En donde Olivia llega a un lugar totalmente desconocido para ella tratando de buscar respuestas a su paso. No imaginaba toda la verdad detrás de donde estaban ella y sus amigos.
La verdadera prueba aún no comenzaba. ¿Podría enfrentarse a todas las...
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Olivia aún se encontraba aturdida por la voz que había escuchado la noche anterior. La voz, esa voz masculina, resonaba en su cabeza una y otra vez.
Por estar preguntándose sobre ello se llevó gran parte de su descanso y apenas había podido dormir. Frotó su rostro mientras pasaba las manos por su cabello para intentar recogerlo.
Había llegado a pensar que la voz provenía de su propia cabeza, como si fuera una manifestación de su conciencia. Pero, ¿cómo podía estar segura de ello? ¿había enloquecido?, se preguntó internamente. La idea de que su mente estuviera jugando trucos con ella era inquietante.
La brisa fresca de la mañana la recibió, revitalizándola ligeramente.
En el área ya se empezaba a escuchar el bullicio de los demás habitantes, dando por iniciado un nuevo día.
La chica caminó lentamente por el área, sus pensamientos aún enredados con la inquietante experiencia de la noche anterior.
—Buenos días, Sartén.—saludó Olivia, acercándose a la mesa donde el líder de los cocineros estaba trabajando. —¡Hola chicos! —saludo de igual manera a los otros muchachos que trabajaban en la cocina. Ellos correspondieron al saludo.
Sartén se encontraba ocupado, seguramente se dedicaba a preparar la comida que daría durante el almuerzo. Los demás cocineros también hacían lo suyo.
El chico levantó la vista y llevó dramáticamente una mano a su corazón.
—Que susto... digo gusto. —soltó él.
—Gracioso.
Sartén ensancho más su sonrisa por la cara que había puesto la rubia.
—Buen día, Olivia. —él seco sus manos con un trapo —¿Lista para otro día de trabajo? —preguntó —Lejos de la cocina por supuesto. —le ofreció un pan guiñandole un ojo.
Olivia tomó el pan entre sus manos y sin dudarlo le dio un fuerte mordisco.
—Sí, supongo que sí. —puso la palma de su mano frente a su boca mientras masticaba.
Tardó unos segundos mientras comía de su pan antes de continuar hablando.
—Aunque, no dormí muy bien anoche. —admitió, tratando de sonar despreocupada.
Sartén notó el tono pensativo de la chica y arqueó una ceja con curiosidad.
—¿Alucinaste conmigo regañandote?—le cuestionó —Mira que no soy un líder estricto.
—Tonto. —ella rió entre dientes —No es eso.
—Entonces... ¿algo en particular en tu mente? —inquirió él.