encantada con la idea de llevar su embarazo junto al de la princesa Helaena, y bromeaban ambas con la idea de que Aerys también estuviera embarazada.

—No lo estoy—dijo riendo la castaña y negando con la cabeza. Aunque se lo había imaginado y le gustaba la idea, una parte de ella creía que era muy pronto. No tenía prisa para ello y no estaba segura de poder cargar con la responsabilidad de un pequeño ser humano al qué debía educar. Aunque sabía que su deber era darle hijos al príncipe y estaba consciente de que con lo mucho que tenían relaciones, no tardaría tanto en quedar embarazada, sí es que era una mujer fértil, como su prima.

—Vamos—dijo Baela y le palmeó el hombro en jugueteo—Apuesto qué la semilla de Aemond ha estado funcionando ahí dentro.

—Baela—rió y negó de nuevo. La Targaryen podía ser más como su padre.—Sería demasiado de que las tres estemos encinta al mismo tiempo.

—¡Sería grandioso!—chilló emocionada y Helaena asintió con una sonrisita—Imaginalo; nuestros pequeños siendo amigos.

—¿Y Rhaena?—preguntó con inocencia la rubia—Ella también puede estar embaraza también, ¿no?

—No, ellos no han consumado su matrimonio.—aseguró la primogénita de aquel al qué llamaban príncipe canalla.

Aerys hizo un gesto de disgusto al escucharla. No era fanática de pensar de su dulce hermanito como un hombre.

—¿Y porqué estás tan segura de que yo ya lo consumé?—cuestionó la castaña para que ya no dijeran nada sobre Luke y Rhaena.

—Oh, por los siete, Aerys.—se mofo la Targaryen y la miró a los ojos.—Todos lo sabemos. Aemond no puede dejarte sola en el castillo, y la forma en la qué te mira es cómo si quisiera cazarte todo el tiempo.

Aerys sintió sus mejillas sonrojarse y negó divertida.

—Pero puedo verlo.—siguió la Targaryen, haciendo qué las princesas la miraran confundida.—Tus ojos brillan distinto, prima.

—Lo dijiste tú misma; he estado montando al dragón, he ahí la razón.

Baela y Aerys soltaron una carcajada y la rubia rio por lo bajo, aún con su manera introvertida y tímida de ser.

—Bueno, sólo digo que sería divertido estar las tres embarazadas al mismo tiempo. Es mi opinión.

—Sí, sería divertido—dijo Helaena, mirándola con una sonrisa. Ambas comenzaban a acariciarse los vientres aún no abultados y Aerys sonrió sin decir nada más al respecto.

—Mientras eso pasa, quiero una copa de vino.—habló la castaña y tomó una de las que las sirvientes ofrecían por el lugar. Le agradeció y no tardó en darle un largo trago a ésta.

Los faltantes comenzaban a llegar a la cena, organizada por el rey, quién recibió la noticia personalmente y no cabía de felicidad. El próximo heredero ya tenía un heredero.

Aerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora