•Capítulo 5•

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A Harry le dijeron la primera regla de los Aurores durante su primera clase en el campo de entrenamiento, pero realmente no estaba prestando atención en ese momento porque los asientos estaban ordenados alfabéticamente. Él y Malfoy se habían dado una mirada horrorizada el uno al otro y luego pasaron la clase entera casi cayéndose a ambos lados del escritorio.

El problema había sido resuelto por una mutua y urgente solicitud al instructor después de clase, pero en realidad no era así como Harry había imaginado su primer paso para convertirse en un Auror.

Aprendió la primera regla de los Aurores a los veinte, en circunstancias que también involucraban a Malfoy y un escritorio.

Habían sido compañeros por dos meses. Había estado yendo medianamente bien, pensaba Harry. Tenían un buen historial de casos, y Malfoy tenía algunas buenas ideas, e incluso cuando se olvidaban de pelear casi no estaba mal hablar con Malfoy.

Se estaba frotando los ojos e intentando terminar un reporte cuando Malfoy irrumpió por las puertas dobles y se dirigió hacia él incandescente de furia, como un enfurecido bombillo brillante.

-¿Qué -espetó- demonios está mal contigo?

-¿De qué demonios hablas? -espetó Harry de vuelta de forma instintiva, y luego añadió- Y creo que dejaste una abolladura en las paredes.

A Malfoy le gustaban esa clase de gestos. Era una pena que no tuvieran un club de teatro en la escuela. Harry consideraba que habría ayudado a Malfoy a tener una oportunidad de descargarse.

-No me importan las paredes -dijo Malfoy-. Ahora voy a recitarte unas cuantas palabras. Detenme si comienzan a formar un patrón conocido. Espíritus voraces. Cementerio en llamas. Anoche...

Sí, pensó Harry. Un club de teatro le habría hecho mucho bien.

-Oh, eso -dijo-. Sí. ¿Cuál es tu punto?

Malfoy lucía como si estuviera a punto de golpear a Harry, así que Harry dejó su pluma y cerró los puños para estar preparado para golpearlo en respuesta.

-Mi punto es -dijo Malfoy entre dientes- ¿en dónde estaba yo?

-No lo sé, ¿durmiendo? -dijo Harry-. Era bastante tarde.

Malfoy miró a Harry por encima de la nariz. Ya que Harry estaba sentado y Malfoy había perfeccionado el arte de mirar por encima de la nariz a las personas cuando tenía once y era más bajo que el resto del mundo, era bastante efectivo.

-Mira -dijo Harry-. No estábamos en horario laboral. Fue una especie de corazonada. A veces me pasa.

-Yo sé eso -dijo Malfoy-. ¿Por qué no me lo dijiste? Habría ido contigo.

-Escucha -dijo Harry-. Con todos mis compañeros hasta ahora, hemos tenido un acuerdo. Yo puedo seguir corazonadas a cualquier (generalmente violento y desastroso) desenlace en que terminen, siempre y cuando no los arrastre a todo el caos. Eso funciona para mí. En serio no tengo tiempo para quedarme y explicar situaciones a personas que solo me dirán que estoy loco y se negaran a ir y me reportaran con Shacklebolt. Me va mejor solo.

Los ojos de Malfoy se entrecerraron.

-Ya no lo harás nunca más.

Sonaba más como si Malfoy estuviera amenazando la vida de Harry que ofreciéndose a protegerla, por lo que Harry le devolvió la mirada y no dijo nada.

-Ahora, Potter -escupió Malfoy-. Mira y escucha. No me agradas y no me agrada este estúpido trabajo, pero voy a hacerlo bien y tú no vas a arruinármelo. La primera regla de los Aurores es Ningún hombre solo. Está en un letrero. Justo encima del letrero de no fumar en la oficina de Shacklebolt. Lo que significa que tienes que aprender a leer, y también que voy a estar cerca cada vez que tengas una de tus estúpidas corazonadas, cuidando tu estúpida espalda.

Mortalmente Hermoso |Traducción|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora