Capítulo 13: Hugo

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Cuando me levanté de la cama y sentí mis músculos agarrotados, tuve la tentación de no levantarme y saltar clase con la excusa de que me dolía el brazo. En el momento en el que recuerdo lo que pasó ayer con Marco, mi humor cambia completamente. Entró en la cocina con una sonrisa plantada en el rostro, que no pasa desapercibida para mi madre.

– ¿Qué pasa hoy que estás tan feliz?

– Es el último día de la semana deportiva.–Miento

– Seguro que es eso.– Me dice con ironía.– Al final vas a ir a clase.

– Si, para un día que queda.– Soy consciente de que si Marco y yo no nos perdonábamos en estos dos días, no volveremos a vernos. Espero que no pase eso, últimamente es él único que está en mi cabeza. Dudo ser capaz de sacarlo, mis sentimientos hacia él no hacen más que crecer. Tengo miedo de en que pueden acabar derivando, creo que no quiero que sea solo mi amigo. Mi mente empieza a pensar en cosas que no debería, enseguida me doy cuenta de que en lo que estoy pensando no es en algo que harían amigos. Apuro mi desayuno y salgo muy rápido de casa, llegaré muy temprano pero tengo que encontrar la forma de despejarme.

– ¿Qué narices me pasa?– Pienso internamente.– No puedo estar pensando en eso.

Al llegar a clase todo es peor. No ha llegado nadie, solo están Elias y Marco hablando de las recuperaciones de ayer.

– Yo no sé si aprobaré, fue muy difícil el examen.– Habla Elias con preocupación.

– Por primera vez en este curso, creo que voy a aprobar.– Afirma Marco orgulloso.

– Eso está por ver. Si repetimos, repetimos los dos.

– Yo me niego.– Mientras yo me dirijo a paso apresurado a mi pupitre y me siento.

– Hugo.– Escucho a la vez que siento que me ponen una mano en el hombre.– ¿Te siguen doliendo los golpes de ayer?– Es Marco, que se acaba de acercar a mi mesa.

– Solo un poco, aun así estoy bien. Por cierto ¿Qué tal la recuperación?

– Creo que bastante bien, muchas gracias por ayudarme. No entendía nada, pero me lo explicaste tú y todo cobró sentido.

– ¿Desde cuando vosotros dos habláis?– Pregunta Elias.

– Desde que nos dio la gana. Ahora puedes dejar de escuchar nuestra conversación, o por lo menos fingir que no lo haces.– Le responde Marco

– Vaya humor ya desde por la mañana, no quiero ni pensar en como estarás por la tarde.– Él se aprieta el puente de la nariz un poco malhumorado, aun así continua nuestra conversación.

– Hugo, tenemos que hablar. Mejor otro día que no esté aquí el cotilla.– Inmediatamente fulmina a Elias con la mirada.

Empiezan a entrar compañeros de clase, yo dejo a Marco y Elias con su discusión y me acerco a Iris.

– He quedado con ella en la hoguera de San Juan, estoy contando los días que quedan para que llegue el día.– Me cuenta muy emocionada.

– Eso es genial ¿Te lo pidió ella?

– Si, al principio pensé que lo estaba soñando.

Cuando llega Olivia y se lo contamos se emociona incluso más que mi amiga.

– ¿Y la vas a besar?– Empieza a preguntar emocionada.

– No. A ver, no sé. Solo si ella quiere.

– Seguro que quiere, vi como te miraba ayer.

– A ver clase, ir subiendo al patio.– Dice nuestro profesor.

A la vez que subimos, ellas siguen hablando de la noche en la que quedarán Iris y Diana. Yo desconecto de la conversación porque solo puedo pensar en lo mucho que me gustaría ir con Marco a la hoguera…

Para rematar mi mala suerte me tengo que quedar toda la actividad sentado, por lo que no puedo distraerme con nada. Que él esté delante, golpeando con un bate una pelota y corriendo de una base a otra, no ayuda en nada. Intento concentrar me en el partido de baseball que están teniendo mis compañeros, pero mi mirada siempre se acaba centrando en el único rubio que hay en mi clase.

Nunca antes me había parado a pensar en que es lo que me gusta. Había besado a un par de chicas y lo había disfrutado, ahora solo puedo pensar en los labios de Marco. Nunca he besado a un chico, creo que si lo hiciera a lo mejor me gustaría. ¿Arruinaría eso completamente el comienzo de nuestra nueva amistad?

El beso no dadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora